Durante la segunda mitad del siglo, se extiende una visión materialista de la sociedad y del hombre a la que contribuyen Darwin, el Positivismo o el marxismo, y una mentalidad práctica, que aspira sobre todo a transformar la realidad, que influirá, obviamente, en la literatura: a partir de 1844 termina el auge del Romanticismo y comienza una evolución que dará lugar al Realismo, movimiento en muchos aspectos radicalmente diferente al que le precedía.
La actitud de escritor, al igual que en el Romanticismo (curiosamente), es de descontento ante la realidad que le rodea, pero ya no adopta el idealismo o la evasión romántica, sino que muestra una voluntad de análisis y crítica. Ya no se huye de la realidad, sino que se la refleja y analiza, para conocer y mostrar sus defectos, y así poder transformarla.
De este modo, la literatura va a intentar reflejar la realidad de la forma más completa y objetiva posible, tanto sus aspectos agradables como, sobre todo, los más miserables, groseros, desagradables... Los escritores van a llevar a cabo una observación rigurosa, casi científica de la realidad, y van a utilizar la Sociología y Psicología para el análisis y plasmación de ambientes y personajes.
La actitud de escritor, al igual que en el Romanticismo (curiosamente), es de descontento ante la realidad que le rodea, pero ya no adopta el idealismo o la evasión romántica, sino que muestra una voluntad de análisis y crítica. Ya no se huye de la realidad, sino que se la refleja y analiza, para conocer y mostrar sus defectos, y así poder transformarla.
De este modo, la literatura va a intentar reflejar la realidad de la forma más completa y objetiva posible, tanto sus aspectos agradables como, sobre todo, los más miserables, groseros, desagradables... Los escritores van a llevar a cabo una observación rigurosa, casi científica de la realidad, y van a utilizar la Sociología y Psicología para el análisis y plasmación de ambientes y personajes.
La novela será el género más representativo del Realismo, pues sus características hacen de ella el género literario más dotado para representar una realidad social que evolucionaba rápidamente al compás del progreso científico y tecnológico.
Esta novela llega a un público cada vez más numeroso que espera impaciente la publicación de cada nueva entrega. En este momento, surge un nuevo sistema de difusión de las obras, ya que se publican por capítulos en la prensa. Esto da lugar a la "novela de folletín" o "por entregas", sistema que utilizaron grandes novelistas europeos.
Este tipo de novela representa el triunfo social de la novela moderna y contribuye al aumento del gusto por la lectura de las clases sociales más desfavorecidas. Esta forma de difusión está ligada al gran desarrollo de la prensa en el S. XIX. Los periódicos más importantes tenían páginas fijas reservadas al folletín en las que, en un primer momento, se puede encontrar una miscelánea de escritos pero en la que, ya hacia 1840, hay un predominio total de la novela.
Esta novela llega a un público cada vez más numeroso que espera impaciente la publicación de cada nueva entrega. En este momento, surge un nuevo sistema de difusión de las obras, ya que se publican por capítulos en la prensa. Esto da lugar a la "novela de folletín" o "por entregas", sistema que utilizaron grandes novelistas europeos.
Este tipo de novela representa el triunfo social de la novela moderna y contribuye al aumento del gusto por la lectura de las clases sociales más desfavorecidas. Esta forma de difusión está ligada al gran desarrollo de la prensa en el S. XIX. Los periódicos más importantes tenían páginas fijas reservadas al folletín en las que, en un primer momento, se puede encontrar una miscelánea de escritos pero en la que, ya hacia 1840, hay un predominio total de la novela.
Resumiendo, podemos señalar como rasgos propios del nuevo movimiento los siguientes:
- Frente a la IDEALIZACIÓN Y EVASIÓN romántica, se impone el ESPÍRITU DE LA OBSERVACIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LA REALIDAD, principal proveedora de materiales para el arte.
- Frente a la intención romántica de explicar el mundo desde el propio "YO" o proyectarse a mundos creados por su IMAGINACIÓN, el escritor realista se centra en la REALIDAD CIRCUNDANTE Y LA REFLEJARÁ del modo más objetivo y despersonalizado posible.
- El nuevo movimiento va a contar aquellos datos empíricos que puedan demostrarse, el artista QUIERE DAR TESTIMONIO DIRECTO, INMEDIATO DEL MUNDO EN QUE VIVE.
ROMANTICISMO
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REALISMO
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Dos factores influyen en el desarrollo del Realismo en España (cuando ya se había desarrollado en Europa):
Con el Realismo, poesía y teatro (los géneros preferidos por los Románticos) pasan a un segundo plano. Ahora se cultivarán sobre todo los géneros narrativos en prosa (son los que permiten un reflejo más completo de la realidad): novela y cuento.
Muchas novelas se publicaban por entregas en los periódicos, en forma de folletín (de donde viene el término), aspecto que se nota en su estructura (por ejemplo, capítulos que terminan en lo más emocionante, para que así el lector comprara la siguiente entrega).
- El género costumbrista romántico, que ya había acostumbrado a los escritores a basarse en la observación de la realidad. Los artículos de costumbres románticos darán lugar a mediados de siglo a novelas costumbristas (como La gaviota, de Fernán Caballero, pseudónimo de Cecilia Bohl de Faber), y luego la novela se generalizará, pero pasará de ser costumbrista y reflejar de forma a veces idealizada algunas costumbres, sobre todo las más típicas y pintorescas, a ser realista y tratar de reflejar fiel y objetivamente toda la realidad.
- La influencia de la novela realista europea, cuyas traducciones se leyeron abundantemente en España. El Realismo, como ocurriera antes con el Romanticismo, empezó antes en Europa, y a España llegó a través de las traducciones de sus principales obras, entre las que podemos destacar:
- Dentro del Realismo francés, situamos a Balzac o a Stendhal (autor de novelas como La cartuja de Parma, o Rojo y negro, a quien debemos una de las frases que mejor refleja el espíritu de la novela realista: "La novela es un espejo que ponemos en el camino"). También a Gustave Flaubert, autor de una de las grandes novelas de todos los tiempos, Madame Bovary, muy escandalosa en su momento por ser de las primeras que analizaba uno de los fenómenos sociales que será recurrente en el Realismo, pero que era prácticamente un tabú en la sociedad de la época: el adulterio femenino. En su estela habremos de situar, por ejemplo, La Regenta de Clarín)
- En el Realismo ruso encontramos a escritores como León Tolstoi (autor de "novelones" como Guerra y paz, o la inolvidable Ana Karenina, historia también de un adulterio desgraciado, el de la protagonista, con la que la sociedad en la que vive será implacable, terminando con su suicidio como única salida posible), o el gran Feodor Dostoievsky, el maestro en el análisis psicológico de los personajes, en novelas como El jugador(donde analiza la psicología del ludópata, el adicto al juego, enfermedad que conocía muy bien, porque él mismo la padeció), Los hermanos Karamazov o Crimen y castigo, intenso análisis de la culpa, sus mecanismos y sus consecuencias, que sigue influyendo en la actualidad en muchos relatos y películas.
- En el Realismo inglés cabe destacar a Charles Dickens, autor (aparte del archiconocido Cuento de Navidad)de novelas en las que se cuentan ejemplos de esas infancias difíciles por las circunstancias que la sociedad impone a algunos niños, sobre todo de clases desfavorecidas. Ejemplo de ello son Oliver Twist, David Copperfield o La pequeña Dorrit, en las que denuncia la dureza (a veces crueldad) de la vida en los orfanatos, el trabajo infantil o el uso de niños para la delicuencia, entre otros temas.
Con el Realismo, poesía y teatro (los géneros preferidos por los Románticos) pasan a un segundo plano. Ahora se cultivarán sobre todo los géneros narrativos en prosa (son los que permiten un reflejo más completo de la realidad): novela y cuento.
Muchas novelas se publicaban por entregas en los periódicos, en forma de folletín (de donde viene el término), aspecto que se nota en su estructura (por ejemplo, capítulos que terminan en lo más emocionante, para que así el lector comprara la siguiente entrega).
En este nuevo rumbo que inicia la literatura y el arte occidental a partir de 1850, se han distinguido dos tendencias que, aunque comparten un mismo origen e intención, también se diferencian en ciertos aspectos. Estas tendencias son EL REALISMO Y EL NATURALISMO.
vía: Teresa Losada. Diente de León
el realismo & el naturalismo
El REALISMO es un movimiento literario que llena toda la segunda mitad del S.XIX, que tuvo su origen en Francia con novelistas como Stendhal, Flaubert o Balzac.
Movimiento que frente a las ensoñaciones románticas pretende poner los pies en la realidad objetiva, como fruto de una nueva sociedad (la burguesa), de una nueva filosofía (el positivismo) y de la exaltación de la ciencia (Revolución Industrial).
Por lo tanto, las principales características de la novela realista serían:
Movimiento que frente a las ensoñaciones románticas pretende poner los pies en la realidad objetiva, como fruto de una nueva sociedad (la burguesa), de una nueva filosofía (el positivismo) y de la exaltación de la ciencia (Revolución Industrial).
Por lo tanto, las principales características de la novela realista serían:
- Se persigue la verosimilitud: Los personajes y lugares, sean o no reales, han de parecerlo.
- Se escribe sobre aspectos cotidianos y actuales con una pretensión de objetividad y exactitud: No interesa la imaginación, sí la descripción minuciosa de lugares, así como de la forma de hablar de los personajes
- Se establece un análisis psicológico profundo de los personajes
- El narrador es omnisciente, opina y critica adoptando un punto de vista
EL NATURALISMO se da fundamentalmente a partir del último tercio del S. XIX y se basa en la exageración de los procedimientos del Realismo y en su dependencia del positivismo y del cientifismo, queriendo aplicar a la literatura los nuevos métodos científicos empíricos de la biología, la física...
Es una corriente literaria importada de Francia y de su principal defensor Émile Zola.
El escritor francés pensaba que la literatura debía analizar científicamente al ser humano a partir de la observación y de la experimentación. Su obra literaria va a apoyarse también en el DETERMINISMO, para él, el individuo estaba determinado por su herencia biológica y por el medio en el que vivía, acentuando la indefensión del hombre que es incapaz de elegir su camino. En la concepción naturalista de Zola, el novelista debe comportarse como si fuera un médico y los personajes sus pacientes, de manera que el desenlace de la novela y de los personajes, es el resultado de LA OBSERVACIÓN del comportamiento de los mismos y las causas que lo condicionan, ya que según la teoría determinista, el hombre no puede actuar en libertad, sino que sus actos dependerán de las condiciones sociales que lo rodean.
En esta observación minuciosa, los naturalistas rompen con las limitaciones de lo moral y lo estético, de ahí que muestren en sus novelas los aspectos más sórdidos de la naturaleza humana (describían tarados, alcohólicos, violentos...) y los ambientes más miserables, dando entrada en sus obras a lo feo, lo inmoral y hasta lo repugnante. Los rasgos realistas se extremaron, precisión en la descripción, objetividad, reproducción fiel de los modos de hablar...
Entre los naturalistas españoles destacan: Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibánez.
Es una corriente literaria importada de Francia y de su principal defensor Émile Zola.
El escritor francés pensaba que la literatura debía analizar científicamente al ser humano a partir de la observación y de la experimentación. Su obra literaria va a apoyarse también en el DETERMINISMO, para él, el individuo estaba determinado por su herencia biológica y por el medio en el que vivía, acentuando la indefensión del hombre que es incapaz de elegir su camino. En la concepción naturalista de Zola, el novelista debe comportarse como si fuera un médico y los personajes sus pacientes, de manera que el desenlace de la novela y de los personajes, es el resultado de LA OBSERVACIÓN del comportamiento de los mismos y las causas que lo condicionan, ya que según la teoría determinista, el hombre no puede actuar en libertad, sino que sus actos dependerán de las condiciones sociales que lo rodean.
En esta observación minuciosa, los naturalistas rompen con las limitaciones de lo moral y lo estético, de ahí que muestren en sus novelas los aspectos más sórdidos de la naturaleza humana (describían tarados, alcohólicos, violentos...) y los ambientes más miserables, dando entrada en sus obras a lo feo, lo inmoral y hasta lo repugnante. Los rasgos realistas se extremaron, precisión en la descripción, objetividad, reproducción fiel de los modos de hablar...
Entre los naturalistas españoles destacan: Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibánez.
La nueva estética literaria se manifestó en todos los géneros, pero fue en la novela en la que alcanzó unas cotas más altas.
la narrativa realista y naturalista (pág. 28)
Para el desarrollo de la prosa realista tiene una gran importancia el auge del periodismo. La mayor parte de los prosistas del S. XIX ejercitan su pluma en los periódicos. La prensa, por pura necesidad de proximidad al lector, contribuye a forjar una prosa directa, flexible y liberada de la grandilocuencia romántica. En uno de los géneros periodísticos, el artículo de costumbres, estaba el germen de lo que iba a ser luego la novela realista.
Casi apagados los ecos del Romanticismo en la segunda mitad del siglo XIX, la prosa costumbrista toma un cariz diferente. Los escritores consideran que además de reflejar costumbres y rasgos anecdóticos, la literatura debe contar la realidad de la sociedad, y así evoluciona, sin cambios bruscos, de los artículos y cuadros de costumbres a las novelas realistas.
La novela realista en España nació de manera tardía en relación al resto de Europa.
Si tenemos en cuenta que en 1830 Stendhal había publicado Blanco y Negro, y que en la década de 1850 publicó Balzac la mayor parte de la serie de novelas de su Comedia humana, la aparición de la primera novela realista española, La fontana de Oro, de Galdós allá por 1870 llegó con considerable retraso con respecto al realismo inglés, alemán o francés.
Las razones hay que buscarlas en las peculiaridades sociopolíticas de España: el Realismo va asociado a la irrupción del estado liberal como sistema y la burguesía como clase dominante. En España este proceso tiene lugar en 1868 cuando se produce una revolución liberal que expulsó la reina y produjo un cambio del sistema. Se inicia un periodo revolucionario de 6 años con diferentes tentativas de gobierno y que, como es lógico, dividió a la sociedad de la época.
Los revolucionarios reclamaban más libertades, una nueva constitución, el fin de la censura y de la esclavitud en las colonias de América (solo le quedaban a España Cuba y Puerto Rico) y sobre todo un mejor reparto del poder evitando la corrupción y el dominio que las clases privilegiadas (monarquía, nobleza y clero) habían mantenido hasta entonces. Pero sobre todo, la revolución alzó a la burguesía y su ideología liberal al poder en España. Y con el ascenso de la burguesía llega la novela realista la que retrata sus preocupaciones, el enfrentamiento político y social del momento. En este contexto se produce la obra realista naturalista en España.
Casi apagados los ecos del Romanticismo en la segunda mitad del siglo XIX, la prosa costumbrista toma un cariz diferente. Los escritores consideran que además de reflejar costumbres y rasgos anecdóticos, la literatura debe contar la realidad de la sociedad, y así evoluciona, sin cambios bruscos, de los artículos y cuadros de costumbres a las novelas realistas.
La novela realista en España nació de manera tardía en relación al resto de Europa.
Si tenemos en cuenta que en 1830 Stendhal había publicado Blanco y Negro, y que en la década de 1850 publicó Balzac la mayor parte de la serie de novelas de su Comedia humana, la aparición de la primera novela realista española, La fontana de Oro, de Galdós allá por 1870 llegó con considerable retraso con respecto al realismo inglés, alemán o francés.
Las razones hay que buscarlas en las peculiaridades sociopolíticas de España: el Realismo va asociado a la irrupción del estado liberal como sistema y la burguesía como clase dominante. En España este proceso tiene lugar en 1868 cuando se produce una revolución liberal que expulsó la reina y produjo un cambio del sistema. Se inicia un periodo revolucionario de 6 años con diferentes tentativas de gobierno y que, como es lógico, dividió a la sociedad de la época.
Los revolucionarios reclamaban más libertades, una nueva constitución, el fin de la censura y de la esclavitud en las colonias de América (solo le quedaban a España Cuba y Puerto Rico) y sobre todo un mejor reparto del poder evitando la corrupción y el dominio que las clases privilegiadas (monarquía, nobleza y clero) habían mantenido hasta entonces. Pero sobre todo, la revolución alzó a la burguesía y su ideología liberal al poder en España. Y con el ascenso de la burguesía llega la novela realista la que retrata sus preocupaciones, el enfrentamiento político y social del momento. En este contexto se produce la obra realista naturalista en España.
La novela y el cuento son los géneros más característicos del Realismo y en ellos se verifican los rasgos característicos de este movimiento:
- Observación minuciosa de la realidad que permita reflejarla en los textos literarios tal como es.
- Utilización de escenarios cercanos al escritor, el mundo inmediato que comparte con sus lectores, puesto que el centro de atención de la obra literaria es la realidad inmediata.
- Crítica social, denuncia de los defectos de esa sociedad observada y conocida
- Objetivismo, puesto que los escritores no pretenden mostrar su opinión ante la realidad, sino reflejarla tal como es.
A estas características generales del movimiento realista, tenemos que añadir otras propias del género narrativo que obedecen a la presencia de elementos estructurales propios de las narraciones y que ya conocéis: narrador, estructura interna y externa, personajes, diálogos y descripciones.
- El narrador omnisciente es el más frecuente. Este tipo de narrador permite relatar las acciones de los personajes al mismo tiempo que sus pensamientos, y reflejar el contraste entre la realidad y la apariencia, haciendo que el lector tenga una visión completa del mundo del relato y conozca, por ejemplo, el carácter oculto de algunos personajes, desvelado en sus pensamientos.
- La estructura interna, el orden de las acciones, es generalmente lineal, los hechos se encuentran siguiendo el orden cronológico, sin saltos en el tiempo, cuando se quiere dar a conocer los sucesos anteriores se recurre a la narración de los recuerdos de los personajes, a conversaciones en las que se habla del pasado..., pero no se rompe la narración para introducir historias anteriores.
- En cuanto a la estructura externa, las novelas se dividen en capítulos cortos, generalmente titulados, de similar extensión y en los que hay una unidad de acción. Esta estructura facilitaba la publicación en prensa, que era el medio de difusión de la novela realista. En cada ejemplar del periódico se publicaba un capítulo de la obra, cuyo éxito o fracaso contribuía a que la novela se alargara o acortara, así como el desarrollo de los acontecimientos.
- Las descripciones detalladas de personas y lugares constituyen el mecanismo más sencillo para transmitir una idea exacta de cómo son dichas personas y lugares. Por esta razón, las descripciones son muy abundantes en la prosa realista, mientras para presentar a los personajes principales se utilizan descripciones minuciosas, los secundarios aparecen reflejados a menudo con unos cuantos rasgos que recogen lo más peculiar de su fisionomía y carácter.
- En cuanto a los personajes centrales, son siempre individuos que representan estereotipos de formas de comportamiento y de clases sociales; por ejemplo, el burgués rico sin escrúpulos, el joven científico y liberal... Estos personajes aparecen enfrentados a otros que manifiestan posiciones antagónicas.
- Por último, los personajes se comunican entre sí mediante diálogos que contribuyen a que la acción avance. Además, como rasgo característico de la prosa realista, hay que señalar la utilización de diálogos que permiten reflejar el habla particular de los personajes individuales, su situación social y nivel cultural, incluso su carácter. Mediante esta literaturalización del habla de los personajes se pretende reflejar, una vez más, la realidad tal como es.
Hay una serie de escritores más conservadores y tradicionales que desarrollan sus historias en el mundo rural, lejos de la civilización degradante. Para ellos, la cultura conduce a la duda y es la fe la que instruye realmente. Lo que acontece responde al designio divino.
Son entre otros:
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Otros escritores más liberales presentan sus historias en el mundo urbano. Para ellos la educación es la que proporciona la cultura y permite el progreso. No atacan la religión en sí, pero van en contra de la hipocresía religiosa.
Son:
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Ajeno a esta clasificación conviene mencionar a Juan Valera y dos importantes novelas: Pepita Jiménez (1874) y Juanita la Larga (1895)
Emilia Pardo Bazán (1851-1921)
Aristócrata gallega, fue persona cultivada y buena conocedora de las corrientes literarias europeas de su tiempo. Fruto de esas diversas influencias, su obra narrativa es multiforme, con unos comienzos románticos, y tras sus escarceos con el naturalismo, será seguidora del espiritualismo ruso e, incluso, al final de su producción, de la estética modernista en boga. Defiende, pues, todo lo novedoso, mas en el fondo su obra presenta un hilo conductor unitario, que le proporciona coherencia: su ideología cristiana y conservadora.
Fue una de las máximas defensoras del naturalismo de Zola, aunque desde su particular óptica cristiana. Así el naturalismo, tan presente en novelas como La tribuna, Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza, es siempre puramente formal (situaciones escabrosas, ambientes degradados, señores decadentes y criados brutales, crudas descripciones, escenas de desmesurada violencia...).
Notable interés tiene, por otra parte, el más de medio millar de cuentos que la condesa de Pardo Bazán publicó en la prensa, parte de los cuales reunió en diversos volúmenes: Cuentos de Marineda, Cuentos de Navidad, Cuentos de amor, Cuentos sacroprofanos, Cuentos de la tierra... Los propios títulos muestran la variedad temática de estos relatos, que prueban la capacidad creativa de su autora y su talento para la síntesis.
Fue una de las máximas defensoras del naturalismo de Zola, aunque desde su particular óptica cristiana. Así el naturalismo, tan presente en novelas como La tribuna, Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza, es siempre puramente formal (situaciones escabrosas, ambientes degradados, señores decadentes y criados brutales, crudas descripciones, escenas de desmesurada violencia...).
Notable interés tiene, por otra parte, el más de medio millar de cuentos que la condesa de Pardo Bazán publicó en la prensa, parte de los cuales reunió en diversos volúmenes: Cuentos de Marineda, Cuentos de Navidad, Cuentos de amor, Cuentos sacroprofanos, Cuentos de la tierra... Los propios títulos muestran la variedad temática de estos relatos, que prueban la capacidad creativa de su autora y su talento para la síntesis.
Benito Pérez Galdós (1843-1920)
Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria el 10 de mayo de 1843 en el seno de una familia acomodada de ideología conservadora. Su infancia y adolescencia transcurrió en su ciudad natal, hasta que, tras obtener el título de Bachillerato, se trasladó a Madrid a estudiar Derecho. A partir de ese momento su vida quedaría para siempre vinculada a la capital española, que se acabaría convirtiendo en el escenario de la mayor parte de sus novelas.
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Un viaje a París en 1867 supuso el descubrimiento de la obra de Balzac y de la novela realista europea.
Muy pronto empezó a manifestar más interés por las letras que por las leyes. Así, en 1865 comenzó a publicar en diversos periódicos de la época y en 1870 publicó su primera novela, La Fontana de oro, iniciando así su prolífica labor como novelista que compaginó con sus colaboraciones periodísticas.
A partir de 1873, cuando comienza la primera serie de Episodios nacionales, se dedica casi en exclusiva a la literatura. Su calidad literaria y su laborioso trabajo lo convierten en el autor más importante de su tiempo. Concluidas las dos series iniciales de Episodios, que había alternado con sus primeras novelas, comienza en los años ochenta su proyecto literario más ambicioso, las Novelas españolas contemporáneas.
En 1886 aceptó un acta de diputado dentro del partido liberal de Sagasta y en 1897 tomó posesión de su cargo en la RAE con un discurso de significativo título: “La sociedad española como materia novelable”.
A partir de 1910 su vista comenzó a deteriorarse de forma progresiva hasta quedarse completamente ciego (sus últimas obras las tuvo que dictar). Fue el periodo más amargo de su existencia ya que a su ceguera hay que sumar el hecho que sus enemigos -ideológicos en su mayoría-, impidieron que en 1912 se le concediera el Premio Nobel de Literatura. Además se veía relegado como escritor por la irrupción de nuevas tendencias que reaccionaban contra el Realismo.
Postrado por la enfermedad y agobiado por las dificultades económicas murió el 4 de enero de 1920 en su casa de Madrid. Con él desapareció uno de los mejores escritores de la literatura española y un hombre fuertemente comprometido con la historia de su tiempo.
A partir de 1873, cuando comienza la primera serie de Episodios nacionales, se dedica casi en exclusiva a la literatura. Su calidad literaria y su laborioso trabajo lo convierten en el autor más importante de su tiempo. Concluidas las dos series iniciales de Episodios, que había alternado con sus primeras novelas, comienza en los años ochenta su proyecto literario más ambicioso, las Novelas españolas contemporáneas.
En 1886 aceptó un acta de diputado dentro del partido liberal de Sagasta y en 1897 tomó posesión de su cargo en la RAE con un discurso de significativo título: “La sociedad española como materia novelable”.
A partir de 1910 su vista comenzó a deteriorarse de forma progresiva hasta quedarse completamente ciego (sus últimas obras las tuvo que dictar). Fue el periodo más amargo de su existencia ya que a su ceguera hay que sumar el hecho que sus enemigos -ideológicos en su mayoría-, impidieron que en 1912 se le concediera el Premio Nobel de Literatura. Además se veía relegado como escritor por la irrupción de nuevas tendencias que reaccionaban contra el Realismo.
Postrado por la enfermedad y agobiado por las dificultades económicas murió el 4 de enero de 1920 en su casa de Madrid. Con él desapareció uno de los mejores escritores de la literatura española y un hombre fuertemente comprometido con la historia de su tiempo.
su obra
Galdós fue un escritor de inusitada fecundidad: escribió 32 novelas, 46 episodios nacionales, 24 obras teatrales e infinidad de artículos, cuentos y críticas literarias que fueron publicadas en distintos periódicos de la época.
Dentro de la narrativa galdosiana es útil distinguir entro los Episodios Nacionales y el resto de sus novelas, dividiendo estas además en los siguientes grupos, ya que, el propio Galdós clasificó su ingente producción literaria en tres apartados: novelas de la primera época, novelas contemporáneas y Episodios nacionales:
Dentro de la narrativa galdosiana es útil distinguir entro los Episodios Nacionales y el resto de sus novelas, dividiendo estas además en los siguientes grupos, ya que, el propio Galdós clasificó su ingente producción literaria en tres apartados: novelas de la primera época, novelas contemporáneas y Episodios nacionales:
Novelas de TESIS en las que Galdós no oculta sus simpatías por la España liberal y la intención didáctica de las obras es explícita.
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Fortunata y Jacinta, su obra más ambiciosa, se trata de una novela extensa y cuidadosamente construida, que desarrolla, sobre la base de diversos triángulos amorosos, la convulsa y cambiante vida social madrileña entre 1873 y 1876, entrelazando calculadamente los elementos de ficción y los históricos.
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Los Episodios nacionales, pretenden reconstruir en forma novelada la historia del S. XIX español.
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FORTUNATA Y JACINTA (1887)
Principal representante de nuestro Realismo, cuenta la historia de dos mujeres muy distintas (Fortunata, espontánea, inculta, apasionada, enérgica, de clase baja; Jacinta, educada, refinada, delicada, angelical, elegante, de clase alta) unidas por el amor de un hombre, Juan Santa Cruz, pero cada una sufre su propio "dolor": Fortunata, la imposibilidad de que su amor sea aceptado por las diferencias sociales; Jacinta, por no poder tener hijos y saber de las infidelidades de su marido.
El elegir a dos mujeres de extracción social tan diferente permite a Galdós hacer un reflejo bastante completo de la sociedad madrileña de la época (desde la más alta burguesía a la que pertenecen los Santa Cruz, a los barrios miserables y los roces con el lumpen y la marginalidad que rodean a la pobre Fortunata), en una historia que además su autor entrelaza magistralmente con los principales acontecimientos históricos de los agitados años que precedieron y siguieron a la Revolución de 1868.
Con motivo del centenario de su publicación (en 1987), Televisión Española emitió un documental breve (no llega a media hora) pero muy interesante sobre ella, que os dejo aquí:
El elegir a dos mujeres de extracción social tan diferente permite a Galdós hacer un reflejo bastante completo de la sociedad madrileña de la época (desde la más alta burguesía a la que pertenecen los Santa Cruz, a los barrios miserables y los roces con el lumpen y la marginalidad que rodean a la pobre Fortunata), en una historia que además su autor entrelaza magistralmente con los principales acontecimientos históricos de los agitados años que precedieron y siguieron a la Revolución de 1868.
Con motivo del centenario de su publicación (en 1987), Televisión Española emitió un documental breve (no llega a media hora) pero muy interesante sobre ella, que os dejo aquí:
Ha sido adaptada varias veces al cine y la televisión, la adaptación más exitosa (todo un hito en la historia de nuestra televisión) fue la que realizó en los años 80 en forma de serie el director Mario Camus, muy premiada y aclamada, y que recogía muy bien el espíritu de la novela de Galdós, tanto la intensidad del argumento, como el reflejo de la vida del Madrid de la época. El reparto era espectacular, y la elección de actores, acertadísima.
Aquí tenéis una breve reseña con motivo del 50 aniversario de RTVE:
Aquí tenéis una breve reseña con motivo del 50 aniversario de RTVE:
Aquí podéis ver el primer capítulo, en el que ya se plantean los elementos esenciales de la historia: la vida como estudiante de Derecho de Juan Santa Cruz, la importancia de su madre, empeñada en llevar adelante el planeado matrimonio con Jacinta, y el momento en que el joven y la bellísima Fortunata se conocen, por casualidad, cuando el hijo de los Santa Cruz va a la casa de su criado Estupiñá, que vive en los barrios bajos y se ha puesto enfermo.
Podéis ver la serie completa en la página de RTVE.
Texto tomado de: Teresa Losada. Diente de León
Otras Obras
Galdós comenzó escribiendo TEATRO, pero de sus primeros años como autor teatral se conservan pocos títulos: La expulsión de los moriscos (1866?) y El hombre fuerte (1864-1868). Son obras que no llegaron a estrenarse, lo cual desanimó a Galdós, quien decidió centrarse en la novela.
Volvería al teatro muchos años después con Realidad, escrita en 1892. A partir de esta fecha y hasta su muerte estrenó 22 obras, siete de las cuales son refundiciones de novelas que había escrito él mismo. Entre sus títulos más conocidos se pueden citar Electra, Casandra y El abuelo, que tuvieron una gran aceptación entre el público, a pesar de sus carencias. En cualquier caso, la labor teatral de Galdós ha quedado ensombrecida por su producción novelística.
También publicó Galdós gran número de ARTÍCULOS en los periódicos de la época, muchos de los cuales no han sido recopilados y, por lo tanto, no son accesibles para el lector actual.
Galdós comenzó escribiendo TEATRO, pero de sus primeros años como autor teatral se conservan pocos títulos: La expulsión de los moriscos (1866?) y El hombre fuerte (1864-1868). Son obras que no llegaron a estrenarse, lo cual desanimó a Galdós, quien decidió centrarse en la novela.
Volvería al teatro muchos años después con Realidad, escrita en 1892. A partir de esta fecha y hasta su muerte estrenó 22 obras, siete de las cuales son refundiciones de novelas que había escrito él mismo. Entre sus títulos más conocidos se pueden citar Electra, Casandra y El abuelo, que tuvieron una gran aceptación entre el público, a pesar de sus carencias. En cualquier caso, la labor teatral de Galdós ha quedado ensombrecida por su producción novelística.
También publicó Galdós gran número de ARTÍCULOS en los periódicos de la época, muchos de los cuales no han sido recopilados y, por lo tanto, no son accesibles para el lector actual.
En las novelas de Galdós encontramos todos los rasgos de las novelas realistas, sobre todo en el retrato de los personajes, la técnica de la descripción, la pintura de ambientes, la viveza del diálogo (diferentes registros y niveles de habla atendiendo a los personajes y su situación), la presencia de un narrador omnisciente y su estilo ágil y vivo.
EL ABUELO
La película El Abuelo, está basada en la obra de Benito Pérez Galdós titulada El abuelo. Novela en cinco actos.
Destacamos los siguientes aspectos:
Destacamos los siguientes aspectos:
- Personajes: sólo por ver la interpretación de Fernando Fernán Gómez en el papel del abuelo merece la pena la película. No le van a la zaga la mayoría de los actores secundarios. Todo en ellos refleja magistralmente el estilo de Galdós a la hora de caracterizar a sus personajes. Excelente ejemplo para que nuestros alumnos comprendan lo que se les explica en el aula al respecto.
- La historia: se adapta con bastante fidelidad a la obra. El desarrollo narrativo de la historia engancha enseguida y nos pide llegar hasta el final de la misma. Volvemos a insistir en que, las interpretaciones sostienen la película por si solas.
- La ambientación: perfecta ambientación que refleja la sociedad burguesa rural española de finales del S.XIX.
- Los temas: varios temas recurrentes en las novelas de Galdós aparecen claramente definidos: la hipocresía, la avaricia y la codicia, la deslealtad, el inmovilismo, la pobreza y la ignorancia, lo absurdo de la honra … y todo salpicado de ironía y fino humor tan característico en el autor.
SINOPSIS
Don Rodrigo de Arista Potestad, Conde de Albrit, Señor de Jerusa y de Polán, regresa de América viejo, casi ciego y arruinado. Con motivo de la muerte de su único hijo, entra en conocimiento amargo de que una de sus dos nietas - Nelly y Dolly - es ilegítima, no lleva la sangre noble de Albrit. Sus días se acaban y don Rodrigo quiere, necesita saber la verdad, cuál de las dos niñas pertenece a la rama auténtica de su estirpe, pues de ella quiere hacer su herencia moral. Como su nuera se niega a revelar el secreto, don Rodrigo habrá de emplear toda su astucia en averiguar cuál es su verdadera nieta.
España, 1998. 2h 31m
Dirección: Jose Luis Garci. Protagonistas: Fernando Fernán-Gómez, Cayetana Guillén Cuervo, Rafael Alonso, Agustín González, Cristina Cruz, Alicia Rozas. |
Impresionante actuación de Fernán-Gómez en la película "El abuelo" (1998) dirigida por José Luís Garci, en una excelente adaptación de la novela de Pérez Galdós.
El conde de Albrit (Fernán-Gómez), vuelve a su pueblo tras décadas fuera de él para resolver viejas rencillas familiares. Ya en él, los personajes ilustres del pueblo, viendo que sus planes de negocio se venían abajo por la vuelta de éste, lo toman por viejo loco tratando de encerrarlo en un monasterio, a modo de asilo. En la escena, tras escapar del "asilo" se dirige al café donde se reúnen, para enfrentarse cara a cara con ellos. Un momento mítico ya, en la historia de la literatura y el cine español. |
Las obras de Galdós, aunque ambientadas en su mayoría en Madrid, son una completa visión de conjunto de la sociedad española de su época. Madrid no es solo el lugar que concentra todas las contradicciones sociales e históricas del país del que es capital, sino que se ha convertido en una gran ciudad cuyo complejo mundo presenta con pluma maestra el novelista. Así, aunque las clases medias son las que ocupan el primer plano en sus obras, la mirada de Galdós está siempre atenta a todas las esferas sociales (aristócratas arruinados, burgueses enriquecidos que se dejan deslumbrar por las formas de vida nobiliarias, especulaciones, prestamistas, caseros, comerciantes cuya aspiración máxima es hacer dinero, funcionarios activos y cesantes, las clases populares cuya vida bulle incesantemente por las calles de la ciudad y los más humildes, que malviven como pueden, así como menesterosos y desgraciados, que solo aspiran a sobrevivir).
Esta sensación permanente de vida en acción hace que las obras de Galdós ofrezcan una reflexión sobre la condición humana: el tiempo que todo lo cambia, las reacciones psicológicas ante las situaciones extremas, las ambiciones, el dolor, los sueños e ilusiones, las fantasías, los ambientes sórdidos... todo desfila de forma incontenible ante los ojos del lector y subyace siempre la mirada del escritor, dura y sarcástica en ocasiones, tierna y humana en otras, e irónica las más.
El ideal estilístico galdosiano es el lenguaje llano y sencillo. Ello no implica que se trate de un lenguaje descuidado, al contrario, la prosa de Galdós es extraordinariamente ágil y de apariencia espontánea, pero siempre es producto de una meditada elaboración.
Esta sensación permanente de vida en acción hace que las obras de Galdós ofrezcan una reflexión sobre la condición humana: el tiempo que todo lo cambia, las reacciones psicológicas ante las situaciones extremas, las ambiciones, el dolor, los sueños e ilusiones, las fantasías, los ambientes sórdidos... todo desfila de forma incontenible ante los ojos del lector y subyace siempre la mirada del escritor, dura y sarcástica en ocasiones, tierna y humana en otras, e irónica las más.
El ideal estilístico galdosiano es el lenguaje llano y sencillo. Ello no implica que se trate de un lenguaje descuidado, al contrario, la prosa de Galdós es extraordinariamente ágil y de apariencia espontánea, pero siempre es producto de una meditada elaboración.
LEOPOLDO ALAS "CLARÍN" (1852-1901)
Leopoldo García-Alas Ureña, nació en 1852 en Zamora, lugar donde trabajaba en ese momento su padre, pero su vida estuvo siempre vinculada a Oviedo, ciudad de la que era oriunda su familia y en la que se instaló cuando solo contaba 11 años de edad. En 1871 se marchó a Madrid para doctorarse en Derecho e iniciar la carrera de letras.
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Su carrera profesional comienza en 1873 con colaboraciones en El solfeo, un periódico de ideología republicana en el que estrenó dos años después, en 1875, el seudónimo que había de hacerle famoso: Clarín (el nombre de uno de los personajes del drama de Calderón La vida es sueño).
En 1882, año de su matrimonio con Onofre García Argüelles, fue nombrado catedrático de la Universidad de Zaragoza y un año después consiguió una cátedra de derecho en la Universidad de Oviedo, ciudad en la que se instaló de manera definitiva con su mujer. Sin embargo, su labor docente no le impidió seguir escribiendo y colaborando en diversos periódicos de la época, lo que acabó convirtiéndolo en un hombre conocido, admirado y envidiado.
Murió el 13 de junio de 1901 (no sin antes tener la alegría de la segunda edición de La Regenta prologada por Galdós) como consecuencia de una tuberculosis intestinal. Tenía 49 años de edad.
Murió el 13 de junio de 1901 (no sin antes tener la alegría de la segunda edición de La Regenta prologada por Galdós) como consecuencia de una tuberculosis intestinal. Tenía 49 años de edad.
Clarín, hombre excepcionalmente culto y un sagaz crítico literario, ha pasado a la historia de la literatura por ser el autor de La Regenta (1885), considerada la mejor novela del realismo en España y una de las mejores obras de la literatura española.
Protagonizada por Ana Ozores, La Regenta relata amores adúlteros y refleja la hipocresía, la ociosidad y la corrupción imperante en Vetusta, nombre de una ciudad inexistente que se ha identificado con Oviedo a pesar de que bien podría identificarse con cualquier ciudad provinciana de la época.
Protagonizada por Ana Ozores, La Regenta relata amores adúlteros y refleja la hipocresía, la ociosidad y la corrupción imperante en Vetusta, nombre de una ciudad inexistente que se ha identificado con Oviedo a pesar de que bien podría identificarse con cualquier ciudad provinciana de la época.
Puede distinguirse en la producción de Clarín: su labor periodística de carácter general, sus artículos de crítica literaria y su obra de creación.
Nos centraremos en su obra creativa, cabe destacar que esta es casi exclusivamente narrativa (si exceptuamos lagunas poesías juveniles y su drama Teresa.) Pese a su brevedad, es su obra narrativa la que le concede un puesto de primer orden en las letras española. Solo escribe dos novelas, La Regenta y Su único hijo, algunos relatos breves y poco más de cien cuentos publicados muchos de ellos en la prensa. La Regenta (1885) es una de las grandes novelas de la literatura española. |
La Regenta (1885)
Su publicación causó un gran revuelo en Oviedo y fue duramente criticada por parte de los sectores más conservadores de la sociedad y especialmente del clero, cuya posición hipócrita, inmovilista y corrupta es denunciada por Clarín en su novela.
"La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles..."
Este es el famosísimo principio de La Regenta.
La novela se publicó en dos partes, la primera en 1884 y la segunda en 1885, no sin problemas, dado lo "escandaloso" de su argumento y su tratamiento, y solo un editor de Barcelona se atrevió a darle luz. La Iglesia la atacó explÍcitamente y en Oviedo el rechazo fue contundente.
Y es que la novela se sitúa en una ciudad llamada "Vetusta" (palabra que significa "viejo", "antiguo") pero bajo ese nombre es fácilmente reconocible la ciudad de Oviedo (de hecho, actualmente, junto a la catedral, se ha erigido una estatua de la Regenta, en homenaje a la novela que convirtió a Oviedo en protagonista). Pero Vetusta (o sea, Oviedo) aparece en la obra como una ciudad pequeña, de provincias, con un ambiente de cotilleo, maldeciciencia, vulgaridad, incultura e hipocresía que terminará por aplastar a los personajes, especialmente a la protagonista: la soñadora, sensible, romántica, inocente, joven y guapísima mujer del ex-Regente de la Audiencia. Ana Ozores, conocida popularmente como "La Regenta". De hecho, en el fondo, la auténtica protagonista de la novela, es la sociedad provinciana en su conjunto. Clarín disecciona en Vetusta la mezquindad y las frustraciones de la sociedad española de la Restauración, los comportamientos de la clase dominante del sistema (clero, nobles, indianos, burgueses... desfilan por sus páginas dando muestras de su hipocresía, orgullo, mediocridad y en definitiva, de su miseria moral). La extensa fauna de personajes que pueblan la novela está casi por completo marcada por los mismos rasgos que los protagonistas (frustración, insatisfacción, sexualidad reprimida...) los personajes positivos son pocos y no tienen la entidad suficiente para cambiar los derroteros de una sociedad podrida.
En La Regenta es muy importante la influencia del ambiente sobre los personajes (por ello se ha insistido en su carácter naturalista) y, en efecto, tanto el mundo exterior (la ciudad en la que viven, el ambiente y las relaciones sociales) como el más próximo a los personajes (su familia, infancia, formación) los condicionan de modo definitivo. Incluso la naturaleza se relaciona con los movimientos anímicos de los personajes (la lluvia constante, las estaciones del año).
La novela se publicó en dos partes, la primera en 1884 y la segunda en 1885, no sin problemas, dado lo "escandaloso" de su argumento y su tratamiento, y solo un editor de Barcelona se atrevió a darle luz. La Iglesia la atacó explÍcitamente y en Oviedo el rechazo fue contundente.
Y es que la novela se sitúa en una ciudad llamada "Vetusta" (palabra que significa "viejo", "antiguo") pero bajo ese nombre es fácilmente reconocible la ciudad de Oviedo (de hecho, actualmente, junto a la catedral, se ha erigido una estatua de la Regenta, en homenaje a la novela que convirtió a Oviedo en protagonista). Pero Vetusta (o sea, Oviedo) aparece en la obra como una ciudad pequeña, de provincias, con un ambiente de cotilleo, maldeciciencia, vulgaridad, incultura e hipocresía que terminará por aplastar a los personajes, especialmente a la protagonista: la soñadora, sensible, romántica, inocente, joven y guapísima mujer del ex-Regente de la Audiencia. Ana Ozores, conocida popularmente como "La Regenta". De hecho, en el fondo, la auténtica protagonista de la novela, es la sociedad provinciana en su conjunto. Clarín disecciona en Vetusta la mezquindad y las frustraciones de la sociedad española de la Restauración, los comportamientos de la clase dominante del sistema (clero, nobles, indianos, burgueses... desfilan por sus páginas dando muestras de su hipocresía, orgullo, mediocridad y en definitiva, de su miseria moral). La extensa fauna de personajes que pueblan la novela está casi por completo marcada por los mismos rasgos que los protagonistas (frustración, insatisfacción, sexualidad reprimida...) los personajes positivos son pocos y no tienen la entidad suficiente para cambiar los derroteros de una sociedad podrida.
En La Regenta es muy importante la influencia del ambiente sobre los personajes (por ello se ha insistido en su carácter naturalista) y, en efecto, tanto el mundo exterior (la ciudad en la que viven, el ambiente y las relaciones sociales) como el más próximo a los personajes (su familia, infancia, formación) los condicionan de modo definitivo. Incluso la naturaleza se relaciona con los movimientos anímicos de los personajes (la lluvia constante, las estaciones del año).
Personajes
Ana Ozores es una joven muy sensible, romántica, soñadora, con una gran ansia de amor, en gran parte debido a la falta de afecto en su infancia: su madre murió al nacer ella; su padre se casó pronto otra vez y apenas puedo ocuparse de su hija, y a su muerte Ana pasó a vivir con unas tías que en cuanto pudieron la casaron con D. Víctor Quintanar, un hombre de edad avanzada, ex-Regente de la Audiencia, bonachón, aficionado a los dramas de honor calderonianos y a la caza, pero poco idóneo para darle a Ana el amor que necesitaba y deseaba.
Ana Ozores, la Regenta
Doña Ana tardó mucho en dormirse, pero su vigilia ya no fue impaciente, desabrida. El espíritu se había refrigerado con el nuevo sesgo de los pensamientos. Aquel noble esposo a quien debía la dignidad y la independencia de su vida, bien merecía la abnegación constante a que ella estaba resuelta. Le había sacrificado su juventud: ¿por qué no continuar el sacrificio? No pensó más en aquellos años en que había una calumnia capaz de corromper la más pura inocencia; pensó en lo presente. Tal vez había sido providencial aquella aventura de la barca de Trébol. Si al principio, por ser tan niña, no había sacado ninguna enseñanza de aquella injusta persecución de la calumnia, más adelante, gracias a ella, aprendió a guardar las apariencias; supo, recordando lo pasado, que para el mundo no hay más virtud que la ostensible y aparatosa. Su alma se regocijó contemplando en la fantasía el holocausto del general respeto, de la admiración que como virtuosa y bella se le tributaba. En Vetusta, decir la Regenta era decir la perfecta casada. Ya no veía Anita la estúpida existencia de antes. Recordaba que la llamaban madre de los pobres. Sin ser beata, las más ardientes fanáticas la consideraban buena católica. Los más atrevidos Tenorios, famosos por sus temeridades, bajaban ante ella los ojos, y su hermosura se adoraba en silencio. Tal vez muchos la amaban, pero nadie se lo decía... Aquel mismo don Álvaro que tenía fama de atreverse a todo y conseguirlo todo, la quería, la adoraba sin duda alguna, estaba segura; más de dos años hacía que ella lo había conocido, pero él no había hablado más que con los ojos, donde Ana fingía no adivinar una pasión que era un crimen.
Verdad era que en estos últimos meses, sobre todo desde algunas semanas a esta parte, se mostraba más atrevido... hasta algo imprudente, él que era la prudencia misma, y sólo por esto digno de que ella no se irritara contra su infame intento... pero ya sabría contenerle; sí, ella le pondría a raya helándole con una mirada... Y pensando en convertir en carámbano a don Álvaro Mesía, mientras él se obstinaba en ser de fuego, se quedó dormida dulcemente
Don Víctor Quintanar
Su marido era botánico, ornitólogo, floricultor, arboricultor, cazador, crítico de comedias, cómico, jurisconsulto; todo menos un marido. Quería más a Frígilis que a su mujer. ¿Y quién era Frígilis? Un loco; simpático años atrás, pero ahora completamente ido, intratable; (…) Y hacía tres años que ella vivía entre aquel par de sonámbulos, sin más relaciones íntimas. Bastaba, bastaba, no podía más; (…) ella se moría de hastío. Tenía veintisiete años, la juventud huía; veintisiete años de mujer eran la puerta de la vejez a que ya estaba llamando... y no había gozado una sola vez esas delicias del amor de que hablan todos, que son el asunto de comedias, novelas y hasta de la historia. El amor es lo único que vale la pena de vivir, había ella oído y leído muchas veces. Pero ¿qué amor? ¿Dónde estaba ese amor? Ella no lo conocía. Y recordaba entre avergonzada y furiosa que su luna de miel había sido una excitación inútil, una alarma de los sentidos, un sarcasmo en el fondo; sí, sí, ¿para qué ocultárselo a sí misma si a voces se lo estaba diciendo el recuerdo?: la primer noche, al despertar en su lecho de esposa, sintió junto a sí la respiración de un magistrado; le pareció un despropósito y una desfachatez que ya que estaba allí dentro el señor Quintanar, no estuviera con su levita larga de tricot y su pantalón negro de castor (…) ¡Lo que aquello era y lo que podía haber sido!... Y en aquel presidio de castidad no le quedaba ni el consuelo de ser tenida por mártir y heroína... Recordaba también las palabras de envidia, las miradas de curiosidad de doña Águeda (q. e. p. d.) en los primeros días del matrimonio; recordaba que ella, que jamás decía palabras irrespetuosas a sus tías, había tenido que esforzarse para no gritar: «¡Idiota!» al ver a su tía mirarla así. (…) Y ni siquiera la compadecían. Nada de hijos. Don Víctor no era pesado, eso es verdad. Se había cansado pronto de hacer el galán y paulatinamente había pasado al papel de barba que le sentaba mejor. ¡Oh, y lo que es como un padre se había hecho querer, eso sí!; no podía ella acostarse sin un beso de su marido en la frente. Pero llegaba la primavera y ella misma, ella le buscaba los besos en la boca; le remordía la conciencia de no quererle como marido, de no desear sus caricias; y además tenía miedo a los sentidos excitados en vano. De todo aquello resultaba una gran injusticia no sabía de quién, un dolor irremediable que ni siquiera tenía el atractivo de los dolores poéticos; era un dolor vergonzoso, como las enfermedades que ella había visto en Madrid anunciadas en faroles verdes y encarnados. ¿Cómo había de confesar aquello, sobre todo así, como lo pensaba? y otra cosa no era confesarlo».
«Y la juventud huía, como aquellas nubecillas de plata rizada que pasaban con alas rápidas delante de la luna... ahora estaban plateadas, pero corrían, volaban, se alejaban de aquel baño de luz argentina y caían en las tinieblas que eran la vejez, la vejez triste, sin esperanzas de amor. Detrás de los vellones de plata que, como bandadas de aves cruzaban el cielo, venía una gran nube negra que llegaba hasta el horizonte. Las imágenes entonces se invirtieron; Ana vio que la luna era la que corría a caer en aquella sima de obscuridad, a extinguir su luz en aquel mar de tinieblas».
«Lo mismo era ella; como la luna, corría solitaria por el mundo a abismarse en la vejez, en la obscuridad del alma, sin amor, sin esperanza de él... ¡oh, no, no, eso no!».
Sentía en las entrañas gritos de protesta, que le parecía que reclamaban con suprema elocuencia, inspirados por la justicia, derechos de la carne, derechos de la hermosura.
La Regenta empezó pronto a sufrir problemas de nervios, e intentará volcar su frustración con lo poco que la vida en Vetusta le ofrece. Pero pronto se verá pretendida por dos hombres. Uno, un sacerdote, Fermín de Pas, magistral de la catedral, que eligió la vida religiosa no por vocación, sino por la presión de su madre, Paula Raíces, que vio en los estudios eclesiásticos que con tanto trabajo y sacrificio pudo ofrecer a su hijo una salida de la pobreza y el trabajo duro de las minas. Ana buscará en el magistral consuelo espiritual y religioso a sus inquietudes, pero él se enamorará de ella como hombre.
El magistral
Uno de los recreos solitarios de don Fermín de Pas consistía en subir a las alturas. Era montañés, y por instinto buscaba las cumbres de los montes y los campanarios de las iglesias. En todos los países que había visitado había subido a la montaña más alta, y si no las había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba. Cuando iba a las aldeas acompañando al Obispo en su visita, siempre había de emprender, a pie o a caballo, como se pudiera, una excursión a lo más empingorotado. En la provincia, cuya capital era Vetusta, abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre nubes; pues a los más arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más robusto andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez de fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de fragua a los pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De Pas. Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero, que De Pas se procuraba siempre que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego y en sus ojos dardos. En Vetusta no podía saciar esta pasión; tenía que contentarse con subir algunas veces a la torre de la catedral. Solía hacerlo a la hora del coro, por la mañana o por la tarde, según le convenía. Celedonio que en alguna ocasión, aprovechando un descuido, había mirado por el anteojo del Provisor, sabía que era de poderosa atracción; desde los segundos corredores, mucho más altos que el campanario, había él visto perfectamente a la Regenta, una guapísima señora, pasearse, leyendo un libro, por su huerta que se llamaba el Parque de los Ozores; sí, señor, la había visto como si pudiera tocarla con la mano, y eso que su palacio estaba en la rinconada de la Plaza Nueva, bastante lejos de la torre, pues tenía en medio de la plazuela de la catedral, la calle de la Rúa y la de San Pelayo. ¿Qué más? Con aquel anteojo se veía un poco del billar del casino, que estaba junto a la iglesia de Santa María; y él, Celedonio, había visto pasar las bolas de marfil rodando por la mesa. (…) Mientras (…) el Magistral, olvidado de los campaneros, paseaba lentamente sus miradas por la ciudad escudriñando sus rincones, levantando con la imaginación los techos, aplicando su espíritu a aquella inspección minuciosa, como el naturalista estudia con poderoso microscopio las pequeñeces de los cuerpos. No miraba a los campos, no contemplaba la lontananza de montes y nubes; sus miradas no salían de la ciudad.
Vetusta era su pasión y su presa. Mientras los demás le tenían por sabio teólogo, filósofo y jurisconsulto, él estimaba sobre todas su ciencia de Vetusta. La conocía palmo a palmo, por dentro y por fuera, por el alma y por el cuerpo, había escudriñado los rincones de las conciencias y los rincones de las casas. Lo que sentía en presencia de la heroica ciudad era gula; hacía su anatomía, no como el fisiólogo que sólo quiere estud
El otro, un donjuán provinciano e inculto, que ante la atenta mirada y complicidad de toda la ciudad, intenta vencer la resistencia de la Regenta para lograr otro trofeo en una lista larga de conquistas: D. Álvaro Mesía. Toda la ciudad observa e incita los devanemos amorosos de Álvaro y Ana, que, tras darse cuenta de que el magistral no tenía un sentimiento espiritual, sino carnal, hacia ella, vive un apasionado romance con Mesía. De Pas, dolido por lo que él considera una traición, utilizará a Petra, la criada de Ana, para que el marido conozca este hecho y, obligado por el férreo código del honor, se enfrente en un duelo con Mesía.
Como resultado de ese duelo lamentable, D. Víctor Quintanar muere de un tiro en la vejiga y D. Álvaro huye de Vetusta, dejando a Ana sola frente a la sociedad asfixiante que ahora la critica y le da la espalda, escandalizada hipócritamente por el suceso del que toda la ciudad fue cómplice y propiciatoria. Sólo Frígilis, el mejor amigo de D.Víctor, permanece fiel a su lado, pero incluso esto da más motivos de crítica y escándalo a las malas lenguas. Desesperada, Ana intentará recurrir de nuevo al magistral, que, despechado, la rechaza casi violentamente, por lo que ella sufrirá un desmayo en la catedral, momento que aprovecha un acólito repulsivo, Celedonio, para besarla:
Como resultado de ese duelo lamentable, D. Víctor Quintanar muere de un tiro en la vejiga y D. Álvaro huye de Vetusta, dejando a Ana sola frente a la sociedad asfixiante que ahora la critica y le da la espalda, escandalizada hipócritamente por el suceso del que toda la ciudad fue cómplice y propiciatoria. Sólo Frígilis, el mejor amigo de D.Víctor, permanece fiel a su lado, pero incluso esto da más motivos de crítica y escándalo a las malas lenguas. Desesperada, Ana intentará recurrir de nuevo al magistral, que, despechado, la rechaza casi violentamente, por lo que ella sufrirá un desmayo en la catedral, momento que aprovecha un acólito repulsivo, Celedonio, para besarla:
Abrió, entró y reconoció a la Regenta desmayada.
Celedonio sintió un deseo miserable, una perversión de la perversión de su lascivia: y por gozar un placer extraño, o por probar si lo gozaba, inclinó el rostro asqueroso sobre el de la Regenta y le besó los labios.
Ana volvió a la vida rasgando las nieblas de un delirio que le causaba náuseas.
Había creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo.
Este es el tristísimo (y también famosísimo) final de la obra: el rechazo y la soledad total y definitiva de una mujer que cayó en la trampa de cometer el "pecado" al que toda esa sociedad la empujaba, y por el que ahora la critica y la condena.
Como muchas otras obras del Realismo y el Naturalismo (porque los argumentos de estas novelas suelen estar llenos de todo eso que gusta al público: amores, amoríos, intrigas, enredos, emociones... y realidad), La Regenta también ha sido adaptada varias veces a la pantalla, grande y pequeña.
Una de las adaptaciones más exitosas y recientes, fue la serie que hizo Televisión Española en 1995, dirigida por Fernando Méndez Leite, que fue seguida con gran éxito por casi seis millones de personas.
En esta página de Rtve tenéis información sobre la serie, sobre la obra y podéis ver los tres capítulos de los que consta.
Os dejo también un documental de la serie "La mitad invisible" que indaga en qué es lo que hace de esta novela una de las obras más importantes de nuestra literatura:
Una de las adaptaciones más exitosas y recientes, fue la serie que hizo Televisión Española en 1995, dirigida por Fernando Méndez Leite, que fue seguida con gran éxito por casi seis millones de personas.
En esta página de Rtve tenéis información sobre la serie, sobre la obra y podéis ver los tres capítulos de los que consta.
Os dejo también un documental de la serie "La mitad invisible" que indaga en qué es lo que hace de esta novela una de las obras más importantes de nuestra literatura:
Se trata de una novela realista, que pretende un reflejo fiel, completo y detallado de la sociedad de la época, que busca la verosimilitud y utiliza las técnicas características del realismo (el reflejo fiel de personajes y ambientes cotidianos, las abundantes descripciones minuciosas, la observación, la documentación o los diálogos en estilo directo e indirecto). Pero además, esta novela ofrece rasgos naturalistas, concretamente, se nota la influencia de las ideas deterministas: los personajes (sobre todo el principal, la Regenta) aparecen completamente condicionados por su pasado y terminarán "aplastados" por ese ambiente asfixiante, que les condenará a la soledad, el abandono, la frustración, la infelicidad.
La Regenta ofrece por tanto una visión muy crítica y muy dura de la sociedad española de la época a través de los temas que trata: la falsedad, la hipocresía, el problema del adulterio femenino, la incultura, la cerrazón, las mentes retrógradas, las falsas vocaciones, el afán de poder y riqueza de los cargos eclesiásticos, el vacío de unas vidas y unas mentes preocupadas solo por escudriñar y criticar a los demás...
Se trata de una novela que critica con sátira feroz a la clase dirigente (burguesía, clero, nobleza...) tanto la ciudad, Vetusta (tediosa y provinciana), como las relaciones sociales y familiares que en ella se establecen, condicionan completamente a los personajes.
En cuanto a su estructura, la obra aparece dividida en dos partes iguales en extensión, pero muy desiguales en cuanto al tiempo que narran y, por tanto, al ritmo de la narración:
Además de las técnicas propias del realismo (que empleó con maestría, sobre todo la profundidad y complejidad en el análisis de personajes, así como la riqueza y viveza de su forma de reflejar los ambientes) esta novela emplea algunas más complejas y novedosas. por ejemplo:
En cuanto a la lengua y al estilo, Clarín utiliza una lengua mucho más cuidada, elaborada y "literaria" que la de otros escritores realistas como Galdós. Aunque sigue incluyendo coloquialismos y respeta la adecuación del lenguaje al personaje, son frecuentes las oraciones largas con paralelismos y anáforas, las enumeraciones, metáforas, comparaciones, personificaciones, etc.
Se trata de una novela que critica con sátira feroz a la clase dirigente (burguesía, clero, nobleza...) tanto la ciudad, Vetusta (tediosa y provinciana), como las relaciones sociales y familiares que en ella se establecen, condicionan completamente a los personajes.
En cuanto a su estructura, la obra aparece dividida en dos partes iguales en extensión, pero muy desiguales en cuanto al tiempo que narran y, por tanto, al ritmo de la narración:
- La primera parte comprende los primeros quince capítulos y nos cuenta lo que sucede en solamente tres días. Su ritmo, por tanto, es lento, porque en ella Clarín nos describe con detalle y minuciosidad, la ciudad, los personajes, su pasado y sus relaciones. Correspondería al planteamiento de la obra.
- La segunda parte comprende los siguientes quince capítulos en los que se nos narra lo que ocurre en casi tres años. Su ritmo es, por tanto, mucho más rápido (correspondería, pues al nudo ya l desenlace).
Además de las técnicas propias del realismo (que empleó con maestría, sobre todo la profundidad y complejidad en el análisis de personajes, así como la riqueza y viveza de su forma de reflejar los ambientes) esta novela emplea algunas más complejas y novedosas. por ejemplo:
- El estilo indirecto libre: reflejar los pensamientos o palabras de un personaje en tercera persona, pero conservando los rasgos del habla propia del personaje: exclamaciones, diminutivos, coloquialismos. Suele utilizar el Pretérito Imperfecto de Indicativo. Clarín lo utiliza de forma magistral y así consigue reseñar los vericuetos de la mente es de la Regenta: permanentemente insatisfecha, oscila entre el deseo de entregarse a una pasión espiritual u obedecer a la pulsión de la sangre joven, que la inclina a ceder al asedio de Álvaro de Mesía, el don Juan de Vetusta.
- El flash-back (o salto atrás, o analepsis): interrumpir el orden de la narración en un momento dado para narrar o recordar algo que ocurrió en el pasado. Por ejemplo, la noche antes de su confesión general, la Regenta recuerda la mayor parte de su infancia.
- La ironía, utilizada por el narrador para criticar duramente a la sociedad que describe, su atraso, su incultura, su cerrazón y, sobre todo, su hipocresía (fijaos que la ironía aparece ya al principio, al calificar de "heroica" a la ciudad que a lo largo de la novela aparecerá como todo lo contrario al heroísmo y la nobleza).
En cuanto a la lengua y al estilo, Clarín utiliza una lengua mucho más cuidada, elaborada y "literaria" que la de otros escritores realistas como Galdós. Aunque sigue incluyendo coloquialismos y respeta la adecuación del lenguaje al personaje, son frecuentes las oraciones largas con paralelismos y anáforas, las enumeraciones, metáforas, comparaciones, personificaciones, etc.
Otras Obras
También escribió Clarín Su único hijo (1891), novela que, a pesar de tener ciertos valores, no admite comparación con La Regenta. Cuesta abajo, que se editó por entregas entre 1890 y 1891, es un relato con fuerte sabor autobiográfico cuyo escaso valor literario ha hecho que pase inadvertida y muchas veces se omita.
También escribió numerosos cuentos y novelas cortas. Entre sus cuentos, destaca “¡Adiós, Cordera!”, incluido en El señor y los demás, son cuentos (1892), que ha sido considerado como el mejor cuento español del siglo XIX. Del mismo año son las novelas cortas Doña Berta, Cuervo y Superchería.
E importante es, asimismo, su labor como autor de artículos periodísticos centrados, especialmente, en crítica y teoría literaria y temas políticos.
Menos interés tienen sus poemas. De hecho, esta faceta de la obra clariniana nos ha pasado totalmente inadvertida a pesar de que comenzó a escribir sus primeros versos siendo un niño y retomaría esta tarea en sus últimos años de vida. También siendo muy joven mostró interés por el teatro y escribió alguna pieza teatral. Al igual que ocurrió con la poesía, Clarín retomó su afición por el teatro al final de su vida y llegó a escribir piezas dramáticas, pero la única obra teatral de Clarín conservada es Teresa, que fue estrenada en 1895 en un momento en el que su prestigio como escritor empezaba a declinar. Esta obra, cuyo fracaso lo llenó de amargura, es considerada hoy en día como uno de los intentos más loables de renovación del teatro español del siglo XIX.
La fama de Clarín se eclipsó después de su muerte y no se recuperó hasta muchos años después, con ocasión del centenario del nacimiento del escritor ovetense en 1952.
También escribió numerosos cuentos y novelas cortas. Entre sus cuentos, destaca “¡Adiós, Cordera!”, incluido en El señor y los demás, son cuentos (1892), que ha sido considerado como el mejor cuento español del siglo XIX. Del mismo año son las novelas cortas Doña Berta, Cuervo y Superchería.
E importante es, asimismo, su labor como autor de artículos periodísticos centrados, especialmente, en crítica y teoría literaria y temas políticos.
Menos interés tienen sus poemas. De hecho, esta faceta de la obra clariniana nos ha pasado totalmente inadvertida a pesar de que comenzó a escribir sus primeros versos siendo un niño y retomaría esta tarea en sus últimos años de vida. También siendo muy joven mostró interés por el teatro y escribió alguna pieza teatral. Al igual que ocurrió con la poesía, Clarín retomó su afición por el teatro al final de su vida y llegó a escribir piezas dramáticas, pero la única obra teatral de Clarín conservada es Teresa, que fue estrenada en 1895 en un momento en el que su prestigio como escritor empezaba a declinar. Esta obra, cuyo fracaso lo llenó de amargura, es considerada hoy en día como uno de los intentos más loables de renovación del teatro español del siglo XIX.
La fama de Clarín se eclipsó después de su muerte y no se recuperó hasta muchos años después, con ocasión del centenario del nacimiento del escritor ovetense en 1952.
ACTIVIDADES (PÁGS. 30-31)
6. LEE ATENTAMENTE ESTOS DOS FRAGMENTOS DE LA REGENTA Y CONTESTA LAS PREGUNTAS.
EN EL TEXTO A ANA OZORES PREPARA LA CONFESIÓN DEL DÍA SIGUIENTE CON DON FERMÍN DE PAS. EL TEXTO B ES EL FINAL DE LA NOVELA.
EN EL TEXTO A ANA OZORES PREPARA LA CONFESIÓN DEL DÍA SIGUIENTE CON DON FERMÍN DE PAS. EL TEXTO B ES EL FINAL DE LA NOVELA.
TEXTO A
a) Ejemplos de estilo indirecto libre son:
– La deleitaba aquel placer del tacto que corría desde la cintura a las sienes.
– Aquella blandura de los colchones era todo lo maternal con que ella podía contar.
– Nunca habían oprimido su cabeza de niña contra un seno blando y caliente; y ella, la chiquilla, buscaba algo parecido donde quiera.
– Debía de ser un terranova. ¿Qué habría sido de él?
Con dicha técnica Clarín intenta provocar en el lector una cierta identificación entre la voz del narrador y la de la protagonista.
b) Ana asocia la sábana blanca, la almohada y el colchón con su niñez, cuando la obligaban a irse a la cama sin tener ella sueño y con una sensación de soledad al faltarle el cariño de su madre muerta. El contacto con un perro y con la hierba del prado le producían sensaciones parecidas.
c) El adjetivo superlativo, dulcísima, puede interpretarse en que son recuerdos de niñez, que, aunque tristes, llevan a tiempos llenos de inocencia.
d) Son las dos carencias que van a marcar a la protagonista: la muerte prematura de su madre le privará de afectividad, y la no realización de su maternidad la llevará a una frustración vital.
e) Ana es un personaje lleno de frustraciones, carente de afectividad hacia ella y sensible.
texto b
a) La descripción del lugar y del ambiente del principio del texto produce unas sensaciones:
- de miedo: Jesús de talla, con los labios pálidos y entreabiertos y la mirada de cristal fija, parecía dominado por el espanto, como si esperase una escena trágica inminente. Ana, ante aquel silencio, sintió un terror extraño...
- de indefensión: Ana esperaba sin aliento, resuelta a acudir a la seña que la llamase a la celosía... Pero el confesionario callaba. La mano no aparecía.
- de soledad: ... y al fin quedaron solos la Regenta, sobre la tarima del altar, y el Provisor dentro del confesionario. Ya era tarde. La catedral estaba sola.
c) Los colores y tonos que dominan en el texto son los oscuros y opacos: noche, sombrío, figura negra, rostro pálido, ciego, sombra... Todo ello contribuye a crear un clima de terror e indefensión por parte de la víctima.
d) Las dos últimas oraciones de la novela resumen toda ella: el hundimiento social y humano de una víctima, en este caso doña Ana. El beso furtivo de un ser despreciable la hace revivir y luego sentir la repugnancia a la vida misma.