CONTEXTO HISTÓRICO
La proclamación de la República el 14 de abril de 1931 fue recibida con alborozo por un pueblo hastiado de la Monarquía y de lo que a ella iba asociado: corrupción, injusticia, falta de libertad...
El naciente régimen pretendía la creación de un nuevo sistema constitucional que diera lugar a un parlamento representativo. Aunque no implicaba un cambio en las estructuras económicas y sociales, apartaba de importantes instancias de decisión política a la vieja oligarquía y dejaba abierto el camino a las reformas sociales y a la modernización del país.
Apoyan el advenimiento de la República desde los republicanos conservadores a los socialistas, pasando por los nacionalistas gallegos y catalanes y los republicanos progresistas. Socialmente, se aprecia también bastante heterogeneidad en los sectores representados por el nuevo gobierno: la media y la pequeña burguesía y una parte del mundo obrero. Esto explica el carácter híbrido de la política llevada a cabo: demasiado atrevida para la oligarquía, por lo que se ganó su intransigente oposición, pero bastante tímida para la izquierda, que pedía reformas más profundas.
La crisis internacional no favorecía a la joven República, aunque los problemas más graves se arrastraban desde tiempo atrás y eran de tipo estructural e interno. Destacaba el del mundo rural: había que mejorar los rendimientos y solucionar los conflictos sociales, secularmente entendidos por el poder como simples asuntos de orden público. El remedio pasaba por transformar el régimen de propiedad de la tierra, lo cual entrañaba dificultades por la resistencia de los terratenientes y por las propias limitaciones del moderado gobierno.
Socialmente, aparte de las contradicciones internas, la República hubo de hacer frente a la exaltada actitud de los grandes propietarios agrarios y de la alta burguesía, que compartían principios y modos propios del Antiguo Régimen. También fueron arduas las relaciones con el Ejército acostumbrado a intervenir en los asuntos políticos, incitado por su fracaso en la guerra colonial, reciente aún su protagonismo en la dictadora y alentado por el propio Alfonso XIII. Asimismo, no fue fácil la convivencia con la iglesia, tradicional legitimadora de la Restauración y con firme presencia en la enseñanza y otros ámbitos.
Había que afrontar, además, la cuestión de las nacionalidades revisando el estado centralista.
No era tampoco de menor importancia promover la educación y la cultura del país, según habían reclamado insistentemente los intelectuales desde tiempo atrás.
El reformismo moderado se manifiesta durante los primeros años:
De otra parte, se radicalizan las protestas socialistas y anarquistas, que reclaman al gobierno verdaderas reformas y los conflictos sociales se agravan.
En esta situación, las elecciones de 1933 dan el triunfo a la derecha. Se inicia el Bienio negro (1934-1936), en el cual la oligarquía vuelve a disponer directamente del poder político: paraliza la reforma agraria, impide los desarrollos de los estatutos de autonomía... La respuesta de los trabajadores es contundente. Se convoca en octubre de 1934 la huelga general en Asturias, donde los revolucionarios resisten un tiempo, pero acaban siendo vencidos y reprimidos brutalmente.
El proceso de radicalización se acelera. La derecha duda entre respetar la legalidad republicana y conspirar contra ella: el golpe de Estado estaba más que incubado antes de las elecciones de 1936. Por su parte, la oposición progresista tiende a la unidad aunque solo sea para defender la legalidad republicana amenazada. La coyuntura nacional propicia, por tanto, la formación de un frente popular antifascista.
En las elecciones de 1936, la victoria del Frente Popular acaba por exasperar a la oligarquía. Los sectores más reaccionarios buscan que el ejército se decida a intervenir. Y efectivamente, en julio de 1936, se produce el golpe de Estado, pero fracasa (en la única gran ciudad en la que triunfa es en Sevilla) y el levantamiento de los golpistas acaba por producir el estallido de una larga guerra civil.
En la Guerra Civil, España queda dividida en dos zonas, una (básicamente las zonas industriales y las grandes ciudades) en la que se mantenía el gobierno republicano y otra dirigida por los rebeldes. Socialmente, los bandos contaban con los apoyos diferenciados: respaldaban a los golpistas los grandes terratenientes, la alta burguesía financiera e industrial, la mayoría del clero, parte de las clases medias y los pequeños propietarios del campo del centro y del norte. Defendían la República los obreros industriales, gran parte de los sectores pequeño burgueses y los trabajadores del campo.
Dada la partición de España y los apoyos sociales de los bandos contendientes, la ayuda internacional se convirtió en una cuestión determinante. En este aspecto, la balanza se inclinó a favor de los militares sublevados, que contaron con la contribución de Italia y Alemania, mientras que la república fue atendida, una vez avanzado el conflicto, por la Unión Soviética.
Las democracias liberales, en cambio, se replegaron en una no intervención que dejaba las manos libres a las potencias fascistas, cuya participación fue decisiva desde los primeros momentos, ayudando a transportar a la península el ejército africano dirigido por Franco.
El naciente régimen pretendía la creación de un nuevo sistema constitucional que diera lugar a un parlamento representativo. Aunque no implicaba un cambio en las estructuras económicas y sociales, apartaba de importantes instancias de decisión política a la vieja oligarquía y dejaba abierto el camino a las reformas sociales y a la modernización del país.
Apoyan el advenimiento de la República desde los republicanos conservadores a los socialistas, pasando por los nacionalistas gallegos y catalanes y los republicanos progresistas. Socialmente, se aprecia también bastante heterogeneidad en los sectores representados por el nuevo gobierno: la media y la pequeña burguesía y una parte del mundo obrero. Esto explica el carácter híbrido de la política llevada a cabo: demasiado atrevida para la oligarquía, por lo que se ganó su intransigente oposición, pero bastante tímida para la izquierda, que pedía reformas más profundas.
La crisis internacional no favorecía a la joven República, aunque los problemas más graves se arrastraban desde tiempo atrás y eran de tipo estructural e interno. Destacaba el del mundo rural: había que mejorar los rendimientos y solucionar los conflictos sociales, secularmente entendidos por el poder como simples asuntos de orden público. El remedio pasaba por transformar el régimen de propiedad de la tierra, lo cual entrañaba dificultades por la resistencia de los terratenientes y por las propias limitaciones del moderado gobierno.
Socialmente, aparte de las contradicciones internas, la República hubo de hacer frente a la exaltada actitud de los grandes propietarios agrarios y de la alta burguesía, que compartían principios y modos propios del Antiguo Régimen. También fueron arduas las relaciones con el Ejército acostumbrado a intervenir en los asuntos políticos, incitado por su fracaso en la guerra colonial, reciente aún su protagonismo en la dictadora y alentado por el propio Alfonso XIII. Asimismo, no fue fácil la convivencia con la iglesia, tradicional legitimadora de la Restauración y con firme presencia en la enseñanza y otros ámbitos.
Había que afrontar, además, la cuestión de las nacionalidades revisando el estado centralista.
No era tampoco de menor importancia promover la educación y la cultura del país, según habían reclamado insistentemente los intelectuales desde tiempo atrás.
El reformismo moderado se manifiesta durante los primeros años:
- tímidos proyectos de reforma agraria
- decreto para acabar con la saturación de jefes y oficiales en el ejército
- medidas para extender la educación
- preparación de los estatutos de autonomía
- prohibición a la iglesia de ejercer la enseñanza
- aprobación del matrimonio civil y del divorcio
De otra parte, se radicalizan las protestas socialistas y anarquistas, que reclaman al gobierno verdaderas reformas y los conflictos sociales se agravan.
En esta situación, las elecciones de 1933 dan el triunfo a la derecha. Se inicia el Bienio negro (1934-1936), en el cual la oligarquía vuelve a disponer directamente del poder político: paraliza la reforma agraria, impide los desarrollos de los estatutos de autonomía... La respuesta de los trabajadores es contundente. Se convoca en octubre de 1934 la huelga general en Asturias, donde los revolucionarios resisten un tiempo, pero acaban siendo vencidos y reprimidos brutalmente.
El proceso de radicalización se acelera. La derecha duda entre respetar la legalidad republicana y conspirar contra ella: el golpe de Estado estaba más que incubado antes de las elecciones de 1936. Por su parte, la oposición progresista tiende a la unidad aunque solo sea para defender la legalidad republicana amenazada. La coyuntura nacional propicia, por tanto, la formación de un frente popular antifascista.
En las elecciones de 1936, la victoria del Frente Popular acaba por exasperar a la oligarquía. Los sectores más reaccionarios buscan que el ejército se decida a intervenir. Y efectivamente, en julio de 1936, se produce el golpe de Estado, pero fracasa (en la única gran ciudad en la que triunfa es en Sevilla) y el levantamiento de los golpistas acaba por producir el estallido de una larga guerra civil.
En la Guerra Civil, España queda dividida en dos zonas, una (básicamente las zonas industriales y las grandes ciudades) en la que se mantenía el gobierno republicano y otra dirigida por los rebeldes. Socialmente, los bandos contaban con los apoyos diferenciados: respaldaban a los golpistas los grandes terratenientes, la alta burguesía financiera e industrial, la mayoría del clero, parte de las clases medias y los pequeños propietarios del campo del centro y del norte. Defendían la República los obreros industriales, gran parte de los sectores pequeño burgueses y los trabajadores del campo.
Dada la partición de España y los apoyos sociales de los bandos contendientes, la ayuda internacional se convirtió en una cuestión determinante. En este aspecto, la balanza se inclinó a favor de los militares sublevados, que contaron con la contribución de Italia y Alemania, mientras que la república fue atendida, una vez avanzado el conflicto, por la Unión Soviética.
Las democracias liberales, en cambio, se replegaron en una no intervención que dejaba las manos libres a las potencias fascistas, cuya participación fue decisiva desde los primeros momentos, ayudando a transportar a la península el ejército africano dirigido por Franco.
las vanguardias
La etapa más fecunda de la literatura de este siglo: El periodo de entreguerras.
En esta veintena de años, el arte de Occidente conoce la revolución más radical que había sufrido nunca. LA IRRUPCIÓN DE LAS VANGUARDIAS pulveriza, en efecto, la larga tradición clasicista de la literatura europea.
El Romanticismo había sentado las bases para tal destrucción, pero solo ahora se lleva a cabo plenamente.
En esta veintena de años, el arte de Occidente conoce la revolución más radical que había sufrido nunca. LA IRRUPCIÓN DE LAS VANGUARDIAS pulveriza, en efecto, la larga tradición clasicista de la literatura europea.
El Romanticismo había sentado las bases para tal destrucción, pero solo ahora se lleva a cabo plenamente.
Se proclama la absoluta autonomía del arte, se rompe con toda la idea de imitación. La novedad, lo nuevo son exaltados en término en otro tiempo inimaginables. Es patente la voluntad de originalidad y su lógica consecuencia: el experimentalismo. El irracionalismo más ferviente se opone al racionalismo al que se acogían las estéticas realistas del siglo XIX y comienzos del XX. El dadaísmo primero, y luego, de modo total el surrealismo, se encarna el irracionalismo victorioso.
Las Vanguardias de principios del siglo XX:
los "ismos"
El período de entreguerras fue un período de efervescencia política, artística y cultural en toda Europa.
El pesimismo de los primeros años tras la 1ª Guerra Mundial fue pronto superado por el deseo de reconstruir lo que la guerra había destruido y por iniciar una nueva etapa, dando lugar a una época de prosperidad económica y optimismo generalizado conocida como “los felices veinte”.
A partir de 1930 se produjo una crisis económica y social en toda Europa, que propició el descontento y auge de los fascismos (Hitler en Alemania, Mussolini en Italia, Franco en España). En España, los conflictos de la II República derivaron en la Guerra Civil (1936-1939), que marcó todos los aspectos de la realidad española (incluida la literatura) de forma traumática
El pesimismo de los primeros años tras la 1ª Guerra Mundial fue pronto superado por el deseo de reconstruir lo que la guerra había destruido y por iniciar una nueva etapa, dando lugar a una época de prosperidad económica y optimismo generalizado conocida como “los felices veinte”.
A partir de 1930 se produjo una crisis económica y social en toda Europa, que propició el descontento y auge de los fascismos (Hitler en Alemania, Mussolini en Italia, Franco en España). En España, los conflictos de la II República derivaron en la Guerra Civil (1936-1939), que marcó todos los aspectos de la realidad española (incluida la literatura) de forma traumática
Al espíritu de la primera etapa (los felices veinte) corresponde una época de experimentación en todas las artes conocida como “Vanguardias”. Este término bélico refleja la actitud combativa frente a las formas establecidas de varios movimientos estéticos conocidos como “ismos”, que se dieron en toda Europa e Hispanoamérica y que afectaron a todas las artes (pintura, escultura, cine, literatura), aunque habrá algunos específicamente literarios:
- Cubismo: pretende descomponer la realidad en las formas geométricas que la componen (en el caso del lenguaje, jugarán descomponiéndolo en sus elementos esenciales, desde los versos a los monemas). En pintura destacan Picasso o Juan Gris, en literatura, Apollinaire con sus caligramas.
- Dadaísmo: su creador fue el suizo Tristán Tzara, pero hubo otros dadasístas destacados y "gamberros" (por provocadores) como Marcel Duchamp. Toman su nombre del balbuceo de un niño, y juegan con el arte como creación lúdica, autónoma, completamente libre, espontáean, al margen de todo aprendizaje y toda norma, dando cabida a lo azaroso y lo absurdo. Crearon técnicas como el collage.
- Futurismo: creado por el italiano Marinetti, pronto se propagó por toda Europa ensalzando la agresividad, la juventud, los adelntos técnicos y la actitud combativa contra las formas establecidas y tradicionales.
- Surrealismo: creado por el francés André Breton, es el que más ha perdurado e influido (sigue percibiéndose su influencia en el cine, la pintura, la literatura, las artes en general). Los surrealistas buscan que el arte sea expresión del insconsciente o subconciente, lo absurdo, lo intuitivo, lo onírico, a través de imágenes ilógicas e impactantes.
- Ultraísmo y Creacionismo, que pretenden que el poema vaya más allá de la realidad lógica perceptible por los sentidos y cree una realidad nueva, libre, autónoma. Tienen en común el uso de la metáfora como forma de crear esa nueva realidad. Sus principales representantes serán , respectivamente, el sevillano Guillermo de la Torre y el chileno Vicente Huidobro, aunque a ellos se adherirán otros poetas como Gerardo Diego.
El vanguardista español más importante fue Ramón Gómez de la Serna, creador de las Greguerías, género completamente nuevo que él definió como metáfora+humor: textos muy breves (generalmente una sola oración) en que se relacionan de forma ingeniosa y sorprendente dos términos alejados en la realidad. La mayoría son completamente intrascendentes, de acuerdo con el espíritu lúdico y antisentimental de estos movimientos.
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Texto tomado de: Diente de León
UNA NUEVA FORMA DE MIRAR LA REALIDAD: LAS VANGUARDIAS
ACTIVIDADES págs. 50-51
EL FUTURISMO
8 Son esculturas que dan idea de movimiento y eso hace que despierten unas sensaciones frías; esa frialdad también guarda relación con el material empleado, el cristal, frente al mármol o bronce de las esculturas clásicas.
9 El conjunto sugiere una sensación de continuidad, donde no hay separación física entre la botella, el vaso, la mesa y el libro. La realidad es una realidad diferenciada, pero unida.
10 La figura humana en movimiento resulta agresiva, ya que en ella se destaca un rostro altivo, hierático, que avanza decidido, y donde sobresale la musculatura de la misma, símbolo de fuerza.
EL CUBISMO
11 Ambos juegan con distintos lenguajes: el visual, el verbal, etc.
Además, juegan con las formas, con la libertad tipográfica...
12 Aparece el lenguaje escultórico, la poesía se mezcla con la imagen, el dibujo...
13 Respuesta abierta.
el DADAÍSMO
14. Se trata de una obra compuesta de dos elementos cotidianos, prácticos: una rueda y un taburete. En principio, ninguno de los dos se había tomado como objeto merecedor de ser contemplado.
15. La rueda es móvil, el taburete es fijo. Da la impresión de que la rueda está obligada a permanecer en reposo, a pesar de su capacidad para rodar. Se trata de un movimiento estático.
EL EXPRESIONISMO
16 Se trata de oficiales que están entreteniéndose, jugando a las cartas; parece que el destino del mundo esté en su juego, en el azar de sus movimientos...
17 Respuesta abierta.
el surrealismo
18. Coincide con el dadaísmo en el gusto por provocar al espectador, en el juego con los objetos cotidianos, aparentemente incompatibles.
19. Un animal marino que sobrevuela el espacio; un hombre que hace su aseo dentro de un armario, las propias cortinas...
20. Se produce más bien un extrañamiento; están en su mundo, como ausentes; los colores son fríos.
LAS VANGUARDIAS LITERARIAS EN ESPAÑA:
LAS GREGUERÍAS DE RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, EL ULTRAÍSMO Y EL CREACIONISMO.
LAS GREGUERÍAS DE RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, EL ULTRAÍSMO Y EL CREACIONISMO.
ACTIVIDADES pág. 53
las greguerías
21.
- Tocar la trompeta es como beber música empinando el codo: imagen visual en que la
postura del trompetista tocando el instrumento es similar a la del borracho empinado la botella con la mano. - Golf: juego para ratones que se han vuelto ricos: identifica el juego del golf, propio de gente adinerada, y que consiste en introducir la pelota por un hoyo a esa misma acción realizada por los ratones cuando se esconden por un agujero.
- Los tornillos son clavos peinados con la raya al medio: imagen metafórica donde identifica la hendidura que tienen las cabezas de los tornillos para que pueda aplicarse sobre ella el destornillador, con la raya del peinado.
- La jirafa es un caballo alargado por la curiosidad: cuando uno/una siente curiosidad, una manera de manifestarla con el gesto es alargando el cuello; ese cuello alargado es característico de las jirafas; y, al ser cuadrúpedas, las llama caballos.
- La pulga hace guitarrista al perro: característico en el toque de la guitarra es el rasgueo de las cuerdas, similar al gesto que puede hacer un perro cuando una pulga lo pica.
- El libro es un pájaro con más de cien alas para volar: un libro es una fuente de imaginación, de ensoñación, y sus cientos de páginas invitan al vuelo ilusorio.
- Si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte: se juega con la idea del doble, de una persona distinta a ti.
- Pingüino es una palabra atacada por las moscas: los puntos que están encima de la palabra parecen moscas.
- En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado: los espejos son los brillos que hay en el agua; están ahogados porque están en el líquido, hundidos.
- Al servirnos una ración de jamón parece que nos sirven un bello crimen en lonchas: al estar cortado, el jamón parece el resultado de un asesinato.
El ultraísmo
22.
El texto propuesto, “El columpio”, es vanguardista porque rompe con los moldes tanto externos como internos de la creación literaria. De entrada, el texto tiene una presentación de impacto visual, donde su lectura obliga a la mirada a realizar un movimiento de vaivén similar al que se produce con el propio artefacto: movimiento lento y equilibrado, al principio, y que luego se desequilibra y produce un movimiento oscilante fuerte, para luego ir parando paulatinamente. Las metáforas son totalmente irracionales, visiones imaginarias. Es muy plástico observar que el punto final de las oscilaciones vaya marcado por el sí y por el no, los dos extremos de la realidad lógica.
LA GENERACIÓN DEL 27
- & LAS SIN SOMBRERO
A pesar del convulso clima político político y social que vivía el país, un grupo de jóvenes intelectuales, conocidos como Generación del 27, comenzaron a renovar el panorama literario español.
Bajo este nombre se agruparon un conjunto de escritores que aunaron la tradición literaria española (Cancioneros y poetas de los Siglos de Oro) y las nuevas corrientes de vanguardia que llegaron de Europa y que adaptaron a España.
Bajo este nombre se agruparon un conjunto de escritores que aunaron la tradición literaria española (Cancioneros y poetas de los Siglos de Oro) y las nuevas corrientes de vanguardia que llegaron de Europa y que adaptaron a España.
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La fecha referencial de esta generación fue 1927, cuando en el Ateneo de Sevilla, se CONMEMORARON LOS TRESCIENTOS AÑOS DE LA MUERTE DE GÓNGORA. En esta ocasión se reunieron, por primera vez y este encuentro tuvo un doble significado; por un lado, tomaron como modelo al poeta barroco y, por otro, hicieron un manifiesto en contra del Modernismo y la tradición del siglo XIX.
La primera lista de componentes del grupo fue publicada ese mismo año en el primer número de la revista Verso y Prosa y allí figuraban los siguientes autores: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Luis Cernuda y Rafael Alberti.
La primera lista de componentes del grupo fue publicada ese mismo año en el primer número de la revista Verso y Prosa y allí figuraban los siguientes autores: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Luis Cernuda y Rafael Alberti.
Los RASGOS que permitieron considerarlos dentro del mismo grupo de escritores son:
- Fechas de nacimiento cercanas en el tiempo. Se encuentran entre 1891 y 1905.
- Figura referencial. Sintieron verdadero aprecio por la poesía de Luis de Góngora, debido a su perfección formal. Sus homenajes sirvieron como citas para reunirse y leer sus versos.
- Lugares comunes. Convivieron en especial en la Residencia de estudiantes, en Madrid, donde conocieron a personajes fundamentales de la cultura. La Residencia de Estudiantes, fundada en 1910, fue el primer centro cultural cuyo objetivo fue el intercambio científico y artístico entre España y Europa. El propósito de la Residencia era crear un ambiente propio para el fomento de la intelectualidad y la convivencia entre los estudiantes. Supuso, por tanto, un foco de difusión de la modernidad en España y de recepción de las vanguardias internacionales.
- Revistas literarias. Colaboraron en varias publicaciones como Revista de Occidente, La Gaceta Literaria, Litoral, Cruz y Raya, además de Caballo Verde para la Poesía, dirigida por Pablo Neruda.
- Maestros comunes. Siguieron fielmente los postulados de Ortega y Gasset en cuanto a la renovación estética, y a Juan Ramón Jiménez como su referente a través de su poesía pura.
- Antología. Gerardo Diego incluyó a todos ellos en una antología en la que, además de muestras de su obra, cada escritor preparó un texto sobre su propia idea de la poesía, que acompañaba sus poemas.
CARACTERÍSTICAS
Esta generación tiene en común las siguientes características, además de ciertos gustos, influencias e intereses comunes.
TEMAS
En estos escritores aparecen grandes temas recurrentes:
Esta generación tiene en común las siguientes características, además de ciertos gustos, influencias e intereses comunes.
- Gustos estéticos similares. Compartieron el interés por la pureza estética, así como la mezcla de los culto y lo popular.
- Influencias literarias dispares. Recogieron las ideas literarias de Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Rubén Darío, Gustavo Adolfo Bécquer, Luis de Góngora, Jorge Manrique, Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz o Francisco de Quevedo.
- Especial interés por lo popular. Asumieron tanto las tradiciones como las formas de expresión del romancero y de los cancioneros. Esto se conjuga de forma excepcional con la idea de renovación y modernidad presente la forma particular en cada poeta.
- Renovación poética. Buscaron un léxico especial, el uso y la reinvención de la metáfora, un amplio desarrollo del verso libre y la recuperación de esquemas rítmicos clásicos.
- Influencia de la vanguardia. Se acercaron a literatos extranjeros como el francés Paul Valéry y los hispanoamericanos César Vallejo o Pablo Neruda y a las tendencias europeas del momento, especialmente a la corriente surrealista.
TEMAS
En estos escritores aparecen grandes temas recurrentes:
- Modernidad. Incluyen en su obra la idea de progreso representada en los nuevos inventos, los transportes, las transformaciones...
- Naturaleza. Retoman el concepto pero acercándolo a la ciudad y al mundo cotidiano, que se une a su propia visión del mundo.
- Amor. Recurren a este sentimiento, ligado a la idea de la naturaleza humana y al individuo.
- Compromiso. Se comprometen con su tiempo. Antes de la Guerra Civil prácticamente no abordaron en su obra la temática social; sin embargo, durante la guerra y después de ella, muchos escritores afrontaron el tema desde diferentes perspectivas.
ETAPAS
Aunque cada miembro de este grupo literario tiene unos rasgos personales, tradicionalmente la crítica literaria ha señalado tres etapas:
Aunque cada miembro de este grupo literario tiene unos rasgos personales, tradicionalmente la crítica literaria ha señalado tres etapas:
- Inicial (hasta 1929). Los autores se sitúan entre el influjo de la lírica popular y la admiración por los clásicos. En este ambiente, además, cultivaron de manera fructífera la poesía pura, en la línea de Juan Ramón Jiménez.
- Antes de la Guerra Civil (desde 1929-1936). Esta etapa se caracterizaba por la gran influencia del surrealismo. De esta corriente incorporan fundamentalmente el uso de imágenes y metáforas singulares, así como el inconsciente.
- Después de la Guerra Civil (a partir de 1939). La guerra fue la causa de la desaparición de la generación del 27, bien por el exilio (Salinas, Guillén, Alberti, Cernuda) o por la muerte (fusilamiento de Lorca). Una obra existencial y angustiada fue el resultado del final trágico.
En España, el año 1927 está asociado a la generación de artistas e intelectuales más fecunda del siglo XX. La denominada Generación del 27 se ha convertido en una de las marcas artísticas más reconocidas que identifica un momento crucial (1923-1936) en la historia cultural y social del país. El hecho de formar parte de esta Generación ha permitido que sus integrantes oficiales, entre los que se encuentran Federico García Lorca, Luís Buñuel, Salvador Dalí, Rafael Alberti o Luis Cernuda, hayan gozado de popularidad y hayan sido objeto de atención nacional e internacional.
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Pero este reconocimiento solo existe hacia ellos, aunque en esta explosión creativa también había mujeres: surgió la que fuera la primera generación de mujeres que entró sin complejos en el mundo artístico.
Mujeres de gran talento, que compartieron entre ellas amistad, reflexiones y vivencias y que influyeron de forma decisiva en el arte y pensamiento español y, en algunos casos, debido a su producción en el exilio, en los estilos y géneros de artistas internacionales. La Guerra Civil supuso el fin de esa Generación, pero en el caso de ellas supuso también su condena al olvido.
Reconstituida la democracia, los nombres de sus colegas fueron recuperados y ensalzados, mientras que los de ellas permanecieron en silencio, perdiendo su lugar, de pleno derecho, dentro del relato oficial de la Generación del 27 y por consiguiente en la historia. María Teresa León, Ernestina de Champourcín, Rosa Chacel, Concha Méndez, Josefina de la Torre, María Zambrano, Maruja Mallo y Marga Gil Roësset son una representación de estas creadoras.
Mujeres de gran talento, que compartieron entre ellas amistad, reflexiones y vivencias y que influyeron de forma decisiva en el arte y pensamiento español y, en algunos casos, debido a su producción en el exilio, en los estilos y géneros de artistas internacionales. La Guerra Civil supuso el fin de esa Generación, pero en el caso de ellas supuso también su condena al olvido.
Reconstituida la democracia, los nombres de sus colegas fueron recuperados y ensalzados, mientras que los de ellas permanecieron en silencio, perdiendo su lugar, de pleno derecho, dentro del relato oficial de la Generación del 27 y por consiguiente en la historia. María Teresa León, Ernestina de Champourcín, Rosa Chacel, Concha Méndez, Josefina de la Torre, María Zambrano, Maruja Mallo y Marga Gil Roësset son una representación de estas creadoras.