El Romanticismo es un movimiento político, social, cultural, artístico y literario que afectó a todos los órdenes de la vida, empezando por la ideología.
Se opone radicalmente al movimiento inmediatamente anterior (la Ilustración y el Neoclasicismo) que defendía la razón, el progreso, la utilidad y el respeto a las normas clásicas.
Se opone radicalmente al movimiento inmediatamente anterior (la Ilustración y el Neoclasicismo) que defendía la razón, el progreso, la utilidad y el respeto a las normas clásicas.
NEOCLASICISMO (S. XVIII)
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ROMANTICISMO (S. XIX)
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El rasgo esencial del Romanticismo se basa en que el mundo deja de verse como un todo perfecto, estático y se concibe como un mecanismo dinámico, atractivo y frustrante a la vez. Esta nueva visión de la realidad trae consigo un nuevo planteamiento del proceso creador: la gran revolución romántica es la ruptura de la teoría de la imitación. Frente a esta, oponen la fuerza creadora del yo del artista que se convierte en un pequeño Dios (el genio) capaz de penetrar en el misterio de lo creativo, en lo más oculto de la realidad: no la describe, sino que la crea de nuevo en un acto similar a la creación divina.
Este individualismo feroz en el proceso de creación necesita sobre todo libertad para poder crear sin ningún tipo de freno (ni político, ni social, ni moral); se rechazan las normas del Clasicismo anterior, la Literatura rompe con los principios platónicos y aristotélicos, sobre todo con la regla de las tres unidades.
El lenguaje forma parte de la experimentación, se hace más flexible, musical, mezclan la prosa y el verso, además introducen novedades en las estrofas y en los metros.
Frente a la razón, oponen la intuición; la imaginación cobra especial relevancia. Este irracionalismo hace que recurran con frecuencia al mundo de los sueños. También el escritor romántico se sentirá atraído por lo desconocido, la vida de ultratumba, lo fantástico, lo satánico: la noche será su compañera y los cementerios, su fuente de inspiración.
El mundo que le rodea no le comprende, no le satisface, le coarta, por eso tratará de huir de él (espacial y temporalmente) y se refugiará en otras épocas, por ejemplo, en la Edad Media, con sus castillos, con sus templos góticos, sus caballeros; o en otros lugares ajenos a su realidad: los patios solitarios son el escenario de muchas de sus obras, otras veces se siente atraído por todo lo oriental. Esta forma de escribir se denomina “escapismo”.
Este individualismo feroz en el proceso de creación necesita sobre todo libertad para poder crear sin ningún tipo de freno (ni político, ni social, ni moral); se rechazan las normas del Clasicismo anterior, la Literatura rompe con los principios platónicos y aristotélicos, sobre todo con la regla de las tres unidades.
El lenguaje forma parte de la experimentación, se hace más flexible, musical, mezclan la prosa y el verso, además introducen novedades en las estrofas y en los metros.
Frente a la razón, oponen la intuición; la imaginación cobra especial relevancia. Este irracionalismo hace que recurran con frecuencia al mundo de los sueños. También el escritor romántico se sentirá atraído por lo desconocido, la vida de ultratumba, lo fantástico, lo satánico: la noche será su compañera y los cementerios, su fuente de inspiración.
El mundo que le rodea no le comprende, no le satisface, le coarta, por eso tratará de huir de él (espacial y temporalmente) y se refugiará en otras épocas, por ejemplo, en la Edad Media, con sus castillos, con sus templos góticos, sus caballeros; o en otros lugares ajenos a su realidad: los patios solitarios son el escenario de muchas de sus obras, otras veces se siente atraído por todo lo oriental. Esta forma de escribir se denomina “escapismo”.
Nace en Alemania a finales del siglo XVIII (Schiller, Goethe) y desde allí se extiende a toda Europa. El Romanticismo surgió como una reacción inconformista, vital y cultural, contra el sistema de valores de la burguesía dieciochesca.
A España llega en 1833, tras la muerte de Fernando VII, con la vuelta de los exiliados liberales desde Europa, donde habían entrado en contacto con el Romanticismo europeo, y durará sólo hasta mediados de siglo.
Fue un movimiento fugaz: se incubó en el primer tercio del siglo, triunfó en 1833 con la vuelta de los exiliados (los años treinta y cuarenta son el momento del apogeo en el Romanticismo español y entró en franca decadencia a mediados de la década siguiente, hacia 1844 (estreno de Don Juan Tenorio de Zorrilla) se disuelve la capacidad creativa de la generación romántica. Han muerto muy jóvenes algunos de sus máximos representantes (Larra, Espronceda), otros se han pasado al conservadurismo (Duque de Rivas) y los más, simplemente, solo son capaces de repetirse.
Sin embargo, las marcas del estilo romántico pervivirán a lo largo del tiempo, abrirá el paso hacia la novela de costumbres, hija de la época romántica y anunciadora del Realismo.
A pesar de su brevedad, su influencia es fundamental y se alarga prácticamente hasta nuestros días: muchos de sus géneros, sus temas, sus actitudes, aspectos de su concepción del arte y la literatura y ecos concretos siguen funcionando en la actualidad (la novela histórica, la literatura fantástica y de terror, la sinceridad poética, el subjetivismo...).
A España llega en 1833, tras la muerte de Fernando VII, con la vuelta de los exiliados liberales desde Europa, donde habían entrado en contacto con el Romanticismo europeo, y durará sólo hasta mediados de siglo.
Fue un movimiento fugaz: se incubó en el primer tercio del siglo, triunfó en 1833 con la vuelta de los exiliados (los años treinta y cuarenta son el momento del apogeo en el Romanticismo español y entró en franca decadencia a mediados de la década siguiente, hacia 1844 (estreno de Don Juan Tenorio de Zorrilla) se disuelve la capacidad creativa de la generación romántica. Han muerto muy jóvenes algunos de sus máximos representantes (Larra, Espronceda), otros se han pasado al conservadurismo (Duque de Rivas) y los más, simplemente, solo son capaces de repetirse.
Sin embargo, las marcas del estilo romántico pervivirán a lo largo del tiempo, abrirá el paso hacia la novela de costumbres, hija de la época romántica y anunciadora del Realismo.
A pesar de su brevedad, su influencia es fundamental y se alarga prácticamente hasta nuestros días: muchos de sus géneros, sus temas, sus actitudes, aspectos de su concepción del arte y la literatura y ecos concretos siguen funcionando en la actualidad (la novela histórica, la literatura fantástica y de terror, la sinceridad poética, el subjetivismo...).
Presentación vía Itziar López
característicAS
Sus principales características serán:
1.-Individualismo, subjetivismo, predominio del YO, egocentrismo. La idea central del Romanticismo es la exaltación del yo, el individualismo. La intuición y la espontaneidad desplazan a la razón y el pensamiento lógico; los creadores y sus personajes actúan por impulsos, sin valorar las consecuencias de sus actos y siguiendo el dictado de sus sentimientos.
2.- Defensa de la libertad, como valor fundamental, tanto en la vida como en el arte. La libertad del artista favorece la autonomía del genio, la intuición, la espontaneidad, la imaginación. Los escritores románticos son auténticos defensores de la libertad de los individuos, considerada como el mayor tesoro, y también, la libertad de los pueblos y las naciones. Por ello, es frecuente la aparición de personajes que, para salvaguardar su libertad viven al margen de las leyes que la sociedad impone (piratas, bandidos...) o que, como uno de los héroes del Romanticismo inglés, Ivanhoe, dan su vida por la defensa de grandes ideales. En ansia de libertad también se manifiesta en:
- Rebeldía: van a romper con todo tipo de normas, tanto sociales como artísticas, y van a considerar héroes a los que atacan esas normas o logran vivir al margen de ellas (bandidos, marginados, delincuentes, piratas, etc.).
- En literatura también se manifiesta esta ruptura de normas deliberada y constante: mezclan versos y estrofas, géneros distintos en la misma obra, ruptura de las unidades dramáticas, mezcla de tragedia y comedia, prosa y verso, distintos estilos, etc. La imaginación del escritor, su inspiración, organiza y guía la obra sin tener en cuenta los preceptos formales.
4.- Idealismo: los románticos persiguen grandes ideales (amor perfecto, belleza absoluta, justicia, felicidad total), casi siempre imposibles de alcanzar en la realidad.
5.- El escritor romántico muestra descontento vital con la sociedad, pues esta le impone normas, obligaciones y frustraciones que coartan al individuo. Este choque entre sus ideales y la realidad les lleva a una actitud de pesimismo, insatisfacción y rechazo de la realidad que se manifiesta de varias formas (es decir, tiene varias consecuencias):
- El sentimiento de melancolía, tristeza, insatisfacción, desesperación. Que puede llevar incluso al suicidio.
- La rebeldía, la ira, la protesta airada contra el destino, la sociedad, el mundo o Dios.
- La evasión: los románticos huyen de la realidad (y su representación artística y literaria) de varias formas::
· Evasión en el espacio (o exotismo): gusto por lugares y culturas alejadas de la propia (Oriente, India, lo árabe, etc.)
· Evasión a través de la fantasía, lo imaginativo, lo irreal, lo irracional: gusto por las leyendas e historias que narren acontecimientos alejados de lo real, lo razonable o lo cotidiano. Por ejemplo, ahora nacen grandes mitos de la literatura fantástica y de terror como Drácula o Frankenstein.
6.-Obsesión con la muerte: la muerte es la realidad que impide al hombre la felicidad plena, y por ello se convierte en un tema recurrente de las obras románticas, en las que son frecuentes los sucesos trágicos y los elementos sepulcrales o lúgubres relacionados con ella (entierros, calaveras, cementerios, sepulcros, tumbas, ataúdes…)
7.- Uso de la naturaleza como reflejo del estado de ánimo: la naturaleza aparece muy frecuentemente en las obras de arte románticas, pero no de forma realista u objetiva, sino subjetiva, en consonancia con su estado de ánimo; es más, como forma de transmitir o expresar ese estado de ánimo. Está en el centro de toda creación artística, no solo como escenario de la acción, sino como una fuerza superior que interviene en su desarrollo. Refleja los excesos del escritor romántico, por lo que a menudo se recurre a escenarios misteriosos, castillos abandonados, cementerios...
Así, la naturaleza típicamente romántica será:
- Violenta, desatada, agitada (que expresa rebeldía, desesperación...): tormentas, huracanes, tempestades, mar embravecido.
- Triste, melancólica, desolada (nieve, bruma, bosques en invierno, el otoño, hojas secas, cielo gris...)
- Paisajes lúgubres, tétricos, misteriosos o históricos (ruinas, castillos, grutas, ruinas, paisajes nocturnos, cementerios...)
9.- Nueva concepción de la literatura: para los Románticos, la literatura debe ser la expresión individual, auténtica y libre de los sentimientos personales:
- Ruptura de normas que limiten esa libertad expresiva.
- Aparecen sentimientos extremos (amor inevitable y apasionado, odios de por vida, tristeza que llega a la desesperación…)
- Valoración de la inspiración (antes que la técnica) y el genio individual (antes que el aprendizaje)
Texto tomado de: Teresa Losada. Diente de León
tarea
nube de palabras románticas
Atendiendo a las características del Romanticismo, vamos a crear una nube de palabras con las PALABRAS CLAVE del movimiento romántico.
Existen diferentes herramientas digitales para crear nubes de palabras, os recomiendo las siguientes:
https://wordart.com/create
http://www.wordle.net/
https://www.wordclouds.com/
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la poesía romántica
El género más apropiado para reflejar las características de este movimiento es la poesía y, en consecuencia, es el más representativo de la etapa romántica.
Fue el género más cultivado del ROMANTICISMO, por ser el género dedicado por definición a la expresión de sentimientos, LA SUBJETIVIDAD, EL "YO".
Los románticos llevarán a cabo una renovación total. LA LIBERTAD CREATIVA se impone a las normas, rechazan muchas de las convenciones que hasta el momento habían encorsetado la creación poética, haciendo que ESTA SEA UN REFLEJO AUTÉNTICO, FIEL Y ORIGINAL DE LOS SENTIMIENTOS PERSONALES DEL AUTOR. |
La poesía romántica, representa en la evolución del género un momento tan importante como la aparición de la poesía italianizante en el siglo XVI. La poesía de este periodo aporta al género una NUEVA ACTITUD DEL EMISOR. A partir de este momento, el poeta desnuda su alma y expresa sus sentimientos y ansias de manera directa a través de sus poemas. La libre expresión de los sentimientos es la característica básica de lo que hoy entendemos por lírica, por ello, la identificación entre Romanticismo y poesía es tan fuerte que se ha producido una ampliación del sentido de la palabra "romántico" que, en el habla cotidiana, identifica a cualquiera que adopta un tono intimista, sensible y melancólico.
CARACTERÍSTICAS DE LA POESÍA ROMÁNTICA
- El YO confiesa su intimidad más escondida, todo lo ve desde su punto de vista.
- El amor romántico es APASIONADO, va desde la entrega total a la pérdida y la soledad. EXTREMO E IDEALIZADO, casi siempre imposible, suele ser un amor FRUSTRADO, que da dolor, porque solo la persona imaginada, ideal, puede satisfacer la aspiración de los enamorados.
- ANGUSTIA VITAL & PESIMISMO: Preocupación por el paso del tiempo, la vida, la muerte, la soledad, la angustia del tiempo perdido.
- REIVINDICACIONES SOCIALES E IDEALES ROMÁNTICOS (LA LIBERTAD). Rechazo a las injusticias, atención a la marginalidad, la gente marginal se propone como modelo de libertad. Es rebelde, desafiante e incluso satánica. Se toma como modelo el Don Juan seductor y desengañado del mundo.
- LA NATURALEZA toma protagonismo como reflejo del estado de ánimo del yo poético, de ahí las tormentas, la noche, la presencia de ruinas... que funcionan como símbolo de su estado apasionado.
- POLIMETRÍCOS Y POLIESTRÓFICOS: Presenta diversos tipos de versos y de estrofas en un mismo poema. Invención de estrofas nuevas y también se emplean estrofas tradicionales y populares (romance, estribillo...).
- Se cultiva tanto la poesía lírica como la poesía narrativa.
POESÍA NARRATIVA
Estos poemas abordan temas filosóficos, históricos y legendarios, con frecuencia ambientados en la Edad Media. Poemas que cuentan una historia. Sus argumentos van a presentar elementos típicos de las narraciones románticas (misterio, muerte, lo sobrenatural, el amor pasional...). Generalmente utilizan el ROMANCE (forma métrica popular usada tradicionalmente por la poesía narrativa). Como principal autor podemos destacar a José de Espronceda con El estudiante de Salamanca. |
POESÍA LÍRICA
De exaltación de los valores románticos (la libertad, la rebeldía, el rechazo de las injusticias... A veces ensalzan a personajes marginales (piratas, ladrones, delincuentes...) que viven al margen como forma de mostrar su rechazo de la sociedad. Suelen ser poemas extensos, poliestróficos y polimétricos de tono subjetivo y tono altisonante, de estilo enfático. Su principal representante es José de Espronceda con Canciones, El diablo mundo, El himno al sol. |
En la segunda mitad del S.XIX, durante el llamado postromanticismo, se desarrolla una POESÍA INTIMISTA.
Expresa los sentimientos más íntimos y personales del autor (amor, soledad, angustia, miedo a la muerte...). Poemas, generalmente breves, de métrica y lenguaje más sencillo y directo.
Dentro de esta tendencia tenemos a dos grandes poetas postrománticos: Bécquer y Rosalía de Castro, que escriben poesía romántica cuando ya había triunfado el REALISMO.
Expresa los sentimientos más íntimos y personales del autor (amor, soledad, angustia, miedo a la muerte...). Poemas, generalmente breves, de métrica y lenguaje más sencillo y directo.
Dentro de esta tendencia tenemos a dos grandes poetas postrománticos: Bécquer y Rosalía de Castro, que escriben poesía romántica cuando ya había triunfado el REALISMO.
JOSÉ DE ESPRONCEDA
El máximo exponente del Romanticismo exaltado, revolucionario y liberal.
Llevó una vida agitada y apasionada marcada por dos motivos tremendamente románticos: el amor (apasionado, tormentoso y con mucho de clandestino), y la lucha por unas ideas liberales progresistas y radicales, que le provocaron persecuciones, clandestinidad y destierros, y que defendió con las armas, la política y la palabra hasta que murió, joven, como casi todos los grandes románticos.
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José de Espronceda nació un 25 de marzo de 1808 (el mismo año de la invasión napoleónica de la península), en Almendralejo (Badajoz) y en el seno de una familia de raigambre militar. Sus padres le pusieron el larguísimo nombre de José Ignacio Javier Oriol Encarnación, y con ellos se pasó los primeros años de su vida viajando por España, azuzados por la inestabilidad de la situación de guerra. En Madrid, estudió en la escuela regentada por uno de los principales prerrománticos, Alberto Lista y ya con quince años empezó su gusto por la lucha activa contra el poder que él consideraba injusto, incluso desde la clandestinidad, ya que entró a formar parte de una sociedad secreta liberal, "Los Numantinos", que conspiraba contra el férreo absolutismo y la represión impuesta por Fernando VII. Esto le supondrá, al ser descubierto, su primer destierro de Madrid en un convento de Guadalajara..
Con dieciocho años, llevado por sus ansias "de ver mundo" y tal vez por sentirse vigilado en España, se va a Portugal, y allí, en Lisboa, conoce a la hija de un general liberal exiliado que será el gran amor de su vida: Teresa Mancha. De Lisboa será expulsado a Londres, adonde pocos meses después llegará también Teresa acompañando a su familia. Aquí además entrará en contacto con el Romanticismo inglés, influencia muy importante en su poesía.
Considerado ya por las autoridades (por todas) como un "revolucionario liberal", se va a París en 1829. Espronceda participó aquí en los movimientos revolucionarios liberales de 1830 que tomaron las calles en forma de barricadas, y acompañando a otros liberales españoles, regresa a España en una expedición también revolucionaria que se vio violentamente reprimida, lo que le hace volver a Francia. En 1831 regresa a Londres, donde se reencuentra con Teresa, a la que su padre había obligado a casarse por razones económicas con un rico comerciante, con el que tiene dos hijos. Espronceda y Teresa planean la fuga: ella tenía que ir a París con su marido, y su amante va allí a esperarla. La noche del 15 de octubre, Teresa abandona el hotel en que se hospedaba con su familia y se fuga con Espronceda (o Espronceda "la rapta", como se decía en la época), abandonando a su marido y a sus dos hijos. Juntos se instalan en París en lo que será su etapa más feliz como pareja.
A la muerte de Fernando VII, en 1833, regresa a España. Teresa le sigue pocos días después. Viven juntos en Madrid y tienen una hija, Blanca. Ingresa en la Guardia Real, pero, sospechoso por su liberalismo radical, es desterrado nuevamente a Cuéllar. En esta época empieza su actividad periodística, colaborando con publicaciones de la época y haciéndose muy conocidas sus ideas liberales radicales y republicanas. Tras la segunda guerra carlista, se verá nuevamente desterrado, esta vez a Badajoz, por un gobierno liberal pero cada vez más moderado. Su abierta oposición política a los sucesivos gobiernos le condenan a una vida clandestina en Madrid, en casas de amigos. En sus artículos queda clara su ideología liberal progresista, que defiende mejoras sociales para el campesinado, anima a la lucha contra la opresión y la tiranía, y critica los intereses financieros de muchas medidas tomadas por el poder.
En 1836, Teresa, con la que ya mantenía una relación tormentosa debido sobre todo a las frecuentes ausencias de él, causadas por su intensa y agitada actividad política, le abandona, dejándole a su única hija, Blanca, para pasar a llevar una vida que fuentes de la época calificarían de "casquivana". El abandono, por supuesto, supuso un amargo trago para el poeta..
También en 1836 y al igual que Larra, Espronceda fue elegido diputado en unas elecciones que son finalmente anuladas. En 1837 vuelve a presentarse, pero, al no ser elegido, se lanza de nuevo a la lucha subversiva. En septiembre muere su gran amor, Teresa Mancha, de tuberculosis: un duro golpe que le llevó a escribir su dolorido, intenso e impresionante Canto a Teresa, incluido en El Diablo mundo, largo poema inconcluso. Dicen que Espronceda pasó una noche entera asido a los barrotes de la ventana de la casa donde murió Teresa, contemplando desde la calle el cadáver de la que fue el amor de su vida, que tuvo un entierro de caridad. La joven no tenía ni veintiocho años.
En 1838 se une al movimiento progresista del general Espartero y recorre Andalucía. En 1841 es destinado a los Países Bajos, en donde permanecerá hasta marzo. de 1842, cuando es elegido, por fin, diputado por Almería. Pero sólo permanecerá dos meses en el cargo, ya que muere el 23 de mayo, a los 34 años, víctima de la difteria.
Con dieciocho años, llevado por sus ansias "de ver mundo" y tal vez por sentirse vigilado en España, se va a Portugal, y allí, en Lisboa, conoce a la hija de un general liberal exiliado que será el gran amor de su vida: Teresa Mancha. De Lisboa será expulsado a Londres, adonde pocos meses después llegará también Teresa acompañando a su familia. Aquí además entrará en contacto con el Romanticismo inglés, influencia muy importante en su poesía.
Considerado ya por las autoridades (por todas) como un "revolucionario liberal", se va a París en 1829. Espronceda participó aquí en los movimientos revolucionarios liberales de 1830 que tomaron las calles en forma de barricadas, y acompañando a otros liberales españoles, regresa a España en una expedición también revolucionaria que se vio violentamente reprimida, lo que le hace volver a Francia. En 1831 regresa a Londres, donde se reencuentra con Teresa, a la que su padre había obligado a casarse por razones económicas con un rico comerciante, con el que tiene dos hijos. Espronceda y Teresa planean la fuga: ella tenía que ir a París con su marido, y su amante va allí a esperarla. La noche del 15 de octubre, Teresa abandona el hotel en que se hospedaba con su familia y se fuga con Espronceda (o Espronceda "la rapta", como se decía en la época), abandonando a su marido y a sus dos hijos. Juntos se instalan en París en lo que será su etapa más feliz como pareja.
A la muerte de Fernando VII, en 1833, regresa a España. Teresa le sigue pocos días después. Viven juntos en Madrid y tienen una hija, Blanca. Ingresa en la Guardia Real, pero, sospechoso por su liberalismo radical, es desterrado nuevamente a Cuéllar. En esta época empieza su actividad periodística, colaborando con publicaciones de la época y haciéndose muy conocidas sus ideas liberales radicales y republicanas. Tras la segunda guerra carlista, se verá nuevamente desterrado, esta vez a Badajoz, por un gobierno liberal pero cada vez más moderado. Su abierta oposición política a los sucesivos gobiernos le condenan a una vida clandestina en Madrid, en casas de amigos. En sus artículos queda clara su ideología liberal progresista, que defiende mejoras sociales para el campesinado, anima a la lucha contra la opresión y la tiranía, y critica los intereses financieros de muchas medidas tomadas por el poder.
En 1836, Teresa, con la que ya mantenía una relación tormentosa debido sobre todo a las frecuentes ausencias de él, causadas por su intensa y agitada actividad política, le abandona, dejándole a su única hija, Blanca, para pasar a llevar una vida que fuentes de la época calificarían de "casquivana". El abandono, por supuesto, supuso un amargo trago para el poeta..
También en 1836 y al igual que Larra, Espronceda fue elegido diputado en unas elecciones que son finalmente anuladas. En 1837 vuelve a presentarse, pero, al no ser elegido, se lanza de nuevo a la lucha subversiva. En septiembre muere su gran amor, Teresa Mancha, de tuberculosis: un duro golpe que le llevó a escribir su dolorido, intenso e impresionante Canto a Teresa, incluido en El Diablo mundo, largo poema inconcluso. Dicen que Espronceda pasó una noche entera asido a los barrotes de la ventana de la casa donde murió Teresa, contemplando desde la calle el cadáver de la que fue el amor de su vida, que tuvo un entierro de caridad. La joven no tenía ni veintiocho años.
En 1838 se une al movimiento progresista del general Espartero y recorre Andalucía. En 1841 es destinado a los Países Bajos, en donde permanecerá hasta marzo. de 1842, cuando es elegido, por fin, diputado por Almería. Pero sólo permanecerá dos meses en el cargo, ya que muere el 23 de mayo, a los 34 años, víctima de la difteria.
OBRA:
José de Espronceda, que llevó una vida apasionada y apasionante, rompiendo con todos los convencionalismos y normas que chocaban con su ímpetu, sus ansias de felicidad y libertad, tanto en lo público como en lo personal, se refleja plenamente en sus obras, sobre todo en sus poemas, que son igual de apasionados, rebeldes, enérgicos, imaginativos y combativos que su autor.
Dentro de ellos podemos establecer tres grandes grupos:
Dentro de ellos podemos establecer tres grandes grupos:
1. - El estudiante de Salamanca
Es un poema narrativo de más de 1700 versos que cuenta una historia de argumento similar a las leyendas, pero en verso.
Como veis, presenta toda una sucesión de elementos y motivos típicamente románticos, y el poema utiliza mayoritariamente la forma métrica del romance aunque, como es propio del Romanticismo, lo combina con otros versos y otras estrofas e incluye también pasajes dialogados próximos al género dramático.
ACTIVIDADES (PÁG. 20)
2. LEE EL RESUMEN DE EL ESTUDIANTE DE SALAMANCA Y EL FRAGMENTO SIGUIENTE Y CONTESTA A LAS PREGUNTAS:
a) El estudiante de Salamanca puede considerarse, desde su argumento, un poema romántico por:
- El contraste entre su protagonista masculino, personaje libertino y egoísta, y la protagonista, modelo de belleza y sensibilidad.
- El amor pasión irracional, que hace enloquecer y morir.
- El duelo como instrumento de venganza.
- La presencia del mundo de ultratumba y de fantasmas.
- La muerte como espectro en forma de esqueleto.
c) La dama de blanco aparece caracterizada cubierta con un velo y fría como la propia muerte.
d) Montemar reacciona con altivez y desprecio teniendo una actitud chulesca y retadora.
e) La última estrofa actúa como un coro de la tragedia griega, donde cantan el reencuentro entre don Félix de Montemar y doña Elvira.
f) Las estrofas se componen de cuatro versos endecasílabos con rima en consonante ABAB; son, pues, serventesios.
2.-El diablo mundo
Se trata de largo poema inconcluso (Espronceda murió sin terminarlo) en que incluye sus reflexiones y sentimientos, especialmente los revolucionarios, a veces con un tono desengañado e irónico para describir un mundo dominado por el mal. En él se incluye el dolorido e intenso Canto a Teresa, que escribió a la muerte de su amante y probablemente el amor de su vida, en el que evoca su pasado feliz y expresa la desesperación ante la desgracia. Podéis leer algunas estrofas aquí.
3.- Canciones:
Son poemas más breves, entre los que destacamos los dedicados a cinco personajes marginales (pirata, reo de muerte, verdugo, mendigo, cosaco). Ensalza a estos personajes, que viven al margen de las normas sociales o directamente las atacan, mostrando así su disconformidad, rechazo y crítica a la sociedad regida por esas normas. Es decir, como una forma de hacer crítica social ensalzando además el individualismo típicamente romántico.
Os dejo dos canciones más, también representativas del espÍritu romántico del autor y de su época:
- Aquí tenéis la famosísima (casi, casi mítica... ¿a quién no le suena su inicio, aunque no sepa muy bien de qué?) Canción del pirata, personaje que irrumpe ahora con fuerza en la literatura (lo encontramos también en La isla del tesoro, del romántico inglés Robert Louis Stevenson) en la que permanecerá en novelas, poemas y cómics, y de la que pasará también y ya en siglo XX al cine y las canciones... hasta la actualidad.
- Y os dejo también la Canción del mendigo, personaje al que Espronceda deja hablar y que lejos de ser digno de lástima se muestra como un cínico que se ríe del mundo que le da de comer movido por la compasión.
Os dejo dos canciones más, también representativas del espÍritu romántico del autor y de su época:
- A Jarifa en una orgía, que nos muestra una actitud de dolor y desengaño por no lograr amor y felicidad plenos, intensos, soñados y ansiados, que busca refugio en los placeres mundanos.
- La desesperación: toda una declaración de intenciones y una reivindicación de actitudes, sentimientos, tópicos y elementos románticos.
En cuanto a la lengua y el estilo, la poesía de Espronceda muestra también todos los rasgos de la poesía romántica: poemas largos, polimétricos, poliestróficos (combina versos de diferentes medidas y distintas estrofas en un mismo poema), con un estilo declamatorio, altisonante, rimbombante, enfático (cultismos, exclamaciones, metáforas, palabras sonoras, hipérbatos etc.).
Texto tomado de: Teresa Losada. Diente de León
LA CANCIÓN DEL PIRATA
La Canción del pirata es uno de los poemas más famosos de toda la literatura española, cuyo principio es conocido incluso por gente que jamás la ha leído (como el "Volverán las oscuras golondrinas...", el "No es verdad ángel de amor que en esta apartada orilla...", el "Érase un hombre a una nariz pegado", el "la princesa está triste, qué tendrá la princesa" o el mismísimo "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme..."). Por algo será...
Los versos de Espronceda han sido recitados, imitados, repetidos, memorizados, parodiados y, por supuesto, convertidos en canción.
Los versos de Espronceda han sido recitados, imitados, repetidos, memorizados, parodiados y, por supuesto, convertidos en canción.
El 23 de mayo de 2017 se cumplieron 175 años del fallecimiento de Espronceda, y la productora Disney España quiso hacerle un pequeño homenaje con este vídeo, en el que es la voz de Jack Sparrow (el último gran pirata moderno, al menos de momento), el que recita estos versos inmortales:
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER (1836-1870)
En la segunda mitad del siglo XIX, el Romanticismo pervive en la obra de dos poetas que adoptan una línea intimista: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Ambos pertenecen a la mejor tradición de la lírica española.
POESÍA ROMÁNTICA
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POESÍA POSROMÁNTICA
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Otro poeta romántico cuya obra es un reflejo, en algunos versos muy transparente, de su vida y personalidad es Gustavo Adolfo Bécquer que, a pesar de escribir en la segunda mitad del XIX, cuando ya en España había triunfado el Realismo, lo hacía con todos los rasgos del Romanticismo (por lo que, junto con la poetisa gallega Rosalía de Castro, se le etiqueta como post-romántico).
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Pero eso sí, su Romanticismo será muy diferente del exaltado Espronceda: en Bécquer encontramos un romanticismo intimista, centrado en expresar los sentimientos más profundos, íntimos y personales del poeta, consecuencia de su propio talante soñador y tendente a la melancolía, y de una vida llena de desgracias. Su concepción de la poesía y su forma de hacerla lo hacen el padre de la poesía moderna, y su influencia sigue notándose en la actualidad, tanto en actitudes como en pasajes y expresiones concretas.
Nace Gustavo Adolfo en Sevilla, en 1836, y el apellido que adoptará como escritor era en realidad el segundo apellido de su padre, pintor descendiente de una familia flamenca,. Muy pronto perderá a sus padres, lo que tendrá una doble consecuencia: por un lado, va a ser adoptado y educado por su madrina, una mujer con mucha sensibilidad e inquietudes artísticas, que propiciará que Bécquer crezca en contacto con todas las artes, especialmente la literatura, la música, la pintura y el dibujo, en las que pronto empezó a destacar; y por otro, se establece un vínculo muy especial de protección, ayuda y cariño mutuos con su hermano pequeño, Valeriano, que será su gran compañero y colaborador.
En su formación, será fundamental su asistencia a la escuela fundada en Sevilla por el poeta prerromántico Alberto Lista, que le pondrá en contacto con la literatura romántica europea.
En 1854 se va a Madrid, lleno de ilusiones literarias que pronto chocarán con las dificultades de un período agitado y de las pocas oportunidades que ofrecía para alguien que quería ganarse la vida como escritor. Sus ahorros se agotan rápidamente y prueba suerte en muchas publicaciones periódicas, muchas de ellas efímeras. Empiezan las estrecheces económicas y la vida bohemia, aunque él logra introducirse en los ambientes literarios madrileños y se va consolidando su círculo de amigos. En parte gracias a ellos, consiguió un trabajo como escribiente, del que fue despedido por "perder el tiempo" con dibujos de los personajes de Hamlet. Inicia entonces, en 1857, su gran proyecto fallido, la Historia de los Templos de España, que gozaba de la protección de la mismísima Isabel II, pero la empresa editorial que los publicaba por entregas terminó quebrando, y tal vez en parte por el agotamiento al que le llevó este proyecto, aparece la enfermedad que le llevará a la muerte: la tuberculosis.
Aún así, comienza a publicar artículos, poemas y relatos en periódicos de la época, y sigue frecuentando los círculos literarios de Madrid, en los que conoce a dos hermanas que muchos críticos sitúan como inspiradoras de algunas de sus rimas: Josefina Espín, bella joven de ojos azules a la que corteja un tiempo, para fijarse luego en su hermana, la también hermosa Julia Espín, cantante de ópera, de la que se enamoró pero con la que no llegó a nada porque al parecer a ella no le gustaba la vida bohemia del escritor y aspiraba a algo mejor social y económicamente. Y es que a pesar de la fecundidad literaria de estos años, continúan las penurias económicas, que se alivia un poco cuando entra a formar parte de la plantilla del periódico "El Contemporáneo", en los que publica artículos (algunos de tema literario, que dejan claras sus ideas sobre la poesía), algunas de sus rimas y también leyendas.
Tras un breve y apasionado romance con una dama que durante años se identificó como Elisa Guillén (nombre hoy descartado) y que le abandonó, sumiéndole en la desesperación, contrae matrimonio en 1861 con Casta Esteban, joven soriana hija del médico de Bécquer, aunque no será un matrimonio feliz. Con todo, su primer hijo hace en 1962 y la familia tiene una casita en Soria para retiros ocasionales, que ponen al escritor en contacto con tradiciones del lugar. Las obligaciones económicas que imponen tener que mantener una familia hacen que combine sus colaboraciones en El Contemporáneo y otros periódicos con la escritura de zarzuelas, que firma con pseudónimos.
Cuando su enfermedad empeora, en 1863, por consejo de su hermano Valeriano (autor de su famoso retrato y al que estuvo siempre especialmente unido) se retira al monasterio de Veruela, en Zaragoza, para pasar el invierno al pie del Moncayo, cuyo aire puro era famoso para el tratamiento de la tuberculosis. Ambos hermanos recorren los alrededores para inspirarse, Valeriano para sus cuadros costumbristas, Gustavo Adolfo para sus textos: así escribe para El Contemporáneo sus Cartas desde mi celda, en que mezcla observaciones impresionistas con sueños, recuerdos y evocaciones imaginarias.
Tras una estancia en Sevilla con su familia y su hermano (cuya relación con Casta no era buena) vuelve a Madrid y, a partir de 1864, colabora con el gobierno conservador del general Narváez, del que González Bravo (fundador de El Contemporáneo) es nombrado ministro de la gobernación. Al conseguir también un cargo el director del periódico, pasa Bécquer a ocupar su puesto, que combina con el cargo de fiscal de novelas que le consigue su amigo González Bravo. El desahogo económico que le supone todo esto terminará pronto, cuando caiga el gobierno y Bécquer prefiera dimitir.
A partir de 1864 su vida empieza a dar tumbos en medio de polémicas políticas y periodísticas, y se agrava, sobre todo en lo económico, en 1865. Sin un trabajo estable y tras el nacimiento de su segundo hijo, él y su familia se ven obligados a mudarse a un barrio más barato. Continúa publicando en periódicos y colaborando con su hermano Valeriano, lo que hace que su fama se vaya acrecentando, sobre todo como autor de leyendas. Con su hermano viaja a Soria para intentar mejorar sus problemas de salud, pero también para alejarse de Casta, que le había sido infiel (al parecer ella llegó a confesarle que el tercer hijo del matrimonio no era de Bécquer). Cuando en la capital estallan las revueltas políticas de 1868, ambos se exiliarán en Toledo, ciudad que fascina al poeta (como reflejan algunas leyendas y artículos), aunque sus penurias económicas serán cada vez más acusadas. El 68 es para él un año terrible: en esas revueltas desaparece el manuscrito con sus obras, alguno de sus hijos enferma y sus amigos dejaron testimonio del deterioro y desaliño físico de Gustavo Adolfo, aunque vuelve a Madrid, donde goza de la compañía y el arropo de su hermano, sus hijos y sus amigos. Continúa alguna colaboración periodística, hasta que en 1870 fallece uno de los pilares de su vida, su hermano Valeriano, duro golpe que lo llevó a una profunda tristeza. Aún así, continúa escribiendo, hasta que su enfermedad se agrava y fallece tres meses después que su hermano, el 22 de diciembre del mismo año, coincidiendo con un eclipse total de sol.
Inmediatamente después de su muerte, sus amigos emprenden la tarea de editar sus obras y las de su hermano para ayudar a su familia económicamente, recopilando los textos aparecidos en prensa y los que el poeta había dejado manuscritos. Y así, en julio de 1871, verán la luz en dos tomos las obras de Bécquer, de las que forman parte fundamental uno de los títulos clave de la historia de nuestra literatura: sus Rimas y leyendas.
Nace Gustavo Adolfo en Sevilla, en 1836, y el apellido que adoptará como escritor era en realidad el segundo apellido de su padre, pintor descendiente de una familia flamenca,. Muy pronto perderá a sus padres, lo que tendrá una doble consecuencia: por un lado, va a ser adoptado y educado por su madrina, una mujer con mucha sensibilidad e inquietudes artísticas, que propiciará que Bécquer crezca en contacto con todas las artes, especialmente la literatura, la música, la pintura y el dibujo, en las que pronto empezó a destacar; y por otro, se establece un vínculo muy especial de protección, ayuda y cariño mutuos con su hermano pequeño, Valeriano, que será su gran compañero y colaborador.
En su formación, será fundamental su asistencia a la escuela fundada en Sevilla por el poeta prerromántico Alberto Lista, que le pondrá en contacto con la literatura romántica europea.
En 1854 se va a Madrid, lleno de ilusiones literarias que pronto chocarán con las dificultades de un período agitado y de las pocas oportunidades que ofrecía para alguien que quería ganarse la vida como escritor. Sus ahorros se agotan rápidamente y prueba suerte en muchas publicaciones periódicas, muchas de ellas efímeras. Empiezan las estrecheces económicas y la vida bohemia, aunque él logra introducirse en los ambientes literarios madrileños y se va consolidando su círculo de amigos. En parte gracias a ellos, consiguió un trabajo como escribiente, del que fue despedido por "perder el tiempo" con dibujos de los personajes de Hamlet. Inicia entonces, en 1857, su gran proyecto fallido, la Historia de los Templos de España, que gozaba de la protección de la mismísima Isabel II, pero la empresa editorial que los publicaba por entregas terminó quebrando, y tal vez en parte por el agotamiento al que le llevó este proyecto, aparece la enfermedad que le llevará a la muerte: la tuberculosis.
Aún así, comienza a publicar artículos, poemas y relatos en periódicos de la época, y sigue frecuentando los círculos literarios de Madrid, en los que conoce a dos hermanas que muchos críticos sitúan como inspiradoras de algunas de sus rimas: Josefina Espín, bella joven de ojos azules a la que corteja un tiempo, para fijarse luego en su hermana, la también hermosa Julia Espín, cantante de ópera, de la que se enamoró pero con la que no llegó a nada porque al parecer a ella no le gustaba la vida bohemia del escritor y aspiraba a algo mejor social y económicamente. Y es que a pesar de la fecundidad literaria de estos años, continúan las penurias económicas, que se alivia un poco cuando entra a formar parte de la plantilla del periódico "El Contemporáneo", en los que publica artículos (algunos de tema literario, que dejan claras sus ideas sobre la poesía), algunas de sus rimas y también leyendas.
Tras un breve y apasionado romance con una dama que durante años se identificó como Elisa Guillén (nombre hoy descartado) y que le abandonó, sumiéndole en la desesperación, contrae matrimonio en 1861 con Casta Esteban, joven soriana hija del médico de Bécquer, aunque no será un matrimonio feliz. Con todo, su primer hijo hace en 1962 y la familia tiene una casita en Soria para retiros ocasionales, que ponen al escritor en contacto con tradiciones del lugar. Las obligaciones económicas que imponen tener que mantener una familia hacen que combine sus colaboraciones en El Contemporáneo y otros periódicos con la escritura de zarzuelas, que firma con pseudónimos.
Cuando su enfermedad empeora, en 1863, por consejo de su hermano Valeriano (autor de su famoso retrato y al que estuvo siempre especialmente unido) se retira al monasterio de Veruela, en Zaragoza, para pasar el invierno al pie del Moncayo, cuyo aire puro era famoso para el tratamiento de la tuberculosis. Ambos hermanos recorren los alrededores para inspirarse, Valeriano para sus cuadros costumbristas, Gustavo Adolfo para sus textos: así escribe para El Contemporáneo sus Cartas desde mi celda, en que mezcla observaciones impresionistas con sueños, recuerdos y evocaciones imaginarias.
Tras una estancia en Sevilla con su familia y su hermano (cuya relación con Casta no era buena) vuelve a Madrid y, a partir de 1864, colabora con el gobierno conservador del general Narváez, del que González Bravo (fundador de El Contemporáneo) es nombrado ministro de la gobernación. Al conseguir también un cargo el director del periódico, pasa Bécquer a ocupar su puesto, que combina con el cargo de fiscal de novelas que le consigue su amigo González Bravo. El desahogo económico que le supone todo esto terminará pronto, cuando caiga el gobierno y Bécquer prefiera dimitir.
A partir de 1864 su vida empieza a dar tumbos en medio de polémicas políticas y periodísticas, y se agrava, sobre todo en lo económico, en 1865. Sin un trabajo estable y tras el nacimiento de su segundo hijo, él y su familia se ven obligados a mudarse a un barrio más barato. Continúa publicando en periódicos y colaborando con su hermano Valeriano, lo que hace que su fama se vaya acrecentando, sobre todo como autor de leyendas. Con su hermano viaja a Soria para intentar mejorar sus problemas de salud, pero también para alejarse de Casta, que le había sido infiel (al parecer ella llegó a confesarle que el tercer hijo del matrimonio no era de Bécquer). Cuando en la capital estallan las revueltas políticas de 1868, ambos se exiliarán en Toledo, ciudad que fascina al poeta (como reflejan algunas leyendas y artículos), aunque sus penurias económicas serán cada vez más acusadas. El 68 es para él un año terrible: en esas revueltas desaparece el manuscrito con sus obras, alguno de sus hijos enferma y sus amigos dejaron testimonio del deterioro y desaliño físico de Gustavo Adolfo, aunque vuelve a Madrid, donde goza de la compañía y el arropo de su hermano, sus hijos y sus amigos. Continúa alguna colaboración periodística, hasta que en 1870 fallece uno de los pilares de su vida, su hermano Valeriano, duro golpe que lo llevó a una profunda tristeza. Aún así, continúa escribiendo, hasta que su enfermedad se agrava y fallece tres meses después que su hermano, el 22 de diciembre del mismo año, coincidiendo con un eclipse total de sol.
Inmediatamente después de su muerte, sus amigos emprenden la tarea de editar sus obras y las de su hermano para ayudar a su familia económicamente, recopilando los textos aparecidos en prensa y los que el poeta había dejado manuscritos. Y así, en julio de 1871, verán la luz en dos tomos las obras de Bécquer, de las que forman parte fundamental uno de los títulos clave de la historia de nuestra literatura: sus Rimas y leyendas.
Texto tomado de: Teresa Losada. Diente de León
SU OBRA
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Fuente de la información: Teresa Losada
A pesar de su corta vida, Bécquer escribió varias obras, entre las que destacan dos: las Rimas y las Leyendas.
La poesía de Bécquer se publicó en 1871 de forma póstuma. El ministro González Bravo, le había pedido que reuniese sus poesías para publicarlas a su costa. Así lo hizo el poeta, organizando sus rimas en el primer manuscrito del Libro de los gorriones, con prólogo del ministro. Pero en los disturbios de la revolución el palacio de González Bravo fue asaltado por la muchedumbre y el manuscrito se perdió. |
En 1871, a los pocos meses de la muerte de Bécquer, sus amigos recogen sus Rimas de los periódicos y de los manuscritos, las ordenan y las publican; la cifra irá aumentando en sucesivas reediciones (según algunos, 76; para otros, casi 80; según otros, 84). El poeta no las escribió en el orden en que hoy las leemos. Ignoramos la fecha en la que está escrita cada una, y también en qué circunstancias concretas, así como las mujeres concretas a las que se refieren. Sus amigos las ordenaron siguiendo una clasificación temática (sobre el trabajo de escritor y la poesía; y como si se tratase de una sola historia de amor con su comienzo, apoteosis y final) y lo publicaron bajo el título de Rimas.
Las rimas son una colección de poesías de tono popular y gran musicalidad, presentan una aparente sencillez que contrasta con la sonoridad un tanto hueca del estilo de sus predecesores. Frente al Romanticismo altisonante y byroniano de un José de Espronceda, Bécquer representa el tono íntimo de la lírica profunda, para meditar profundamente sobre la creación poética, el amor y la muerte, los tres temas centrales de las Rimas.
Están organizadas en cuatro bloques:
Están organizadas en cuatro bloques:
- Rimas I a VIII. Tratan sobre la poesía, el acto de la creación y el poeta: Yo sé un himno gigante y extraño/ que anuncia en la noche del alma una aurora,/ y estas páginas son de ese himno/ cadencias que el aire dilata en las sombras.
- Rimas IX a XXIX. Tienen por tema el amor visto de una forma esperanzada y alegre: Oigo flotando en olas de armonía/ rumor de besos y batir de alas;/ mis párpados se cierran… ¿qué sucede?/ –Es el amor que pasa.
- Rimas XXX a LIV. Se centran en el desengaño amoroso: Asomaba a sus ojos una lágrima/ y a mi labio una frase de perdón;/ habló el orgullo y se enjugó su llanto,/ y la frase en mis labios expiró.
- Rimas LV a la LXXVI. Giran en torno a la soledad, el dolor y la muerte, tratados con un tono angustiado: En donde esté una piedra solitaria/ sin inscripción alguna/ donde habite el olvido,/ allí estará mi tumba.
Se refieren a la emoción de lo vivido, al recuerdo, a experiencias convertidas en sentimientos. También aparece el amor, el desengaño, el deseo de evasión, la desesperanza y la muerte. El ideal poético de Bécquer es el desarrollar una lírica intimista, expresada con sinceridad, sencillez de forma y facilidad de estilo. Bécquer y sus Rimas son el umbral de la lírica española del siglo XX.
Su estilo se caracteriza por:
Su estilo se caracteriza por:
- Gran perfección formal. Sencillez. Lenguaje depurado.
- Mundo íntimo, no altisonante ni exacerbado o exagerado. Autenticidad de los sentimientos expresados en las poesías basados en la propia vida del poeta (Intimismo. Subjetivismo. Reflexión)
- Estructura dialogada de varias Rimas.
- Presencia de la naturaleza para canalizar los sentimientos.
- Métrica: asonancia, arte menor, polimetría (con metros pares o impares), estrofas nuevas, metros populares (coplas y seguidillas).
- FIGURAS DE ESTILO sencillas, fáciles: HIPÉRBATOS, hipérboles, símil o comparación, personificación, metáfora, símbolos, paralelismos, anáforas, antítesis, epítetos, efectos sensoriales, apóstrofes, interrogaciones retóricas y exclamaciones, polisíndeton.
RIMA XVII
Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol, hoy la he visto... La he visto y me ha mirado... ¡Hoy creo en Dios! |
MÉTRICA
Polimetría (versos endecasílabos, decasílabos y pentasílabos) rima arromanzada (riman los versos pares en asonante -o-). estilo
Sencillez, tono grandilocuente, exaltado (presencia de exclamaciones), la suspensión... RECURSOS RETÓRICOS Anáfora (Hoy) Hipérbaton (hoy llega el sol al fondo de mi alma) Personificación (tierra y cielo sonríen) Hipérbole (llega al fondo de mi alma el sol, que le mire le provoca que crea en Dios) La naturaleza (el cielo, la tierra) para expresar su estado anímico. Reduplicación (la he visto) |
Su pureza y humildad, junto con su engañosa sencillez, suponen “la culminación de la poesía del sentimiento y de la fantasía”, en palabras de Jorge Guillén, y como dijo Luis Cernuda: “Desempeñan en nuestra poesía moderna, un papel equivalente al de Garcilaso en nuestra poesía clásica.”
El influjo de Bécquer EN TODA LA POESÍA POSTERIOR escrita en castellano es poco menos que abrumador, esbozando estéticas como el Simbolismo y el Modernismo en muchos aspectos. Sin Bécquer es difícil entender completamente a Rubén Darío, Salvador Rueda, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Gerardo Diego, etc.
ACTIVIDADES (PÁG. 22-23)
3. AQUÍ TENÉIS ALGUNAS DE LS RIMAS DE BÉCQUER. LÉELAS Y CONTESTA: (A-F)
a)
A: 4.a parte (LXXXVII)
B: 2.a parte (XIII)
C: 1.a parte (VII)
D: 4.a parte (LII)
E: 3.a parte (XLI)
F: 2.a parte (IX)
G: 2.a parte (XI)
H: 3.a parte (XLIII)
I: 2.a parte (XXIII)
b)
- noche de invierno: la soledad
- gotas de rocío: lágrimas de alegría, de ilusión
- el huracán: pasión desenfrenada
- olas de armonía: el vaivén del amor
d) En el poema D, las estrofas impares marcan unas experiencias que se pueden tener en cualquier momento y con cualquier persona; las pares señalan esas mismas experiencias vividas con una circunstancia y persona concretas, que producen unos efectos contrarios a los anteriores. La palabra que marca ese contraste es la conjunción adversativa "Pero".
e) Las dos primeras mujeres del poema G se diferencian entre sí por el color de su pelo: morena / rubia. La primera desprende energía, la segunda marca palidez. Estas dos mujeres son seres reales y contrastan con la tercera que es un sueño, una quimera. El poeta busca a esa tercera, puesto que no la rechaza cuando le invita a que vaya hacia ella, rechazo que sí se produce con las otras dos. Esa búsqueda de la mujer ideal responde a una de las características principales del Romanticismo.
f)
- Tres metáforas del poema A:
– El alba es... una sombra de tu sonrisa.
– La luz del día es... un rayo de tus ojos.
– tu alma es... la noche de invierno negra y helada. - Una sinestesia en B: la claridad suave.
- Un paralelismo en B: Tu pupila es azul, y cuando ríes...
Tu pupila es azul, y cuando lloras... - Un hipérbaton en C: Del salón en el ángulo oscuro.
- Una metáfora en C: ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas...
- Un símil en C: ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas /
como el pájaro duerme en la rama... - Un polisíndeton en D: mudo y absorto y de rodillas...
- Un paralelismo en E:
Tú eras el huracán y yo la
alta torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme! - Un epíteto en F: invisibles átomos.
- Un asíndeton en G:
Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible; no puedo amarte. - Una personificación en H: en mis balcones reía el sol.
- Una hipérbole en I: por un beso... ¡yo no sé que te diera por un beso!
- Una elipsis en I: Por una mirada (daría) un mundo.
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COMENTARIO LITERARIO DE LA RIMA "D"
ROSALÍA DE CASTRO (1842-1891)
Escribió gran parte de su obra en gallego. En sus Cantares gallegos (1863) toma como modelo la poesía popular.
En Follas novas (1870) se adentra en el terreno de la protesta, poniendo de relieve las desigualdades sociales que existen en Galicia, con un tono melancólico e insatisfecho. En castellano solo publicó un poemario: En las orillas del Sar (1884). Se trata de un libro íntimo, cargado de símbolos: la naturaleza está personificada, y los caminos y veredas corresponden a sus pensamientos más profundos. |
Es la autora nuclear de las letras gallegas modernas y una de las figuras indispensable del panorama literario del siglo XIX. Junto a otros insignes literatos, como Gustavo Adolfo Bécquer, fue representante del Romanticismo tardío. Fue precursora de la poesía española moderna, renovadora tanto en la forma como el fondo, el trabajo de Rosalía de Castro inspiró a poetas de la trascendencia de Machado o Juan Ramón Jiménez.
Mito y símbolo de Galicia, fue una escritora innovadora y comprometida, adelantada a su tiempo (precursora del feminismo, reivindicó el papel de la mujer en la cultura), empleó el gallego en la literatura cuando aún nadie lo hacía. En sus obras reflejó la situación de esa Galicia más dolorida y maltratada, desangrada por la emigración. Denunció la pobreza del campesinado gallego o la precaria situación laboral que sufrían algunos de sus habitantes fuera de la comunidad. A efectos históricos, su obra se convirtió en el primer canto de referencia para una Galicia que se transforma. Su obra supuso la recuperación de la conciencia galleguista.
Mito y símbolo de Galicia, fue una escritora innovadora y comprometida, adelantada a su tiempo (precursora del feminismo, reivindicó el papel de la mujer en la cultura), empleó el gallego en la literatura cuando aún nadie lo hacía. En sus obras reflejó la situación de esa Galicia más dolorida y maltratada, desangrada por la emigración. Denunció la pobreza del campesinado gallego o la precaria situación laboral que sufrían algunos de sus habitantes fuera de la comunidad. A efectos históricos, su obra se convirtió en el primer canto de referencia para una Galicia que se transforma. Su obra supuso la recuperación de la conciencia galleguista.
Rosalía de Castro, la autora gallega más universal, traducida a las principales lenguas del mundo, incorpora a su obra la tristeza como manifestación sustancial de la existencia humana, quizás consecuencia de su precaria salud y sus sobresaltos vitales -a los 15 años se enteró de que era hija ilegítima de un cura y los seis hijos que tuvo murieron antes que ella-.
Ni siquiera el amor tiene para ella connotaciones gozosas, sino que es un sentimiento efímero y egoísta que aboca a la soledad. Rosalía de Castro fue una mujer singular, de un gran pesimismo y de una excelsa sensibilidad.
Uno de los poemas que mejor reflejan ese hondo pesar, ese dolor sombrío y vital, es Negra sombra (publicado dentro de Follas Novas), uno de los poemas más conocidos de la poetisa y uno de los cantos más difundidos de Galicia. La letra y la música se han fundido en estas estrofas de forma casi inseparable.
Ni siquiera el amor tiene para ella connotaciones gozosas, sino que es un sentimiento efímero y egoísta que aboca a la soledad. Rosalía de Castro fue una mujer singular, de un gran pesimismo y de una excelsa sensibilidad.
Uno de los poemas que mejor reflejan ese hondo pesar, ese dolor sombrío y vital, es Negra sombra (publicado dentro de Follas Novas), uno de los poemas más conocidos de la poetisa y uno de los cantos más difundidos de Galicia. La letra y la música se han fundido en estas estrofas de forma casi inseparable.
La valoración de la obra rosaliana y la mitificación de la escritora se produjeron, sin embargo, tras su fallecimiento, puesto que a lo largo de su vida esta fue menospreciada y marginada. Fue necesario esperar hasta los modernistas y la generación del 98 para que reconocieran en Rosalía a una creadora afín a su espíritu.
EL TEATRO ROMÁNTICO
Aunque la poesía fue el género preferido y más cultivado por los escritores románticos (por algo es el que se define por expresar sentimientos, una de las características clave del Romanticismo), el que tuvo más repercusión pública fue el teatro, ya que por aquel entonces en España cuatro de cada cinco personas (aproximadamente) eran analfabetas, es decir, no sabían leer ni escribir, pero sí podían acudir al teatro, que era el único espectáculo y entretenimiento público.
Además, veníamos del teatro neoclásico, sensato, didáctico, moral, verosímil, crítico y respetuoso con las normas, que apenas había conseguido triunfar sobre la pervivencia de un teatro barroco cada vez más degenerado, y ya tuvo que vérselas con las obras románticas, que como podéis imaginar estaban prácticamente en las antípodas de sus características y sus pretensiones.. Así que los estrenos de las primeras obras románticas se vieron inevitablemente envueltos en la polémica, por la división tajante e irreconciliable de crítica y público: o las aplaudían entusiasmados, o las abucheaban airados. Pero eso sí: no dejaban indiferente a nadie.
Los autores románticos hicieron un nuevo tipo de teatro, muy alejado de las comedias y tragedias neoclásicas, con características acordes a su ideología y sus gustos estéticos, lo que dio lugar a un nuevo género teatral conocido como “drama romántico” que se caracterizaba por:
Los principales autores y obras y obras serán Ángel Saavedra, Duque de Rivas, con una de las obras prototípicas de este nuevo teatro ya desde el título: Don Álvaro o la fuerza del sino. También Juan Antonio Hartzensbuch, que convirtió en drama una leyenda medieval aragonesa, Los amantes de Teruel.
José Zorrilla, por su parte, se basará en un personaje del teatro barroco y lo convertirá en personaje arquetípico y universal en su Don Juan Tenorio, y Antonio García Gutiérrez se basará en otra conocida leyenda medieval también aragonesa para escribir un drama romántico delicioso que tituló El trovador, que se sitúa principalmente en una torre de planta rectangular del Palacio de la Aljafería y sobre la que Verdi escribiría su famosa ópera del mismo título. Sobre esta historia (la de un trovador encerrado hasta la muerte por el marido de la dama de la que estaba enamorado) escribió Larra también su tragedia Macías y su novela El doncel de D. Enrique el Doliente.
Además, veníamos del teatro neoclásico, sensato, didáctico, moral, verosímil, crítico y respetuoso con las normas, que apenas había conseguido triunfar sobre la pervivencia de un teatro barroco cada vez más degenerado, y ya tuvo que vérselas con las obras románticas, que como podéis imaginar estaban prácticamente en las antípodas de sus características y sus pretensiones.. Así que los estrenos de las primeras obras románticas se vieron inevitablemente envueltos en la polémica, por la división tajante e irreconciliable de crítica y público: o las aplaudían entusiasmados, o las abucheaban airados. Pero eso sí: no dejaban indiferente a nadie.
Los autores románticos hicieron un nuevo tipo de teatro, muy alejado de las comedias y tragedias neoclásicas, con características acordes a su ideología y sus gustos estéticos, lo que dio lugar a un nuevo género teatral conocido como “drama romántico” que se caracterizaba por:
- En cuanto a al estructura, se rompe la ley de las tres unidades (sobre todo de lugar y tiempo). Hay múltiples cambios de lugar y variedad de paisajes (abruptos, montañas solitarias, cementerios...) acordes con el espíritu romántico. Se mezcla lo trágico y lo cómico, la prosa y el verso (no siempre y aumenta el número de actos (generalmente cinco).
- Su intención: los autores románticos no pretenden instruir o educar al público, sino conmoverlo, tocar sus sentimientos.
- Por y para ello, sus principales temas serán:
- El amor, que aparece como un sentimiento apasionado e irrefrenable, que a menudo choca con las normas sociales (prohibido, clandestino...), la pasión incontrolada que enturbia la razón.
- La muerte, el más allá, lo sobrenatural, el misterio.
- El destino fatal que persigue a los protagonistas, contra el que no pueden luchar por mucho que lo intentan y que los lleva a un desenlace trágico.
- Hay además un gusto por temas históricos y legendarios, que toman como referencia, en muchos casos, la Edad Media, o por los temas exóticos. Ambos permiten a los autores huir al pasado o refugiarse en la fantasía de lo lejano, muy propio del carácter romántico.
- Sus personajes principales serán el héroe (protagonista masculino: personaje marginal o enfrentado a la sociedad, misterioso, rebelde, cínico, apasionado…) y la heroína (protagonista femenina, bella, dulce, angelical, dispuesta a todo por amor...). Aparecen caracteres impulsivos que viven en tensión, y dominados por una pasión fatal que, en ocasiones, les conduce a la muerte.
- Los románticos van preocuparse mucho por la escenografía (decorados, ambientación, vestuario, música) aspecto que cuidan mucho en sus obras para que resulte impactante, impresionante, sobrecogedora, contribuyendo así a conmover al espectador. En estas obras se producen continuos cambios de escenario, y predominan los lugares lúgubres, misteriosos (cementerios, la noche...), los lugares históricos (monasterios, castillos, ruinas...), los lugares típicos o pintorescos (fondas, mercados, tabernas...) o naturaleza impactante, salvaje o misteriosa (acantilados, grutas, etc.)
- En cuanto al estilo, se produce una ruptura total de normas clásicas: mezcla de lo cómico y lo trágico, la prosa y el verso, estrofas distintas, versos de distinta medida….
- Es muy frecuente el uso de un lenguaje grandilocuente, declamatorio, rimbombante, para enfatizar sentimientos y situaciones extremas.
Los principales autores y obras y obras serán Ángel Saavedra, Duque de Rivas, con una de las obras prototípicas de este nuevo teatro ya desde el título: Don Álvaro o la fuerza del sino. También Juan Antonio Hartzensbuch, que convirtió en drama una leyenda medieval aragonesa, Los amantes de Teruel.
José Zorrilla, por su parte, se basará en un personaje del teatro barroco y lo convertirá en personaje arquetípico y universal en su Don Juan Tenorio, y Antonio García Gutiérrez se basará en otra conocida leyenda medieval también aragonesa para escribir un drama romántico delicioso que tituló El trovador, que se sitúa principalmente en una torre de planta rectangular del Palacio de la Aljafería y sobre la que Verdi escribiría su famosa ópera del mismo título. Sobre esta historia (la de un trovador encerrado hasta la muerte por el marido de la dama de la que estaba enamorado) escribió Larra también su tragedia Macías y su novela El doncel de D. Enrique el Doliente.
don juan tenorio
D. Juan Tenorio, del vallisoletano José Zorrilla estrenada en 1844, un prototipo del personaje romántico por muchos motivos: por su carácter rebelde (ataca todas las normas sociales y morales: el honor, la amistad, las promesas de amor, la autoridad paterna y la autoridad real...), cínico (es consciente de que hace mal e incluso se "regodea" de eso y de los valores a los que ataca), individualista (vive únicamente para satisfacer sus apetencias y caprichos...).
Su origen en una obra del pasado (El personaje tiene un antecedente notable en El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina), su relación con personajes sobrenaturales (el padre de Dª Inés, al que él mata en un duelo, vuelve del más allá convertido en estatua de piedra para vengarse en un cementerio, en el que pretende arrastrar a D. Juan a la tumba) y su salvación y redención gracias a un amor puro, desinteresado e imposible: el de la bellísima y angélica. Dª Inés, que da su vida por él.
Su origen en una obra del pasado (El personaje tiene un antecedente notable en El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina), su relación con personajes sobrenaturales (el padre de Dª Inés, al que él mata en un duelo, vuelve del más allá convertido en estatua de piedra para vengarse en un cementerio, en el que pretende arrastrar a D. Juan a la tumba) y su salvación y redención gracias a un amor puro, desinteresado e imposible: el de la bellísima y angélica. Dª Inés, que da su vida por él.
EL AUTOR
José Zorrilla nació en Valladolid en 1817, y a los pocos años su familia se instaló en Madrid. En 1833 estudió Derecho en la Universidad de Toledo, para continuar su formación en Valladolid, pero abandonó la carrera y en 1836 regresó a Madrid para dedicarse a la literatura Comenzó como poeta, colaboró en periódicos y escribió dramas. Falleció en 1893.
Es uno de los poetas más destacados del Romanticismo español. Pero sobre todo se le conoce por la obra teatral Don Juan Tenorio. Una de las obras más famosas de la literatura española. Se sigue representando cada año el día de difuntos, por lo que continúa en plena actualidad.
Es uno de los poetas más destacados del Romanticismo español. Pero sobre todo se le conoce por la obra teatral Don Juan Tenorio. Una de las obras más famosas de la literatura española. Se sigue representando cada año el día de difuntos, por lo que continúa en plena actualidad.
RESUMEN
La acción sucede en Sevilla a mediados del siglo XVI durante el reinado de Carlos I.
PRIMERA PARTE
Sucede en una sola noche y en muy variados decorados.
Durante las fiestas de carnaval en Sevilla, se reúnen Juan Tenorio y Luis Mejía.
Ambos han estado durante un año luchando en el extranjero y durante este tiempo habían apostado quien de los dos sería más malvado. Don Juan vence pues ha matado a más hombres y ha conquistado más mujeres que Luis. Sin embargo, Mejía no acepta la derrota y le pide a Don Juan que para ser declarado vencedor tiene que unir una monja a sus conquistas. Don Juan, arrogante, acepta y además incluye también en la nueva apuesta a la novia de Luis Mejía. La conversación es escuchada por don Diego –padre de Don Juan- y don Gonzalo – padre de la novicia doña Inés, quien pretendía acordar con don Diego el matrimonio de sus respectivos hijos-. Tras escuchar las barbaridades que ha cometido Don Juan, D. Gonzalo, con la aprobación de Don Diego, rompe el compromiso de matrimonio.
Durante toda la noche Don Juan se dispone a lograr las dos conquistas y Luis Mejía, a su vez, intentará evitarlo. Primero Don Juan va a la casa de la novia de Mejía, pero éste se enfrenta con Don Juan y se lo impide; después Don Juan va a buscar a la novicia a su convento. Aquí es donde, gracias a la intervención de Brígida en el papel de medianera o alcahueta, la novicia Inés muestra interés por Don Juan, pero sin ceder a sus encantos. Durante este primer encuentro, doña Inés cae desmayada en los brazos de Don Juan quien aprovecha para raptarla y llevársela hasta su villa. Allí es donde logra enamorarla.
Finalmente, Luis Mejía (que había advertido al padre de Inés) llega junto con Don Gonzalo, hasta la casa de Don Juan para liberar a la novicia, pero en la lucha, Don Juan mata a los dos y tiene que huir para escapar de la justicia.
Sucede en una sola noche y en muy variados decorados.
Durante las fiestas de carnaval en Sevilla, se reúnen Juan Tenorio y Luis Mejía.
Ambos han estado durante un año luchando en el extranjero y durante este tiempo habían apostado quien de los dos sería más malvado. Don Juan vence pues ha matado a más hombres y ha conquistado más mujeres que Luis. Sin embargo, Mejía no acepta la derrota y le pide a Don Juan que para ser declarado vencedor tiene que unir una monja a sus conquistas. Don Juan, arrogante, acepta y además incluye también en la nueva apuesta a la novia de Luis Mejía. La conversación es escuchada por don Diego –padre de Don Juan- y don Gonzalo – padre de la novicia doña Inés, quien pretendía acordar con don Diego el matrimonio de sus respectivos hijos-. Tras escuchar las barbaridades que ha cometido Don Juan, D. Gonzalo, con la aprobación de Don Diego, rompe el compromiso de matrimonio.
Durante toda la noche Don Juan se dispone a lograr las dos conquistas y Luis Mejía, a su vez, intentará evitarlo. Primero Don Juan va a la casa de la novia de Mejía, pero éste se enfrenta con Don Juan y se lo impide; después Don Juan va a buscar a la novicia a su convento. Aquí es donde, gracias a la intervención de Brígida en el papel de medianera o alcahueta, la novicia Inés muestra interés por Don Juan, pero sin ceder a sus encantos. Durante este primer encuentro, doña Inés cae desmayada en los brazos de Don Juan quien aprovecha para raptarla y llevársela hasta su villa. Allí es donde logra enamorarla.
Finalmente, Luis Mejía (que había advertido al padre de Inés) llega junto con Don Gonzalo, hasta la casa de Don Juan para liberar a la novicia, pero en la lucha, Don Juan mata a los dos y tiene que huir para escapar de la justicia.
SEGUNDA PARTE
- (Acto I) Han pasado cinco años. Don Juan ha estado fuera de España huido de la justicia. Cuando regresa a su casa descubre que han muerto su padre y doña Inés. Su padre, antes de morir, desheredó a su hijo y mandó construir en su casa un cementerio en honor a las víctimas causadas por Don Juan.
Don Juan se ríe de todo esto y sigue mostrándose sin respeto y soberbio.
En un momento, cuando Don Juan se queda solo, la estatua de doña Inés toma vida y le habla. Le pide que por favor se arrepienta de sus pecados para que puedan estar juntos en el cielo (ahora es doña Inés la que ha hecho una apuesta que contrasta con la apuesta inicial entre Don Juan y Diego. La apuesta de Inés es con Dios y ha apostado su propia alma para poder salvar la de Don Juan si logra que se arrepienta de sus pecados). Don Juan cree que todo es una ilusión de su imaginación, y, a despecho, se dirige hasta la estatua de Don Gonzalo para invitarle a que, si se atreve, venga a cenar esa misma noche a su casa. - (Acto II) Cuando Don Juan con otros dos amigos están en la cena, aparece la estatua de Don Gonzalo que le anuncia que pronto va a morir. Sólo Don Juan puede ver la estatua por lo que piensa que sus amigos se están burlando de él. Luchan y Don Juan muere.
- (Acto III, Final) De nuevo está Don Juan en el cementerio, pero esta vez ya como espectro pues ha muerto en el duelo anterior. Se vuelve a aparecer la sombra-fantasma de doña Inés que le pide que se arrepienta y que por amor trate de salvar su alma pecadora, Dios tendrá misericordia y al fin, en la otra vida, los dos amantes podrán estar juntos. Don Juan lo hace y termina la obra con la unión de las dos almas enamoradas que juntas ascienden la cielo.
ANÁLISIS DE LA OBRA
Estructura
La obra se divide en dos partes.
La obra se divide en dos partes.
- La 1ª Parte la acción sucede en una sola noche repartida en 5 actos
- La 2ª parte, varios días repartidos en 3 actos.
Entre la primera y segunda parte transcurren 5 años. El tiempo en el drama está perfectamente justificado por las necesidades de la intriga y la acción: por eso los hechos suceden en una sola noche en cada acto lo que le da ritmo y continuidad a la acción del héroe; por otro lado, era necesario que pasara un largo periodo de tiempo (5 años entre la primera parte y la segunda) para que Don Juan tuviera que enfrentarse a su destino, viera su casa convertida en un cementerio y también para que el amor entre él y doña Inés resultara más real, puro, duradero.
Personajes
- Don Juan Tenorio. Joven, guapo, valiente. Es insolente y no tiene respeto por nada ni por nadie. No hay ley humana o divina que se ponga en su camino. Está por encima de la moral; así, podrá ser apasionado en el amor, tramposo en el juego y cruel en la lucha.
- Don Luis Mejía. Antagonista del héroe, su rival. Jugador, mujeriego y pendenciero como él, sin embargo es traidor y cobarde. No tiene la altura dramática y vital que tiene el héroe, Don Juan.
- Ciutti. Criado de D. Juan. Viene a desempeñar el papel del “gracioso” de la comedia barroca, aunque en esta obra su actuación es muy secundaria. Solo sirve para acompañar al héroe y presentar algunas escenas.
- D. Gonzalo. Padre de doña Inés representa el estricto código del honor clásico. Trata de vengar su honor rescatando a su hija, pero muere. con su muerte se inicia el desenlace trágico de la acción.
- D. Diego Tenorio. Padre de D. Juan. Representa todas las virtudes morales que no tiene su hijo. Es respetuoso con las normas de conducta y el respeto a los demás. No malgasta el dinero y vive con honor
- Doña Inés. Representa la heroína romántica. Hermosa, joven, dulce, fiel, pero a la vez rebelde y con personalidad. Es capaz de oponerse a los deseos de sus padres por seguir su amor. Presenta un cambio significativo respecto a la heroína de otras obras románticas y es que se muestra también como una mujer que interviene en el destino del héroe, es este caso evitando que vaya al infierno por sus crímenes y que, en cambio, suba al cielo.
- Brigida. La alcahueta o “celestina”. Como siempre es una vieja codiciosa que hace de intermediaria, por encargo, entre el amante y la amada. Su función es concertar una cita entre los enamorados.
Es difícil, hoy en día, controlar la risa al leer los excesos fantasiosos del drama. Llama la atención la gran cantidad de escenas fantásticas e irracionales del drama, como la primera del segundo acto de la Segunda Parte, cuando la estatua de Don Gonzalo entra en el comedor de Don Juan sin abrir la puerta cerrada (La estatua de Don Gonzalo pasa por la puerta sin abrirla, y sin hacer ruido). O cuando la estatua de Doña Inés toma vida y habla. Si añadimos estas escenas a otras que contienen sombras que aparecen, desaparecen, muertos que reviven, tumbas que se abren solas, etc.
El final es absurdo y grandilocuente pero se acepta como ejemplo de la alta emoción romántica. Y eso es lo que pretendía trasmitir el autor: emoción, imaginación, asombro sin límite. Impresionar la público, eso es la principal finalidad. Sin duda, la inclusión de este contenido fantasioso se explica, en parte, por la necesidad de Zorrilla de acercarse a los gustos del público, que en la época prefería el teatro de magia (la obra de mayor éxito del primer tercio de siglo había sido La pata de la cabra, cargada de elementos efectistas y sobrenaturales) en cuyos contenidos parece que se inspira la segunda parte.
Otro de los aspectos temáticos mas estudiados en la obra es la conversión final que sufre el héroe. Hasta el estreno del Don Juan Tenorio, los héroes románticos eran seres marginales, llenos de valor y arrogancia, capaces de sentir con una fuerza superior a la del resto de los mortales y estaban también perseguidos por un destino fatal, pero ninguno se arrepiente de su forma de vida. Se quejan de su destino, protestan contra la injusticia del mundo en que les ha tocado vivir, pero no se arrepienten. Sin embargo, Don Juan al final es capaz de arrepentirse de sus pecados, de reconocer sus errores y todo por el amor de doña Inés.La crítica ha interpretado esta conversión del héroe como la transición de un héroe romántico a un modelo de caballero burgués. Es decir, Don Juan pasa de ser un hombre que transgrede las normas sociales, alguien que vive libre al margen de la sociedad y sus reglas, para terminar aceptando el orden familiar y moral-religioso representativos de la sociedad burguesa.
El final es absurdo y grandilocuente pero se acepta como ejemplo de la alta emoción romántica. Y eso es lo que pretendía trasmitir el autor: emoción, imaginación, asombro sin límite. Impresionar la público, eso es la principal finalidad. Sin duda, la inclusión de este contenido fantasioso se explica, en parte, por la necesidad de Zorrilla de acercarse a los gustos del público, que en la época prefería el teatro de magia (la obra de mayor éxito del primer tercio de siglo había sido La pata de la cabra, cargada de elementos efectistas y sobrenaturales) en cuyos contenidos parece que se inspira la segunda parte.
Otro de los aspectos temáticos mas estudiados en la obra es la conversión final que sufre el héroe. Hasta el estreno del Don Juan Tenorio, los héroes románticos eran seres marginales, llenos de valor y arrogancia, capaces de sentir con una fuerza superior a la del resto de los mortales y estaban también perseguidos por un destino fatal, pero ninguno se arrepiente de su forma de vida. Se quejan de su destino, protestan contra la injusticia del mundo en que les ha tocado vivir, pero no se arrepienten. Sin embargo, Don Juan al final es capaz de arrepentirse de sus pecados, de reconocer sus errores y todo por el amor de doña Inés.La crítica ha interpretado esta conversión del héroe como la transición de un héroe romántico a un modelo de caballero burgués. Es decir, Don Juan pasa de ser un hombre que transgrede las normas sociales, alguien que vive libre al margen de la sociedad y sus reglas, para terminar aceptando el orden familiar y moral-religioso representativos de la sociedad burguesa.
Es una obra representativa del teatro romántico español:
En ella también se desafían las reglas de las unidades de tiempo y lugar. Consta de dos partes entre las que hay un lapso de tiempo de cinco años. La primera parte se organiza en cuatro actos, que abarcan una sola noche, pero se desarrollan en cuatro lugares diferentes (una taberna, una plaza, una celda de convento y la casa de Don Juan). La segunda parte se estructura en tres actos, que también abarcan una noche y transcurren en dos lugares (el panteón, y la casa de Don Juan.) |
El personaje de Don Juan no tiene misterios: vive, seduce mujeres, busca su propio placer, y al final se enamora de Doña Inés, que es también un personaje muy simple.
La obra, en cuanto a recursos y técnica escénica, resulta exagerada, al igual que lo resultan sus personajes, que no conocen el término medio: Don Juan avasalla a todas las mujeres que se le acercan, y Doña Inés, tras ver una noche a su conquistador, está dispuesta a sacrificarse eternamente por él.
La obra, en cuanto a recursos y técnica escénica, resulta exagerada, al igual que lo resultan sus personajes, que no conocen el término medio: Don Juan avasalla a todas las mujeres que se le acercan, y Doña Inés, tras ver una noche a su conquistador, está dispuesta a sacrificarse eternamente por él.
TAREA LECTURA, INTERPRETACIÓN
Y COMENTARIO LITERARIO
Y COMENTARIO LITERARIO
- Os vais a distribuir en grupos cooperativos para realizar una REPRESENTACIÓN TEATRAL de alguna escena de la obra.
Realizad las adaptaciones que consideréis oportunas (eliminando algunos parlamentos y cambiando parte del texto SIN QUE PIERDA SU SENTIDO).
En cuanto a la representación, podéis emplear el vestuario que consideréis más apropiado, buscad decorados y utilizar algún efecto escenográfico (luces, sonidos...).
Recordad, sobre todo, que al representar debéis convertiros en personajes propios del Romanticismo.
- En grupos, redactaréis el COMENTARIO LITERARIO de la escena seleccionada siguiendo el ejemplo del comentario visto en el aula de "El sí de las niñas".
GRABACIÓN Y PRESENTACIÓN DE LA INTERPRETACIÓN
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HERRAMIENTAS PARA LA EDICIÓN DE VIDEO
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El tema de Don Juan ha tenido, desde hace siglos, precedentes en la historia de la literatura, pero el primer Don Juan famosos es el de Tirso de Molina en el S. XVII; en esta obra Don Juan muere fruto de su soberbia y de su comportamiento cínico y deshonesto. Posteriormente, fueron apareciendo otros donjuanes, hasta llegar al Tenorio, posiblemente el más popular de nuestra literatura. Y con él nació un mito que traspasó la literatura romántica para colarse en la psiquiatría (el "síndrome de D. Juan" es el de aquel que pierde interés en cuanto consigue una relación), en otras obras literarias y películas (ha sido adaptado en infinidad de ocasiones, y el prototipo es reconocible en historias de todas las épocas), pero sobre todo en la imaginación y el lenguaje popular, donde ser un donjuan es ser un conquistador, un coleccionista de ligues, un profesional de la seducción...
PROSA ROMÁNTICA
La prosa literaria: Leyendas, artículos, novelas
La prosa literaria se desarrolla atendiendo a diversos factores. Por un lado, el público burgués ve en la lectura un medio de diversión y de acceso a la cultura acorde a sus ingresos; por otro lado, se desarrolla extraordinariamente la prensa escrita, vehículo de publicación de cuentos y artículos.
Así en la primera mitad del S.XIX, coincidiendo con el auge del Romanticismo, las preferencias de los escritores se dirigen hace la "novela histórica" que, al gusto romántico, cuenta historias de héroes lejanos que sacrificaron su vida o corrieron grandes riesgos por un ideal. A estas novelas pertenecen algunas de las que han pasado a la historia de la literatura universal como Ivanhoe de Walter Scott, Notre Dame de París de Victor Hugo o Cumbres borrascosas de Emily Bronte. Dentro de esta línea, que en España se difunde más a través de traducciones que de obras originales, se encuentra también el gusto por las leyendas o narraciones breves que recogen historias fantásticas perdidas en la antigüedad.
Así en la primera mitad del S.XIX, coincidiendo con el auge del Romanticismo, las preferencias de los escritores se dirigen hace la "novela histórica" que, al gusto romántico, cuenta historias de héroes lejanos que sacrificaron su vida o corrieron grandes riesgos por un ideal. A estas novelas pertenecen algunas de las que han pasado a la historia de la literatura universal como Ivanhoe de Walter Scott, Notre Dame de París de Victor Hugo o Cumbres borrascosas de Emily Bronte. Dentro de esta línea, que en España se difunde más a través de traducciones que de obras originales, se encuentra también el gusto por las leyendas o narraciones breves que recogen historias fantásticas perdidas en la antigüedad.
En España, la influencia de las corrientes europeas da lugar a un gran número de subgéneros narrativos.
Dentro de la prosa del Romanticismo, hay que destacar cuatro grandes géneros:
1.- La novela histórica y sentimental
Hay un claro gusto por la novela histórica, que es aquella cuyo argumento se sitúa en una época del pasado cuyos ambientes, costumbres, personajes, etc. se tratan de reflejar. Es un género muy del gusto romántico por su historicismo, consecuencia del descontento romántico con su realidad que les llevaba a evadirse buscando otras épocas más heroicas e idealistas.
Dentro de la prosa del Romanticismo, hay que destacar cuatro grandes géneros:
- La novela histórica y sentimental
- Las leyendas
- Los cuadros de costumbres
- Los artículos
1.- La novela histórica y sentimental
Hay un claro gusto por la novela histórica, que es aquella cuyo argumento se sitúa en una época del pasado cuyos ambientes, costumbres, personajes, etc. se tratan de reflejar. Es un género muy del gusto romántico por su historicismo, consecuencia del descontento romántico con su realidad que les llevaba a evadirse buscando otras épocas más heroicas e idealistas.
La novela histórica, género preferido entre los prosistas románticos, no alcanzó en la literatura española el mismo desarrollo que en el resto de Europa, en España fue un género más leído que cultivado: se leyeron mucho traducciones de las grandes novelas históricas del Romanticismo europeo: Ivanhoe, del britático Walter Scott, novela ambientada en las luchas entre normandos y sajones en la Britannia medieval, uno de los títulos más importantes y emblemáticos del género.
(ambientada en las rivalidades en la Francia del siglo XVII entre los mosqueteros, fieles al rey, a los que se les une el joven DºArtagnan, recién llegado a París desde su Gascuña natal, y el malvado, poderoso y ambicioso Cardenal Richelieu), o la mítica El conde de Montecristo, la historia de una venganza, la de Edmundo Dantés, injustamente encerrado en la prisión de If, de la que logra escapar suplantando a un cadáver, tras lo cual su obsesión será vengarse de los que le llevaron allí a través de una nueva personalidad.
Curiosamente, en España el género se cultivó poco. Los únicos títulos destacables son El señor del Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco, ambientada en el Bierzo medieval, y El doncel de D. Enrique el Doliente, de Mariano José de Larra, centrado en la figura de un trovador del XV, Macías, encerrado en la torre del palacio de la Alfajería hasta la muerte a causa de su amor por una mujer casada.
También hubo mucha afición por las novelas sentimentales, de las que se leyeron traducciones de obras como La dama de las camelias, de Alejandro Dumas hijo (la triste historia de una cortesana, es decir, prostituta de lujo, que se enamora de un joven sin recursos, al que abandona a petición del padre del chico, para luego morir de soledad a causa de la tuberculosis; en ella se inspiró Verdi para componer su ópera La traviata) o Werther del alemán Goethe, la novela epistolar (es decir, en forma de carta) que recrea el trágico amor del protagonista por Charlotte, joven casada y por tanto imposible para él, imposibilidad que le llevará al suicidio.
2.- Las leyendas, cultivadas sobre todo por Gustavo Adolfo Bécquer.
Se publicaron originalmente en periódicos, entre 1861 y 1863, por lo que se supone que su composición fue anterior a la mayor parte de las Rimas.
Un acento poético semejante y una calidad artística nada inferior, tienen las Leyendas, título con el que se agrupan todas las NARRACIONES EN PROSA de Bécquer.
Son 22 Leyendas y están escritas con un estilo vaporoso, delicado y rítmico, donde abundan las descripciones, las imágenes y las sensaciones. Revelan un aspecto importante del romanticismo literario de su autor al mostrar un interés artístico y arqueológico por la Edad Media, con sus templos y claustros románicos o góticos, campos sombríos y calles tenebrosas, palacios y castillos. Predomina en ellas un espíritu donde se impone lo misterioso, lo sobrenatural y mágico con historias de raíz popular en muchas ocasiones, en las que la búsqueda de lo inalcanzable suele ser su argumento central.
3.- Los cuadros de costumbres: textos breves en prosa, en forma de artículo o carta, que describen lugares, personajes y costumbres populares y cotidianas, con atención a lo más peculiar de cada zona, lo más típico, lo más pintoresco (tan del gusto romántico por su nacionalismo y por ser cosas del pasado que pervivían en la actualidad del XIX), que se describen con un toque de humor. Los principales escritores fueron Ramón de Mesonero Romanos (que firmaba con el pseudónimo de "El Curioso Parlante" ) y Serafín Estébanez Calderón (que utilizaba el pseudónimo "El Solitario").
Esta prosa que pretendía mostrar las peculiaridades de un lugar fue germen de novelas y sobre todo de los artículos publicados en la prensa conocidos como "artículos de costumbres".
4.- El artículo periodístico: se produce ahora la generalización de la prensa periódica escrita, y los escritores publicarán en sus páginas artículos en los que exponen su visión y sus opiniones sobre distintos temas políticos, sociales, culturales, artísticos o literarios; por ejemplo, Bécquer, o, sobre todo, Mariano José de Larra, padre del periodismo moderno en España. Muchos de los artículos Larra son artículos de costumbres.
Esta prosa que pretendía mostrar las peculiaridades de un lugar fue germen de novelas y sobre todo de los artículos publicados en la prensa conocidos como "artículos de costumbres".
4.- El artículo periodístico: se produce ahora la generalización de la prensa periódica escrita, y los escritores publicarán en sus páginas artículos en los que exponen su visión y sus opiniones sobre distintos temas políticos, sociales, culturales, artísticos o literarios; por ejemplo, Bécquer, o, sobre todo, Mariano José de Larra, padre del periodismo moderno en España. Muchos de los artículos Larra son artículos de costumbres.
Texto tomado de: Teresa Losada. Diente de León
LARRA Y EL PERIODISMO DE OPINIÓN
El autor más conocido de la prosa costumbrista es Mariono José de Larra.
La corta vida de este hombre es paradigma del perfecto romántico: liberal convencido, se suicidó antes de cumplir los 30 años, desencantado de la política, en la que participó activamente, y tras ser abandonado por su amante, por quien él había dejado a su mujer...
Supo tratar con ironía las costumbres y usos de la "corte" y "provincias". Su capacidad de observación fue tal que a menudo sus artículos tienen hoy la misma vigencia que tuvieron cuando fueron publicados en distintos periódicos siempre bajo el seudónimo de Fígaro.
Larra no solo escribió artículos de costumbres, fueron también muy conocidos sus artículos de crítica literaria y de sátira política. Entre los de la crítica literaria, destacan los dedicados al teatro, en un momento en que este era el género más representativo. Leyendo sus artículos teatrales, se pueden conocer las tendencias del momento, las críticas, gustos del público... y, en conjunto, presentarse como una radiografía del panorama teatral. En cuanto a los artículos políticos, se convierten en una crítica mordaz del carlismo y del partido conservador, sus "enemigos políticos", puesto que él era un miembro activo del partido liberal.
La corta vida de este hombre es paradigma del perfecto romántico: liberal convencido, se suicidó antes de cumplir los 30 años, desencantado de la política, en la que participó activamente, y tras ser abandonado por su amante, por quien él había dejado a su mujer...
Supo tratar con ironía las costumbres y usos de la "corte" y "provincias". Su capacidad de observación fue tal que a menudo sus artículos tienen hoy la misma vigencia que tuvieron cuando fueron publicados en distintos periódicos siempre bajo el seudónimo de Fígaro.
Larra no solo escribió artículos de costumbres, fueron también muy conocidos sus artículos de crítica literaria y de sátira política. Entre los de la crítica literaria, destacan los dedicados al teatro, en un momento en que este era el género más representativo. Leyendo sus artículos teatrales, se pueden conocer las tendencias del momento, las críticas, gustos del público... y, en conjunto, presentarse como una radiografía del panorama teatral. En cuanto a los artículos políticos, se convierten en una crítica mordaz del carlismo y del partido conservador, sus "enemigos políticos", puesto que él era un miembro activo del partido liberal.
Los artículos de Larra siguen habitualmente el mismo esquema.
Normalmente, a través del diálogo entre los personajes, se critican situaciones que estos presencian y sobre las que sacan conclusiones que coinciden con la voz del autor, que pretende moralizar e instruir para hacer avanzar y modernizar la sociedad. Merece la pena señalar el especial cuidado por el estilo de este autor, además de su afán por el uso de neologismos y de un lenguaje claro y directo que conectara rápidamente con el lector. En su obra Colección de artículos dramáticos, literarios, políticos y de costumbres, el propio Larra clasificó sus artículos en tres grupos:
Casi todos los artículos siguen la misma estructura deductiva: empieza introduciendo el tema o problema de manera general para luego pasar a exponer ejemplos, situaciones, anécdotas y casos concretos que lo ilustran.
Su estilo es siempre claro y directo (como exige el periodismo), siendo muy frecuente la ironía y el uso de muchos otros recursos de efecto humorístico (la adjetivación, comparaciones, metáforas o retruécanos, por ejemplo)
Algunos de sus artículos más conocidos son Vuelva usted mañana (sobre la burocracia), En este país, El casarse pronto y mal, El castellano viejo, Los calaveras, Las casas nuevas, o El día de Difuntos de 1836 y La Nochebuena de 1836, escritos justo antes de su muerte y que reflejan ese pesimismo extremo que le llevaría al suicidio.
Su capacidad de observación fue tal que a menudo sus artículos tienen hoy la misma vigencia que tuvieron cuando los publicaba en distintos periódicos siempre bajo el seudónimo de Fígaro.
Normalmente, a través del diálogo entre los personajes, se critican situaciones que estos presencian y sobre las que sacan conclusiones que coinciden con la voz del autor, que pretende moralizar e instruir para hacer avanzar y modernizar la sociedad. Merece la pena señalar el especial cuidado por el estilo de este autor, además de su afán por el uso de neologismos y de un lenguaje claro y directo que conectara rápidamente con el lector. En su obra Colección de artículos dramáticos, literarios, políticos y de costumbres, el propio Larra clasificó sus artículos en tres grupos:
- de costumbres, como “El castellano viejo” y “El casarse pronto y mal”, en los que intentaba mostrar la anticuada situación de la sociedad española atacando el atraso, la holgazanería, la intolerancia…;
- políticos, como “Nadie pase sin hablar al portero” y “Tres no son más que dos”, en los que criticaba tanto a absolutistas como a liberales desde una visión pesimista;
- y artículos literarios, sobre obras literarias y teatrales, y que reflejan su visión del arte y la función social del artista. Destaca el titulado “Literatura”.
Casi todos los artículos siguen la misma estructura deductiva: empieza introduciendo el tema o problema de manera general para luego pasar a exponer ejemplos, situaciones, anécdotas y casos concretos que lo ilustran.
Su estilo es siempre claro y directo (como exige el periodismo), siendo muy frecuente la ironía y el uso de muchos otros recursos de efecto humorístico (la adjetivación, comparaciones, metáforas o retruécanos, por ejemplo)
Algunos de sus artículos más conocidos son Vuelva usted mañana (sobre la burocracia), En este país, El casarse pronto y mal, El castellano viejo, Los calaveras, Las casas nuevas, o El día de Difuntos de 1836 y La Nochebuena de 1836, escritos justo antes de su muerte y que reflejan ese pesimismo extremo que le llevaría al suicidio.
Su capacidad de observación fue tal que a menudo sus artículos tienen hoy la misma vigencia que tuvieron cuando los publicaba en distintos periódicos siempre bajo el seudónimo de Fígaro.
Vuelva usted mañana (fragmento)
Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza. Nosotros (...) no entraremos ahora en largas y profundas investigaciones acerca de la historia de este pecado, por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano.
Estas reflexiones hacía yo casualmente no hace muchos días, cuando se presentó en mi casa un extranjero de estos que, en buena o en mala parte, han de tener siempre de nuestro país una idea exagerada e hiperbólica; de éstos que, o creen que los hombres aquí son todavía los espléndidos, francos, generosos y caballerescos seres de hace dos siglos, (...)
Un extranjero de éstos fue el que se presentó en mi casa, provisto de competentes cartas de recomendación para mi persona. Asuntos intrincados de familia, reclamaciones futuras, y aun proyectos vastos concebidos en París de invertir aquí sus cuantiosos caudales en tal cual especulación industrial o mercantil, eran los motivos que a nuestra patria le conducían.
Acostumbrado a la actividad en que viven nuestros vecinos, me aseguró formalmente que pensaba permanecer aquí muy poco tiempo, sobre todo si no encontraba pronto objeto seguro en que invertir su capital. Parecióme el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él, y lleno de lástima traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse. Admiróle la proposición, y fue preciso explicarme más claro.
--Mirad --le dije--, monsieur Sans-délai, que así se llamaba; vos venís decidido a pasar quince días, y a solventar en ellos vuestros asuntos.
--Ciertamente --me contestó--. Quince días, y es mucho. Mañana por la mañana buscamos un genealogista para mis asuntos de familia; por la tarde revuelve sus libros, busca mis ascendientes, y por la noche ya sé quién soy. En cuanto a mis reclamaciones, pasado mañana las presento fundadas en los datos que aquél me dé, legalizados en debida forma; y como será una cosa clara y de justicia innegable (pues sólo en este caso haré valer mis derechos), al tercer día se juzga el caso y soy dueño de lo mío. En cuanto a mis especulaciones, en que pienso invertir mis caudales, al cuarto día ya habré presentado mis proposiciones. Serán buenas o malas, y admitidas o desechadas en el acto, y son cinco días; en el sexto, séptimo y octavo, veo lo que hay que ver en Madrid; descanso el noveno; el décimo tomo mi asiento en la diligencia, si no me conviene estar más tiempo aquí, y me vuelvo a mi casa; aún me sobran de los quince, cinco días.
Al llegar aquí monsieur Sans-délai, traté de reprimir una carcajada que me andaba retozando ya hacía rato en el cuerpo, y si mi educación logró sofocar mi inoportuna jovialidad, no fué bastante a impedir que se asomase a mis labios una suave sonrisa de asombro y de lástima que sus planes ejecutivos me sacaban al rostro mal de mi grado.
--Permitidme, monsieur Sans-délai --le dije entre socarrón y formal--, permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Madrid.
--¿Cómo?
--Dentro de quince meses estáis aquí todavía.
--¿Os burláis?
--No por cierto.
--¿No me podré marchar cuando quiera? ¡Cierto que la idea es graciosa!
--Sabed que no estáis en vuestro país activo y trabajador.
--¡Oh!, los españoles que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal [siempre] de su país por hacerse superiores a sus compatriotas.
--Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.
--¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad.
--Todos os comunicarán su inercia.
Conocí que no estaba el señor de Sans-délai muy dispuesto a dejarse convencer sino por la experiencia, y callé por entonces, bien seguro de que no tardarían mucho los hechos en hablar por mí.
Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido en conocido; encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días: fuimos.
--Vuelva usted mañana --nos respondió la criada--, porque el señor no se ha levantado todavía.
--Vuelva usted mañana --nos dijo al siguiente día--, porque el amo acaba de salir.
--Vuelva usted mañana --nos respondió al otro--, porque el amo está durmiendo la siesta.
--Vuelva usted mañana --nos respondió el lunes siguiente--, porque hoy ha ido a los toros.
--¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y Vuelva usted mañana --nos dijo--, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio.
A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.
Es claro que faltando este principio no tuvieron lugar las reclamaciones.
Para las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta el fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en este país.
No paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que le había mandado llevarle en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola; y el sombrerero, a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo dos días con la cabeza al aire y sin salir de casa.
Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!
--¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? --le dije al llegar a estas pruebas.
--Me parece que son hombres singulares...
--Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca.
Presentóse con todo, yendo y viniendo días, una proposición de mejoras para un ramo que no citaré, quedando recomendada eficacísimamente.
A los cuatro días volvimos a saber el éxito de nuestra pretensión.
--Vuelva usted mañana --nos dijo el portero--. El oficial de la mesa no ha venido hoy.
--Grande causa le habrá detenido --dije yo entre mí. Fuímonos a dar un paseo, y nos encontramos, ¡qué casualidad! al oficial de la mesa en el Retiro, ocupadísimo en dar una vuelta con su señora al hermoso sol de los inviernos claros de Madrid.
Martes era el día siguiente, y nos dijo el portero:
--Vuelva usted mañana, porque el señor oficial de la mesa no da audiencia hoy.
--Grandes negocios habrán cargado sobre él--, dije yo.
Como soy el diablo y aun he sido duende, busqué ocasión de echar una ojeada por el agujero de una cerradura. Su señoría estaba echando un cigarrito al brasero, y con una charada del Correo entre manos que le debía costar trabajo el acertar.
--Es imposible verle hoy --le dije a mi compañero--; su señoría está, en efecto, ocupadísimo.
Diónos audiencia el miércoles inmediato, y ¡qué fatalidad! el expediente había pasado a informe, por desgracia, a la única persona enemiga indispensable de monsieur y de su plan, porque era quien debía salir en él perjudicado. Vivió el expediente dos meses en informe, y vino tan informado como era de esperar. Verdad es que nosotros no habíamos podido encontrar empeño para una persona muy amiga del informante. Esta persona tenía unos ojos muy hermosos, los cuales sin duda alguna le hubieran convencido en sus ratos perdidos de la justicia de nuestra causa.
Vuelto de informe, se cayó en la cuenta en la sección de nuestra bendita oficina de que el tal expediente no correspondía a aquel ramo; era preciso rectificar este pequeño error; pasóse al ramo, establecimiento y mesa correspondiente, y hétenos caminando después de tres meses a la cola siempre de nuestro expediente, como hurón que busca el conejo, y sin poderlo sacar muerto ni vivo de la huronera. Fué el caso al llegar aquí que el expediente salió del primer establecimiento y nunca llegó al otro.
--De aquí se remitió con fecha de tantos --decían en uno.
--Aquí no ha llegado nada --decían en otro.
--¡Voto va! --dije yo a monsieur Sans-délai-- ¿sabéis que nuestro expediente se ha quedado en el aire como el alma de Garibay, y que debe de estar ahora posado como una paloma sobre algún tejado de esta activa población?
Hubo que hacer otro. ¡Vuelta a los empeños! ¡Vuelta a la prisa! ¡Qué delirio!
--Es indispensable --dijo el oficial con voz campanuda--, que esas cosas vayan por sus trámites regulares.
Es decir, que el toque estaba, como el toque del ejercicio militar, en llevar nuestro expediente tantos o cuantos años de servicio.
Por último, después de cerca de medio año de subir y bajar, y estar a la firma o al informe, o a la aprobación, o al despacho, o debajo de la mesa, y de volver siempre mañana, salió con una notita al margen que decía: "A pesar de la justicia y utilidad del plan del exponente, negado".
--¡Ah, ah, monsieur Sans-délai! --exclamé riéndome a carcajadas--; éste es nuestro negocio.
Pero monsieur Sans-délai se daba a todos los oficinistas, que es como si dijéramos a todos los diablos.
--¿Para esto he echado yo viaje tan largo? ¿Después de seis meses no habré conseguido sino que me digan en todas partes diariamente: Vuelva usted mañana? ¿Y cuando este dichoso mañana llega, en fin, nos dicen redondamente que no? ¿Y vengo a darles dinero? ¿Y vengo a hacerles favor? Preciso es que la intriga más enredada se haya fraguado para oponerse a nuestras miras.
--¿Intriga, monsieur Sans-délai? No hay hombre capaz de seguir dos horas una intriga. La pereza es la verdadera intriga; os juro que no hay otra; ésa es la gran causa oculta: es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas. (...=
--Me marcho, señor [Bachiller] Fígaro--me dijo--. En este país no hay tiempo para hacer nada; sólo me limitaré a ver lo que haya en la capital de más notable.
--¡Ay! mi amigo --le dije--, idos en paz, y no queráis acabar con vuestra poca paciencia; mirad que la mayor parte de nuestras cosas no se ven.
--¿Es posible?
--¿Nunca me habéis de creer? Acordáos de los quince días...
Un gesto de monsieur Sans-délai me indicó que no le había gustado el recuerdo.
--Vuelva usted mañana--nos decían en todas partes--, porque hoy no se ve.
--Ponga usted un memorialito para que le den a usted permiso especial.
Era cosa de ver la cara de mi amigo al oír lo del memorialito: representábasele en la imaginación el informe, y el empeño, y los seis meses, y... Contentóse con decir: --Soy [un] extranjero--. ¡Buena recomendación entre los amables compatriotas míos!
Aturdíase mi amigo cada vez más, y cada vez nos comprendía menos. Días y días tardamos en ver [a fuerza de esquelas y de volver] las pocas rarezas que tenemos guardadas. Finalmente, después de medio año largo, si es que puede haber un medio año más largo que otro, se restituyó mi recomendado a su patria maldiciendo de esta tierra, y dándome la razón que yo ya antes me tenía, y llevando al extranjero noticias excelentes de nuestras costumbres; diciendo, sobre todo, que en seis meses no había podido hacer otra cosa sino volver siempre mañana, y que a la vuelta de tanto mañana, eternamente futuro, lo mejor, o más bien lo único que había podido hacer bueno, había sido marcharse.
¿Tendrá razón, perezoso lector (si es que has llegado ya a esto que estoy escribiendo), tendrá razón el buen monsieur Sans-délai en hablar mal de nosotros y de nuestra pereza? ¿Será cosa de que vuelva el día de mañana con gusto a visitar nuestros hogares? Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo y pereza de abrir los ojos para hojear [los pocos folletos] que tengo que darte [ya], te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no tengo más que una), y un cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en esta vida desesperado, ninguna me ahorqué y siempre fue de pereza. Y concluyo por hoy confesándote que ha más de tres meses que tengo, como la primera entre mis apuntaciones, el título de este artículo, que llamé: Vuelva usted mañana; que todas las noches y muchas tardes he querido durante ese tiempo escribir algo en él, y todas las noches apagaba mi luz diciéndome a mí mismo con la más pueril credulidad en mis propias resoluciones: ¡Eh, mañana le escribiré! Da gracias a que llegó por fin este mañana, que no es del todo malo; pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!
El castellano viejo (fragmentos)
Andábame días pasados por esas calles a buscar materiales para mis artículos. Embebido en mis pensamientos (...). En semejante situación de mi espíritu, ¿qué sensación no debería producirme una horrible palmada que una gran mano, pegada (a lo que por entonces entendí) a un grandísimo brazo, vino a descargar sobre uno de mis hombros, que por desgracia no tienen punto alguno de semejanza con los de Atlante?
No queriendo dar a entender que desconocía este enérgico modo de anunciarse, ni desairar el agasajo de quien sin duda había creído hacérmele más que mediano, dejándome torcido para todo el día, traté sólo de volverme por conocer quien fuese tan mi amigo para tratarme tan mal; pero mi castellano viejo es hombre que cuando está de gracias no se ha de dejar ninguna en el tintero. ¿Cómo dirá el lector que siguió dándome pruebas de confianza y cariño? Echome las manos a los ojos y sujetándome por detrás:
-¿Quién soy? -gritaba alborozado con el buen éxito de su delicada travesura-. ¿Quién soy?
«Un animal», iba a responderle; pero me acordé de repente de quién podría ser, y sustituyendo cantidades iguales:
-Braulio eres -le dije.
Al oírme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle y pónenos a entrambos en escena.
-¡Bien, mi amigo! ¿Pues en qué me has conocido?
-¿Quién pudiera sino tú...?
-¿Has venido ya de tu Vizcaya?
-No, Braulio, no he venido.
-Siempre el mismo genio. ¿Qué quieres?, es la pregunta del español. ¡Cuánto me alegro de que estés aquí! ¿Sabes que mañana son mis días?
-Te los deseo muy felices.
-Déjate de cumplimientos entre nosotros; ya sabes que yo soy franco y castellano viejo: el pan pan y el vino vino; por consiguiente exijo de ti que no vayas a dármelos; pero estás convidado.
-¿A qué?
-A comer conmigo.
-No es posible.
-No hay remedio.
-No puedo -insisto ya temblando.
-¿No puedes?
-Gracias.
-¿Gracias? Vete a paseo; amigo, como no soy el duque de F..., ni el conde de P...
¿Quién se resiste a una sorpresa de esta especie? ¿Quién quiere parecer vano?
-Pues si no es eso -me interrumpe-, te espero a las dos; en casa se come a la española; temprano.
(...)
Fue preciso ceder: un día malo, dije para mí, cualquiera lo pasa; en este mundo para conservar amigos es preciso tener el valor de aguantar sus obsequios.
-No faltarás, si no quieres que riñamos.
-No faltaré -dije con voz exánime y ánimo decaído, como el zorro que se revuelve inútilmente dentro de la trampa donde se ha dejado coger.
-Pues hasta mañana -y me dio un torniscón por despedida.
Vile marchar como el labrador ve alejarse la nube de su sembrado, y quedeme discurriendo cómo podían entenderse estas amistades tan hostiles y tan funestas.
Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono, pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, (...) que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes. Mas la vanidad le ha sorprendido por donde ha sorprendido casi siempre a toda o a la mayor parte de nuestra clase media, y a toda nuestra clase baja. Es tal su patriotismo, que dará todas las lindezas del extranjero por un dedo de su país. Esta ceguedad le hace adoptar todas las responsabilidades de tan inconsiderado cariño; de paso que defiende que no hay vinos como los españoles, en lo cual bien pude de tener razón, defiende que no hay educación como la española, en lo cual bien pudiera no tenerla; a trueque de defender que el cielo de Madrid es purísimo, defenderá que nuestras manolas son las más encantadoras de todas las mujeres (...)
Llegaron las dos, y como yo conocía ya a mi Braulio, no me pareció conveniente acicalarme demasiado para ir a comer; estoy seguro de que se hubiera picado; no quise, sin embargo, excusar un frac de color y un pañuelo blanco, cosa indispensable en un día de días en semejantes casas; vestime sobre todo lo más despacio que me fue posible, como se reconcilia al pie del suplicio el infeliz reo, que quisiera tener cien pecados más que contar para ganar tiempo; era citado a las dos, y entré en la sala a las dos y media.(...)
Las cinco eran cuando nos sentábamos a la mesa.
-Señores -dijo el anfitrión al vernos titubear en nuestras respectivas colocaciones-, exijo la mayor franqueza; en mi casa no se usan cumplimientos. ¡Ah, Fígaro!, quiero que estés con toda comodidad; eres poeta, y además estos señores, que saben nuestras íntimas relaciones, no se ofenderán si te prefiero; quítate el frac, no sea que le manches.
-¿Qué tengo de manchar? -le respondí, mordiéndome los labios.
-No importa, te daré una chaqueta mía; siento que no haya para todos.
-No hay necesidad.
-¡Oh!, sí, sí, ¡mi chaqueta! Toma, mírala; un poco ancha te vendrá.
-Pero, Braulio...
-No hay remedio, no te andes con etiquetas.
Y en esto me quita él mismo el frac, velis nolis, y quedo sepultado en una cumplida chaqueta rayada, por la cual sólo asomaba los pies y la cabeza, y cuyas mangas no me permitirían comer probablemente. (...)
Se había creído capaz de contener catorce personas que éramos en una mesa donde apenas podrían comer ocho cómodamente. Hubimos de sentarnos de medio lado, como quien va a arrimar el hombro a la comida, y entablaron los codos de los convidados íntimas relaciones entre sí con la más fraternal inteligencia del mundo. Colocáronme por mucha distinción entre un niño de cinco años, encaramado en unas almohadas que era preciso enderezar a cada momento porque las ladeaba la natural turbulencia de mi joven adlátere, y entre uno de esos hombres que ocupan en el mundo el espacio y sitio de tres, cuya corpulencia por todos lados se salía de madre de la única silla en que se hallaba sentado, digámoslo así, como en la punta de una aguja. Desdobláronse silenciosamente las servilletas, nuevas a la verdad, porque tampoco eran muebles en uso para todos los días, y fueron izadas por todos aquellos buenos señores a los ojales de sus fraques como cuerpos intermedios entre las salsas y las solapas.(...)
A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había encargado de hacer la autopsia de un capón, o sea gallo, que esto nunca se supo: fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas. «Este capón no tiene coyunturas», exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero.
El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa: levántase rápidamente a este punto el trinchador con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas. Una criada toda azorada retira el capón en el plato de su salsa; al pasar sobre mí hace una pequeña inclinación, y una lluvia maléfica de grasa desciende, como el rocío sobre los prados, a dejar eternas huellas en mi pantalón color de perla; la angustia y el aturdimiento de la criada no conocen término; retírase atolondrada sin acertar con las excusas; al volverse tropieza con el criado que traía una docena de platos limpios y una salvilla con las copas para los vinos generosos, y toda aquella máquina viene al suelo con el más horroroso estruendo y confusión. (...)
¿Hay más desgracias? ¡Santo cielo! ¡Sí las hay para mí, infeliz! Doña Juana, la de los dientes negros y amarillos, me alarga de su plato y con su propio tenedor una fineza, que es indispensable aceptar y tragar; el niño se divierte en despedir a los ojos de los concurrentes los huesos disparados de las cerezas; don Leandro me hace probar el manzanilla exquisito, que he rehusado, en su misma copa, que conserva las indelebles señales de sus labios grasientos; mi gordo fuma ya sin cesar y me hace cañón de su chimenea; por fin, ¡oh última de las desgracias!, crece el alboroto y la conversación; roncas ya las voces, piden versos y décimas y no hay más poeta que Fígaro.
-Es preciso.
-Tiene usted que decir algo -claman todos.
-Désele pie forzado; que diga una copla a cada uno.
-Yo le daré el pie: «A don Braulio en este día».
-Señores, ¡por Dios!
-No hay remedio.
-En mi vida he improvisado.
-No se haga usted el chiquito.
-Me marcharé.
-Cerrar la puerta.
-No se sale de aquí sin decir algo.
Y digo versos por fin, y vomito disparates, y los celebran, y crece la bulla y el humo y el infierno.
A Dios gracias, logro escaparme de aquel nuevo Pandemonio. Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos a mi alrededor.
-¡Santo Dios, yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que acaba de escaparse de una docena de perros y que oye ya apenas sus ladridos; para de aquí en adelante no te pido riquezas, no te pido empleos, no honores; líbrame de los convites caseros y de días de días; líbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento, en que sólo se pone la mesa decente para los convidados, en que creen hacer obsequios cuando dan mortificaciones, en que se hacen finezas, en que se dicen versos, en que hay niños, en que hay gordos, en que reina, en fin, la brutal franqueza de los castellanos viejos! (...)
Concluida mi deprecación mental, corro a mi habitación a despojarme de mi camisa y de mi pantalón, reflexionando en mi interior que no son unos todos los hombres, puesto que los de un mismo país, acaso de un mismo entendimiento, no tienen las mismas costumbres, ni la misma delicadeza, cuando ven las cosas de tan distinta manera. Vístome y vuelo a olvidar tan funesto día entre el corto número de gentes que piensan, que viven sujetas al provechoso yugo de una buena educación libre y desembarazada, y que fingen acaso estimarse y respetarse mutuamente para no incomodarse, al paso que las otras hacen ostentación de incomodarse, y se ofenden y se maltratan, queriéndose y estimándose tal vez verdaderamente.
AUDIO: El castellano viejo
ACTIVIDADES PÁG. 26)
5. LEE ATENTAMENTE ESTE ARTÍCULO DE LARRA SOBRE UN CONDENADO A MUERTE; LUEGO, CONTESTA A LAS PREGUNTAS.
a) Larra presenta al reo de muerte como un ser digno, al que la sociedad trata con igual crueldad como él ha podido tratar a esa misma sociedad. Una dignidad que se manifiesta cuando acepta con entereza que su hora ha llegado, esa entereza que los mismos asistentes a su ejecución le reconocen a su paso y que se percibe cuando no se expresa reacción alguna del condenado a la hora de su ejecución.
b) Larra critica al pueblo que asiste a la ejecución, viéndolo como sádico cuando dice, por ejemplo: “Un pueblo entero obstruye ya las calles del tránsito. Las ventanas y balcones están coronados de espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan, y se agrupan para devorar con la vista el último dolor del hombre.” También como hipócrita: “¡Un ser que como el hombre no puede vivir sin matar, tiene la osadía, la incomprensible vanidad de presumirse perfecto!”. Por último, caracteriza esa sociedad como contradictoria: “¡Un ser que como el hombre no puede vivir sin matar, tiene la osadía, la incomprensible vanidad de presumirse perfecto!”
c) El lugar donde se va a realizar la ejecución produce en Larra unos sentimientos de melancolía, indignación y desprecio, porque no puede soportar que el hombre no pueda vivir sin tener que matar.
d) Larra emplea la fábula de los carneros de Casti para ilustrar la idea de que la sociedad no debate pena de muerte sí o pena de muerte no, sino qué tipo de muerte se puede llevar a cabo.
e) La ironía está en que hay dos maneras de matar: la buena y la mala, y es esa misma sociedad, que defiende la vida, la que aplica la pena de muerte.
f) El momento impactante final es la escasa distancia que hay entre la vida y la muerte, y que queda marcada en un minuto.