taller de recitación
La recitación ante un auditorio consiste en TRANSMITIR CON LA VOZ EL SENTIDO E INTENCIÓN DE LAS PALABRAS y los diferentes matices del sentimiento.
Para conseguirlo hay que:
Para conseguirlo hay que:
- entender qué dice el poema
- dar la entonación adecuada a los versos
- hacer las pausas en los lugares requeridos
- dar el ritmo a la lectura de acuerdo a los acentos de intensidad del verso
- leer con la articulación, velocidad y volumennecesarios
"La palabra esencial en el tiempo": la poesía de Antonio Machado
En la poesía de Antonio Machado se diferencian tres grandes etapas, marcadas por sendos libros:
1-. Soledades (1902), luego ampliado a Soledades, galerías y otros poemas (1907).- un poemario que presenta rasgos de un modernismo intimista y simbolista. En él, Machado expresa sus sentimientos más íntimos y personales (la melancolía, la nostalgia, el ansia de amor, la soledad….) mediante una lengua evocadora y rítmica, en la que aparecen muchas realidades sensoriales (la tarde, el camino, las galerías, la fuente, colores dorados, morados, verdes, melodías, sonidos, …) que son símbolos de estados de ánimo, actitudes o realidades abstractas. Y todo con una lengua mucho más sobria y sencilla que otros poetas modernistas, buscando siempre la expresión esencial, sin elementos simplemente ornamentales o retóricos
Texto tomado de: Diente de León
he andado muchos caminos...He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas; he navegado en cien mares, y atracado en cien riberas. En todas partes he visto caravanas de tristeza, soberbios y melancólicos borrachos de sombra negra, y pedantones al paño que miran, callan, y piensan que saben, porque no beben el vino de las tabernas. Mala gente que camina y va apestando la tierra... Y en todas partes he visto gentes que danzan o juegan, cuando pueden, y laboran sus cuatro palmos de tierra. Nunca, si llegan a un sitio, preguntan a dónde llegan. Cuando caminan, cabalgan a lomos de mula vieja, y no conocen la prisa ni aun en los días de fiesta. Donde hay vino, beben vino; donde no hay vino, agua fresca. Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos, descansan bajo la tierra. |
yo voy soñando caminos...Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... - La tarde cayendo está-. "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día: ya no siento el corazón". Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda espina dorada, quién te pudiera sentir en el corazón clavada". |
anoche cuando dormíaAnoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!, que una fontana fluía dentro de mi corazón. Di: ¿por qué acequia escondida, agua, vienes hasta mí, manantial de nueva vida en donde nunca bebí? Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que una colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él, con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel. Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que un sol ardiente lucía dentro de mi corazón. Era ardiente porque daba calores de rojo hogar, y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar. Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!, que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón. |
Antonio Machado
Finales del XIX-Principios del XX
Soledades, galerías y otros poemas.
Finales del XIX-Principios del XX
Soledades, galerías y otros poemas.
2.- Campos de Castilla (1912): el contacto con el paisaje soriano (austero, sobrio, de colores apagados….) produce en él casi una revolución poética: Machado se identifica con él, y en él se centran ahora sus poemas. Sobre ese paisaje castellano que describe proyecta sus sentimientos pero también sus reflexiones e impresiones sobre Castilla y España, su situación de decadencia, su carácter, su pasado y su historia, sus perspectivas de futuro. Dentro de la obra, además, se distinguen un grupo de poemas escritos a la muerte de Leonor en los que expresa su dolor por la pérdida y el paisaje se llena con los recuerdos y la nostalgia dolorosa de lo que vivieron juntos. También se incluye una sección titulada "Proverbios y cantares", poemas breves, sentenciosos y reflexivos que anuncian ya el tipo de poesía que predominará en la tercera etapa.
Texto tomado de: Diente de León
retratoMi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero. Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—; mas recibí la flecha que me asignó Cupido y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario. Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; mas no amo los afeites de la actual cosmética ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una. ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada. Converso con el hombre que siempre va conmigo —quien habla solo espera hablar a Dios un día—; mi soliloquio es plática con este buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. Y cuando llegue el día del último viaje y esté a partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar. campos de soria¡Oh!, sí, conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta, alamedas del río, verde sueño del suelo gris y de la parda tierra, agria melancolía de la ciudad decrépita, me habéis llegado al alma, ¿o acaso estabais en el fondo de ella? ¡Gentes del alto llano numantino que a Dios guardáis como cristianas viejas, que el sol de España os llene de alegría, de luz y de riqueza! |
el mañana efímeroA Roberto Castrovido
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta, ha de tener su mármol y su día, su inefable mañana y su poeta. El vano ayer engendrará un mañana vacío y ¡por ventura! pasajero. Serán un joven lechuzo y tarambana, un sayón con hechuras de bolero: a la moda de Francia, realista; un poco al uso de París, pagano, y al estilo de España, especialista en el vicio al alcance de la mano. Esa España inferior que ora y bosteza, vieja y tahúr, zaragatera y triste; esa España inferior que ora y embiste cuando se digna usar de la cabeza, aun tendrá luengo parto de varones amantes de sagradas tradiciones y de sagradas formas y maneras; florecerán las barbas apostòlicas, y otras calvas en otras calaveras brillarán, venerables y católicas. El vano ayer engendrará un mañana vacío y ¡por ventura! pasajero, la sombra de un lechuzo tarambana, de un sayón con hechuras de bolero. El vacuo ayer dará un mañana huero. Como la náusea de un borracho ahíto de vino malo, un rojo sol corona de heces turbias las cumbres de granito; hay un mañana estomagante escrito en la tarde pragmática y dulzona. Mas otra España nace, la España del cincel y de la maza, con esa eterna juventud que se hace del pasado macizo de la raza. Una España implacable y redentora, España que alborea con un hacha en la mano vengadora, España de la rabia y de la idea. colinas plateadas¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria, oscuros encinares, ariscos pedregales, calvas sierras, caminos blancos y álamos del río, tardes de Soria, mística y guerrera, hoy siento por vosotros, en el fondo del corazón, tristeza, tristeza que es amor! ¡Campos de Soria, donde parece que las rocas sueñan, conmigo vais! ¡Colinas plateadas, grises alcores, cárdenas roquedas!... |
la saeta
¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular
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¡Oh la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar! ¡Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz! ¡Cantar de la tierra mía, que echa flores al Jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores! ¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar, ni quiero, a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar! |
a un olmo seco
A ORILLAS DEL DUERO
Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor ?romero, tomillo, salvia, espliego?.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego.
Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
?harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra?,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria. ?Soria es una barbacana,
hacia Aragón, que tiene la torre castellana?.
Veía el horizonte cerrado por colinas
oscuras, coronadas de robles y de encinas;
desnudos peñascales, algún humilde prado
donde el merino pace y el toro, arrodillado
sobre la hierba, rumia; las márgenes de río
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío,
y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
¡tan diminutos! ?carros, jinetes y arrieros?,
cruzar el largo puente, y bajo las arcadas
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
del Duero.
El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla.
¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerta
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un día,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
ufano de su nueva fortuna, y su opulencia,
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
pedía la conquista de los inmensos ríos
indianos a la corte, la madre de soldados,
guerreros y adalides que han de tornar, cargados
de plata y oro, a España, en regios galeones,
para la presa cuervos, para la lid leones.
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
El sol va declinando. De la ciudad lejana
me llega un armonioso tañido de campana
?ya irán a su rosario las enlutadas viejas?.
De entre las peñas salen dos lindas comadrejas;
me miran y se alejan, huyendo, y aparecen
de nuevo, ¡tan curiosas!... Los campos se obscurecen.
Hacia el camino blanco está el mesón abierto
al campo ensombrecido y al pedregal desierto.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor ?romero, tomillo, salvia, espliego?.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego.
Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
?harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra?,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria. ?Soria es una barbacana,
hacia Aragón, que tiene la torre castellana?.
Veía el horizonte cerrado por colinas
oscuras, coronadas de robles y de encinas;
desnudos peñascales, algún humilde prado
donde el merino pace y el toro, arrodillado
sobre la hierba, rumia; las márgenes de río
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío,
y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
¡tan diminutos! ?carros, jinetes y arrieros?,
cruzar el largo puente, y bajo las arcadas
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
del Duero.
El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla.
¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerta
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un día,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
ufano de su nueva fortuna, y su opulencia,
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
pedía la conquista de los inmensos ríos
indianos a la corte, la madre de soldados,
guerreros y adalides que han de tornar, cargados
de plata y oro, a España, en regios galeones,
para la presa cuervos, para la lid leones.
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
El sol va declinando. De la ciudad lejana
me llega un armonioso tañido de campana
?ya irán a su rosario las enlutadas viejas?.
De entre las peñas salen dos lindas comadrejas;
me miran y se alejan, huyendo, y aparecen
de nuevo, ¡tan curiosas!... Los campos se obscurecen.
Hacia el camino blanco está el mesón abierto
al campo ensombrecido y al pedregal desierto.
proverbios y cantares
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3.- Nuevas canciones (1924): su último libro, en el que predominan las inquietudes filosóficas (el ser y la vida, el tiempo, el conocimiento, la búsqueda de Dios…), en poemas breves de carácter sentencioso (al estilo de los proverbios). En este libro se incluyen los poemas escritos a Guiomar, su úlltimo amor.
Algunos Proverbios y cantares, donde se utiliza el mismo título y se agudiza la tendencia iniciada por los Proverbios de Campos de Castilla ...
I
El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve II Para dialogar, preguntad, primero; después... escuchad. IV Mas busca en tu espejo al otro, al otro que va contigo. V Entre el vivir y el soñar hay una tercera cosa. Adivínala. VIII Hoy es siempre todavía. XIV
Nunca traces tu frontera, ni cuides de tu perfil; todo eso es cosa de fuera. XV Busca a tu complementario, que marcha siempre contigo, y suele ser tu contrario. XVI Si vino la primavera, volad a las flores; no chupéis cera. XVII En mi soledad he visto cosas muy claras, que no son verdad. XIX A la vera del camino hay una fuente de piedra, y un cantarillo de barro -glu-glu- que nadie se lleva XX Adivina adivinanza, que quieren decir la fuente, el cantarillo y el agua. XXI ...Pero yo he visto beber hasta en los charcos del suelo. Caprichos tiene la sed... XXIV Despacito y buena letra: el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. XXXVI No es el yo fundamental eso que busca el poeta, sino el tú esencial. |
XXXIX
Busca en tu prójimo espejo; pero no para afeitarte, ni para teñirte el pelo. XL Los ojos por que suspiras, sábelo bien, los ojos en que te miras son ojos porque te ven. XLI -Ya se oyen palabras viejas. -Pues aguzad las orejas. XLIII Dijo otra verdad: busca el tú que nunca es tuyo ni puede serlo jamás XLVII Autores, la escena acaba con un dogma de teatro: En el principio era la máscara LXIX ¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad LI Demos tiempo al tiempo: para que el vaso rebose hay que llenarlo primero. LIII Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: despertar. LVIII Creí mi hogar apagado y revolví la ceniza... Me quemé la mano. LXIV
¿Conoces los invisibles hiladores de los sueños? Son dos: la verde esperanza y el torvo miedo. Apuesta tienen de quien hile más y más ligero, ella, su copo dorado; el, su copo negro. Con el hilo que nos dan tejemos, cuando tejemos LXVI Poned atención: un corazón solitario no es un corazón. LXVII Abejas, cantores, no a la miel, sino a las flores. |
LXVIII
Todo necio confunde valor y precio. LXXXI Si vivir es bueno, es mejor soñar, y mejor que todo, madre, despertar LXXXII No el sol, sino la campana, cuando te despierta, es lo mejor de la mañana. LXXXV ¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela. LXXXVI
Tengo a mis amigos en mi soledad; cuando estoy con ellos ¡que lejos están! XCII Dijo el árbol: teme al hacha, palo clavado en el suelo: contigo la poda es tala. XCIV Doy consejo a fuer de viejo: nunca sigas mi consejo XCV Pero tampoco es razón desdeñar consejo que es confesión. XCVIII Tu profecía, poeta. -Mañana hablaran los mudos: el corazón y la piedra. XCIX -¿Mas el arte?... -Es puro juego, que es igual a pura vida, que es igual a puro fuego. Veréis el ascua encendida. |
Texto tomado de: Diente de León
Fuente de la información y textos tomados de: Diente de León